El municipio de Aguachica, Cesar, sigue siendo uno de los epicentros de la violencia en Colombia, que se ha recrudecido por las acciones criminales de distintos grupos armados y organizaciones criminales. El 29 de diciembre de 2024, cuatro integrantes de una familia cristiana fueron asesinados y, el 30 de enero de 2025, una menor de edad murió en medio de un enfrentamiento armado.
Cerca de las 9:30 p. m., la niña de 12 años, que fue identificada como Vanessa Alejandra Contreras Vuelvas, se encontraba con su madre en un establecimiento comercial abierto al público ubicado en el barrio Villa Mare. Mientras esperaban un pedido, hombres armados llegaron al sitio en una motocicleta y empezaron a disparar a una persona. La menor intentó refugiarse, pero fue alcanzada por una bala que impactó en la región dorsal de su cuerpo.
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Al igual que ella, su madre, Yorleidys Paola Vuelvas Ospino, 38 años, resultó herida en la rodilla izquierda, y un joven de 20 años llamado Kevin Andrés Pérez Espinoza, de 20 años, recibió un impacto de bala en el brazo izquierdo.
Las víctimas del hecho de violencia recibieron atención médica, pero la niña falleció poco tiempo después de haber sido trasladada a un hospital. Su caso causó rechazo e indignación entre la población civil, las autoridades locales y los políticos. El representante a la Cámara del Cesar, Carlos Felipe Quintero Ovalle, se pronunció en X condenando los hechos.
“Lamentamos profundamente y condenamos el asesinato de la niña Vanessa Alejandra Contreras, de tan solo 12 años, quien perdió la vida por una bala perdida tras un ataque sicarial en Aguachica”, escribió el congresista.
Por su parte, la alcaldesa de Aguachica, Greisy Roqueme, canceló y postergó el evento carnestolendo que estaba programado para el sábado 1 de febrero de 2025, el cual incluía el segundo pregón carnavalero y la lectura del bando. De acuerdo con la funcionaria, citada por la alcaldía, se necesita de la atención y el esfuerzo de las autoridades gubernamentales y locales para garantizar la seguridad de los habitantes.
Roqueme insistió en que su administración continuará exigiendo que se lleven a cabo las tareas necesarias para incrementar la protección de los ciudadanos, que viven en zozobra por estar en medio de una ola de violencia que parece no dar tregua.
“No aceptamos más excusas y necesitamos resultados concretos de nuestras autoridades. Desde el inicio de su mandato, ha insistido ante el gobierno nacional y departamental en la necesidad de aumentar el pie de fuerza en Aguachica. No descansará hasta que se realicen las gestiones necesarias para implementar proyectos que mejoren la seguridad en nuestro territorio”, precisó la mandataria local.
Asimismo, expresó sus condolencias a la familia de la menor de edad asesinada e instó a la población a hacer un acto de solidaridad y de reflexión sobre lo ocurrido en el municipio. “Recordemos que la vida y el bienestar de nuestros niños son lo más valioso que poseemos”, añadió.
La masacre de la familia cristiana en Aguachica
Marlon Lora, su esposa Yorley Rincón (pastores cristianos), y sus hijos Ángela y Santiago Lora Rincón, fueron asesinados el 29 de diciembre de 2024 mientras se encontraban departiendo en un restaurante del municipio.
En un inicio, se pensó que el padre de familia tenía vínculos con un hombre involucrado en actividades delictivas. Sin embargo, al parecer, la hipótesis que ahora se está manejando indica que los sicarios pudieron haberse confundido de víctimas.
El giro de las investigaciones surgió tras el asesinato de Zaida Andrea Sánchez Polanco, alias La Diabla, en Medellín, perpetrado el 22 de enero de 2025. La mujer tenía antecedentes de homicidio y hurto y era prestamista en Aguachica. Además, estaba casada con el criminal Alexander González Pérez, alias el Calvo, que fue con quien en un primer momento relacionaron con el pastor asesinado.
“La hipótesis más fuerte hasta el momento indica que los sicarios se confundieron. Zaida Andrea vestía prendas similares a las de la hija del pastor, y su suegro era calvo, al igual que el padre de la familia. En el momento del ataque, los sicarios abrieron fuego contra los pastores creyendo que eran sus objetivos”, aseguró una fuente a la revista Semana.