El evento realizado el pasado jueves 28 de Noviembre en el Art Center del Faena fue el marco ideal para que Paul Hobbs y Michel Rolland compartieran su vasta experiencia con el vino argentino, que arrancó a fines de los ochenta. Ante unas 300 personas, los afamados “flyingwinemakers” conversaron, dirigieron una degustación de sus vinos y luego, durante la cena, compartieron algunas anécdotas.
Ambos hablaron a solas con Infobae sobre la actualidad y el futuro del vino argentino, y coincidieron en el gran potencial del Malbec.
Los enólogos llegaron al país el mismo año, en 1988. Rolland para trabajar en Salta de la mano de Arnaldo Etchart, mientras que Paul Hobbs llegó a Mendoza contratado por Nicolás Catena. Claro que por aquel entonces eran dos jóvenes enólogos que comenzaban a ser reconocidos, no solo por sus labores en sus terruños natales, sino también por empezar a asesorar en diferentes países.
Paul llegó con un objetivo claro, hacer grandes vinos blancos de Chardonnay como los que ya se hacían en Napa Valley. Para ello, no solo trabajó a la par del equipo de la bodega, liderado en aquella época por José “Pepe” Galante (hoy en Salentein), sino que fue el precursor del uso de barricas de roble para la fermentación y crianza de los vinos locales.
Por su parte, Michel quedó sorprendido por la gente y el paisaje imponente de Cafayate. Y si bien los vinos que degustó no lo sorprendieron, tuvo una visión.
Recuerda que le armaron una degustación con unos treinta vinos, los mejores argentinos de la época. Y al finalizar, cuenta, “no eran de mi gusto, y por eso les dije que, si la intención era exportarlos, debían cambiar muchas cosas, tanto en el viñedo como en la bodega”. Sin embargo, había algo allí que lo llamó a “afincarse”, y comenzar lo que se convertiría en Yacochuya, uno de los vinos íconos de la Argentina.
Claro que luego fue a Mendoza y fundó el Clos de los Siete, quizás el emprendimiento vitivinícola más importante del mundo. Porque son 850 hectáreas de viñedos en el Valle de Uco, donde cada bodega hace sus propios vinos, asesorados por él, y en donde tiene su bodega argentina.
Además, entre todas hacen el vino Clos de los Siete, un blend de 20 dólares a base de Malbec, del cual se producen un millón de botellas, que se venden en setenta países, por lo que es un gran embajador.
Paul Hobbs tampoco tardó en darse cuenta del potencial del vino argentino, y fundó su bodega en 1998 (Viña Cobos), justo la peor y más lluviosa cosecha de la historia. Sin embargo, eso no lo frenó, y en 1999 creó su primer vino nacional. Llegó por su expertise en Chardonnay, también Pinot Noir y Cabernet Sauvignon; las variedades con las que se lucía en su bodega de California; pero se enamoró del Malbec y decidió apostar fuerte por él. Y si bien al llegar a la Argentina no sabía que existía el Malbec, gracias a su visión, al trabajo en el viñedo y a su obsesión por los detalles, creó el primer vino argentino (Malbec) calificado con 100 puntos por la prensa internacional.
Si bien ambos personajes del vino mundial tienen estilos diferentes, supieron evolucionar con los vinos argentinos, siendo dos de los principales protagonistas de la revolución vitivinícola.
¿Por qué estos dos enólogos son tan importantes para el vino argentino?
Por muchas razones; porque son dos winemakers referentes en el mundo, asesoran a bodegas en decenas de países productores y tienen casi cuarenta vendimias en nuestro país.
Pero además porque confiaron en la Argentina, más allá de la economía y el presidente de turno. Confiaron en el Malbec, en sus paisajes, en su gente, y eso los llevó en los noventa a ser dos de los grandes artífices del despertar del vino argentino y de su reconocimiento en el mundo. Además de tener sus bodegas propias aquí (Viña Cobos y Mariflor), también las tienen en sus países de origen (Estados Unidos y Francia).
Ambos son grandes responsables de que el Malbec haya llegado adonde llegó y que sea reconocido a nivel internacional. No solo por los periodistas del mundo, sino por su reconocimiento global, su forma de trabajo; con la limpieza, el cuidado preciso de la viña y la crianza certera en barricas como base para llevar el terroir a las copas, les dio la razón.
Ambos son grandes responsables de que el Malbec haya llegado adonde llegó y que sea reconocido a nivel internacional. No solo por los periodistas especializados, sino por profesionales del vino alrededor del mundo (sommeliers, restauranteurs, vinotequeros, etc.), que saben muy bien quiénes son estos dos personajes, y reconocen su trayectoria. También confían en lo que dicen y hacen, más allá de los gustos personales.
Paul Hobbs y Michel Rolland juntos
Si bien se conocieron en una bodega de Estados Unidos donde trabajaba hace muchos años Paul Hobbs, es la primera vez que se juntan en casi cuatro décadas a degustar vinos, intercambiar opiniones y compartir anécdotas. Y eligieron hacerlo en Argentina (su segunda casa) y con vinos argentinos de su autoría.
Estar sentados en la misma mesa les permitió charlar y conocerse más, mientras intercambiaban tanta experiencia acumulada con vinos argentinos.
El Wine2Wine fue el escenario ideal para apreciar el respeto y admiración que se tienen ambos, aunque hacia el final del evento, Paul Hobbs reconoció que siempre siguió de cerca los pasos de Michel, no para copiarlo sino porque lo inspiraba.
Mientras que Michel reconoció adelante del público que, si no hubiera sido por él, Paul sería el enólogo número uno. Y más allá de las risas generalizadas del público, ese comentario en broma esconda también un profundo respeto profesional.
Otra de las declaraciones importantes que ambos le dieron en exclusiva a Infobae fue su apoyo incondicional al Malbec. “Claro que se puede trabajar con otras variedades, como Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc o Chardonnay, por ejemplo, pero el Malbec es la variedad que nos distingue en el mundo y hay que seguir aprendiendo de ella, no solo para mejorar, sino para lograr nuevos vinos y ofrecer más diversidad”, afirma Paul Hobbs.
Y Michel Rolland agrega, “no se puede hacer igual de bien cualquier variedad en cualquier lado, pero sí algunas. Y el Malbec en Argentina es esa variedad. Yo nací en Pomerol, donde se hace Merlot, y nunca se me ocurriría hacer allí otra variedad. La Argentina es más grande y tiene diferentes “terroirs”, eso permite diversidad de climas y condiciones para diferentes cepajes. Pero lo que hemos logrado con el Malbec hay que cuidarlo, consolidarlo y hacerlo crecer entre todos, porque es realmente único”.
Durante el evento se realizó una degustación de seis vinos, tres de cada uno. Comenzando con el Vinculum Chardonnay 2023, el cual le sirvió a Paul Hobbs para resaltar la importancia de la relación con los diferentes productores de uva, ya que el vino nace en el viñedo.
Le siguió el Clos de los Siete 2018, un blend con seis años que demostró no solo la gran calidad de la añada, sino también lo acertado que estaba Michel Rolland.
El tercer vino fue el Bramare Luján de Cuyo Cabernet Sauvignon 2020 de Hobbs. Y fue la excusa perfecta para hablar de la primera zona y que también hay otras variedades con gran potencial.
Luego fue el turno del Mariflor Merlot 2013, un vino con más de diez años y de la variedad coterránea de Rolland. Con el Viña Cobos Chañares Estate Malbec 2019 Paul Hobbs pudo compartir su historia con el Malbec y cómo ese viñedo de Los Árboles captó tanto su atención, por el suelo, su entorno, y el carácter único de sus vinos.
El cierre de la cata fue con el Val de Flores 2006, uno de los Malbec íconos de Michel Rolland, que demostró lo bien que puede evolucionar un gran Malbec a lo largo de los años.
No fueron los únicos vinos de la velada, ya que, tanto en el cóctel como en la cena, se sirvieron otros cuatro vinos de cada uno. Para ello fueron necesarias tres mil copas de cristal y doce sommeliers realizando el servicio.
Verlos juntos, sentados uno al lado del otro, fue una experiencia en sí misma, pero además escucharlos intercambiar opiniones de los vinos entre ellos fue enriquecedor. Pensar que podrían haber hecho todo lo que hicieron acá en otro de los países en los cuales trabajaron.
Sin embargo, eligieron la Argentina, y su aporte significó un espaldarazo muy importante para el vino nacional y su reconocimiento en los principales mercados del mundo.
Al final del evento, Michel le obsequió una botella firmada de Chateau Le Bon Pasteur 1999, mientras que Paul le obsequió una botella magnum (1500cc) firmada de la Viña Cobos Malbec 2020.
Ahora, ya se sabe que se conocen y que se respetan, pero además que se admiran y disfrutan los vinos del otro. No se sabe si volverán a juntarse en público en algún lugar del mundo, pero sí que son dos de los personajes más importantes del vino argentino, aunque sean extranjeros.