Adriana Martínez Dogirama llega a Bogotá y es recibida con danzas tradicionales embera en el aeropuerto El Dorado - crédito Banco de la República / Alejandra Banubio Martínez

El 25 de octubre de 2024, una historia de identidad y reconocimiento cultural llegó a la capital colombiana con la llegada de Adriana Martínez Dogirama, una mujer embera que llamó la atención de los medios y la sociedad en general por su conexión con el icónico billete de 10.000 pesos colombianos. Este billete, que estuvo en circulación desde 1992 hasta 1994, se destacó no solo por su valor monetario, también por ser considerado uno de los más bellos de la historia del país. Sin embargo, su imagen fue utilizada sin el consentimiento de Martínez, que se enteró de su historia por medio de su hija, al ver una serie en Netflix.

La trama se complicó cuando, tras la difusión de su historia en la revista Semana, el debate jurídico comenzó a gestarse. La Sociedad Numismática de Colombia, liderada por Gildardo Adolfo Tovar, decidió actuar y trasladar a Martínez desde su hogar en una pequeña isla cerca del lago artificial Gatún, en Panamá, hacia Bogotá. En su llegada, cerca de 40 miembros de la comunidad embera dobidá le dieron la bienvenida en el aeropuerto El Dorado con una danza tradicional, celebrando así su conexión con su cultura y su historia.

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La imagen de Adriana en el billete de 10.000 pesos se utilizó sin su consentimiento - crédito Colprensa

La historia de Martínez se adentra en el corazón de la identidad embera y plantea preguntas sobre el uso de la imagen indígena en el contexto moderno. Al llegar a la Casa de la Moneda, se realizó un ritual de jaibanismo, una práctica chamánica embera destinada a limpiar y proteger a las personas. “Es anunciar que está aquí”, explicó Tovar, resaltando la importancia de este momento para la comunidad.

La jornada continuó en la sede de la Sociedad Numismática de Colombia, donde se llevaron a cabo actividades culturales y se exploró más a fondo la conexión de Martínez con el billete. En una exposición en el Club Militar, se presentaron documentos, fotos y otros materiales que buscan reafirmar que ella es, de hecho, la mujer que aparece en el billete de 10.000 pesos. Este evento tiene como objetivo no solo el reconocimiento personal, también un llamado a la reflexión sobre el valor de la imagen indígena en la cultura colombiana.

El Banco de la República afirma que la imagen del billete es artística, impulsando un fuerte debate sobre derechos de imagen - crédito Colprensa

La discusión se intensificó a medida que se revelaron detalles sobre la autenticidad de la imagen. “Uno de los grandes errores que todos los blancos tenemos es que queremos colocar a todos los indígenas como si fueran iguales”, comentó Tovar. A través de un examen cuidadoso de los aretes, collares y otros elementos culturales, se encontró que la representación del billete refleja características únicas de la comunidad embera. Tovar señaló que los aretes eran fabricados con monedas de 50 centavos, a las que los embera llaman “plata vieja”.

La llegada de Martínez a Bogotá no solo simboliza un viaje físico, también un viaje hacia la reivindicación de los derechos de los pueblos indígenas en Colombia. Tras la publicación de su historia, el Banco de la República se comunicó con los medios, afirmando que la imagen del billete es una representación artística de las mujeres embera, y no se identifica con una persona específica. Sin embargo, esta respuesta no detuvo el debate, ya que muchos argumentan que el reconocimiento de la identidad y los derechos de Martínez debe ser abordado de manera más seria.

Un ritual de jaibanismo en la Casa de la Moneda conecta a Martínez con sus raíces indígenas y simboliza protección cultural - crédito Freddy Cabarcas/Unfpa Colombia

Con la expectativa de que su historia no quede en el olvido, Martínez busca que su voz sea escuchada. La llegada de esta mujer embera a Bogotá pone de relieve la importancia de la representación cultural y los desafíos que enfrentan las comunidades indígenas en el reconocimiento de su historia y derechos. Su viaje a Bogotá es solo el comienzo de un diálogo necesario que busca dar visibilidad a las historias que fueron silenciadas y celebrar la riqueza de la diversidad cultural en Colombia.