Es tal el silencio que reina en la sede Caseros de la Universidad de Tres de Febrero que desde el hall de entrada se escuchan las voces lejanas de una clase que se dicta en el primer piso del edificio. Es el único aula habitado de todo el centro de estudios.

“Cuando llegué a la facultad, a las 8, la puerta estaba cerrada —dice la docente de la carrera de Enfermería, que prefiere resguardar su identidad, desde su escritorio—, tuve que pedirle a los de seguridad que me abrieran. Mis alumnos saben que yo no paro nunca. Si no se puede venir a la facu por alguna razón, la clase es virtual. Pero de una forma u otra, clases hay. Y es igual en casi toda la cátedra”.

Todas las aulas estaban vacías esta mañana en la sede de Caseros de la UNTREF, a excepción de una, donde daban clases

En el aula por ahora solo hay dos estudiantes, que dicen que el resto de sus compañeros están por llegar, tarde, debido a retrasos en la línea San Martín.

La situación es todavía más desoladora en la sede principal de esta universidad. Los edificios están abiertos, las aulas también. Pero no hay ni una clase. La única persona que se alcanza a ver en el edificio principal es Martina Gómez, una estudiante de 20 años que se pasea errante por el pasillo del primer piso con su mochila. “No me quedó claro si había clases o no. Y como no tengo más faltas, vine por las dudas”, dice la estudiante, a quien el guardia de seguridad le informó que no habrá clases en todo el día.

Ayer, domingo, sí hubo actividad en la universidad. Se organizó, al igual que en otros centros de estudios de nivel superior del país, una caminata para visibilizar la causa salarial que impulsa el paro universitario: la apertura de las paritarias salariales y la asignación del presupuesto exigido por el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), para el año que viene.

En tanto, mañana se mantendrá el cese de actividades de hoy. También anunciaron que los siguientes días serán jornadas de visibilización del conflicto.

Carteles en una ventana de la Untref

Tras la segunda marcha federal en defensa de la educación pública y el presupuesto universitario, el 2 de octubre, y el veto a la ley de financiamiento ratificado una semana después, los gremios docentes y no docentes del nivel superior de gestión nacional intensificaron su reacción con nuevas medidas de fuerza. Luego de que el jueves 17 de octubre se desarrollara el sexto paro del cuatrimestre –los anteriores habían sido el 12 de agosto, el 20 y 21 del mismo mes (un paro de 48 horas), el 26 de septiembre y el 10 de octubre–, esta semana empezó con otro cese de actividades, que se mantendrá hoy y mañana: serán el séptimo y el octavo día de huelga en poco más de dos meses.

Así lo definió la semana pasada el Frente Sindical de Universidades Nacionales, integrado por los gremios docentes y no docentes universitarios; la Federación Universitaria Argentina (FUA), representantes de agrupaciones estudiantiles y del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), que nuclea a los rectores. También adelantaron que las próximos serán jornadas de visibilización del conflicto.

Alto acatamiento

Según destaca Emiliano Cagnacci, Secretario General de ADUBA (Asociación Docente de la UBA), en términos generales el paro en la UBA tiene un “alto y contundente acatamiento”.

“En la zona de Plaza Houssay, las facultades de Ciencias Económicas, Ciencias Médicas y Odontología están directamente con las puertas cerradas y solo tienen las cuestiones mínimas los hospitales universitarios. Algunas de las otras facultades también: quizás no tienen la puerta cerrada, pero no es un día normal de funcionamiento dentro de la universidad”, enfatiza Cagnacci.

Afirma, a su vez, que en toda la universidad “hay un acompañamiento, tanto de docentes y no docentes, como de estudiantes, entendiendo que no es un problema particular de un sector sino que cada sector tiene un conflicto que el Gobierno empuja y no termina de resolver”.

“En el caso nuestro, de los gremios docentes y no docentes, tiene que ver con el atraso salarial y la pérdida del poder adquisitivo”, suma.

Universidad tomada

En la Universidad de San Martín los únicos que transitan en el campus son un puñado de jóvenes desorientados que se acercaron a la facultad a inscribirse y se encontraron con una pancarta en el ingreso que dice “facultad tomada”. Los paros de los últimos días coincidieron con el inicio del periodo de inscripciones para 2025.

Un cartel sobre el alambrado del perímetro de la UNSAM

“Me voy a quedar acá hasta las 12, a ver si llega alguien, dice Zoe Carvajal, de 19 años, que aspira a estudiar la tecnicatura en Animación 3D y que viajó temprano desde Caseros para traer los documentos necesarios para inscribirse. “Quiero anotarme cuanto antes, así me aseguro el cupo para en febrero rendir el examen de ingreso”, dice la joven. A pocos metros, Ignacio Vattiata recorre por afuera el departamento de Arte y Audiovisuales en busca de una puerta abierta, pero no encuentra ninguna.

Apenas un puñado de alumnos estaban en la Unsam esta mañana

“Un docente me dijo que generalmente no se adhieren a los paros y que, en todo caso, si llegaban a parar, el departamento de Arte y Patrimonio iba a estar abierto. Pero acá no hay nadie” dice Vattiata, de 21 años, quien también quiere inscribirse en Animación 3D.

El jueves fue la primera vez en sus 22 años sus historia que esta universidad fue tomada por estudiantes. La toma contó con el apoyo de los sindicatos de docentes y no docentes.

El pasillo de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA donde Guillermo retira las llaves de su aula para dar clase está casi vacío. Circulan un par de alumnos de materias no adheridas al paro y empleados de limpieza. La mayoría de las aulas están vacías, al igual que el hall de distribución.

Al igual que en Ciencias Exactas, el decanato de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) le dio libertad a las cátedras y equipos docentes para accionar de la manera que lo crean más conveniente durante las jornadas de paro, explican desde el Centro de Estudiantes, entidad que desde la semana pasada lideran en toda la UBA las medidas de fuerza. En FADU, que funciona en un edificio que hace más de un año está rodeado por estructuras de protección debido al riesgo de desprendimientos que todavía no fueron arreglados por el costo que implica la obra, el movimiento de alumnos y docentes es similar al habitual, y al contrario que en Exactas, que se encuentra en la misma sede, hay clases en la mayoría de las aulas.

“Diseño nunca adhiere. A lo sumo, hay clases virtuales, pero hoy la facultad está a abierta, así que fue como cualquier otro día”, dice una estudiante desde el pasillo del segundo piso, mientras toma mate vestida con un conjunto que fue parte de su entrega parcial para la materia: un chaleco acolchonado con un agujero en la espalda y una pollera asimétrica.