Una mujer con picor de manos (AdobeStock)

Ya sea por la época de exámenes, días de mucho de trabajo o por unas semanas difíciles a nivel emocional, nuestro cuerpo reacciona con síntomas físicos a ese estrés que sufrimos. Esta somatización (lo más cercano a hacer “tangible” un problema mental) puede apreciarse en múltiples dolencias, aunque la piel es una de las afectadas más comunes. Así, es frecuente que algunas personas observen que en su piel aparecen pequeñas ampollas llenas de líquido cuando enfrentan épocas de estrés. Es lo que se conoce como dishidrosis.

El eccema dishidrótico o pomfolix suele brotar en las manos, aunque también hay casos en las plantas de los pies. Su aparición tiende a ser recurrente y estar acompañada de un picor intenso y ardor en la zona afectada. Sin embargo, a pesar de que puede resultar muy molesta, la dishidrosis no es una condición grave, tal y como explican los profesionales sanitarios de la Clínica Mayo. En los casos más serios, sí puede llevar a complicaciones como infecciones bacterianas secundarias, cicatrices o cambios permanentes en la textura de la piel.

La causa exacta de la dishidrosis no se comprende completamente, pero se sabe que el estrés es un detonante, así como otros factores: alergias, exposición a ciertos irritantes, una predisposición genética… Por ejemplo, las personas con antecedentes de alergias, como rinitis alérgica o asma, son más propensas a desarrollarla. También se ha asociado con alergias a ciertos metales, como el níquel o el cobalto, que están presentes en objetos cotidianos como joyas o utensilios. Del mismo modo, el clima cálido y húmedo, el contacto con productos químicos o la sudoración excesiva pueden influir en el desarrollo de esta afección.

Los síntomas más característicos de esta afección cutánea incluyen la aparición de pequeñas ampollas agrupadas en las palmas de las manos, los lados de los dedos y, a veces, en las plantas de los pies. Estas ampollas suelen ir acompañadas de una picazón intensa, que a menudo precede a su formación. También es común que las ampollas causen ardor o dolor, especialmente si se rompen. Una vez que se secan, la piel puede descamarse, agrietarse o volverse más gruesa. En algunos casos, también se observa enrojecimiento e inflamación en las áreas afectadas.

Cómo se trata la dishidrosis

El tratamiento de la dishidrosis varía según la gravedad de los síntomas, según la Clínica Mayo. Los corticosteroides tópicos suelen ser el tratamiento más común, pues ayudan a reducir la inflamación y aliviar los síntomas. En casos graves, se pueden aplicar bajo vendajes oclusivos para aumentar su eficacia. También se utilizan compresas húmedas para secar las ampollas y calmar la picazón, mientras que los antihistamínicos pueden ser útiles para aliviar la comezón. En casos crónicos, la fototerapia con luz ultravioleta o medicamentos inmunosupresores pueden ser buenas opciones.

Aunque no siempre es posible prevenir la dishidrosis, existe cierto margen de maniobra para reducir la frecuencia y severidad de los brotes. Entre estas se incluyen evitar productos irritantes como jabones fuertes y detergentes, mantener la piel bien hidratada y utilizar guantes protectores al realizar tareas domésticas o manipular productos químicos. También es fundamental controlar el estrés con técnicas como la meditación o el yoga, y mantener las manos y los pies secos para evitar el sudor excesivo, especialmente en climas cálidos y húmedos.