El regreso de Armando Benedetti al círculo cercano del presidente Gustavo Petro provocó una reacción inesperada entre los altos funcionarios del gobierno colombiano.
Se pudo conocer que el 25 de noviembre varios ministros se negaron a participar en el Consejo de Ministros hasta recibir explicaciones del presidente sobre la reincorporación de Armando Benedetti, un hecho que generó tensiones en el gabinete.
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El periodista Daniel Coronell, en su programa en La W, detalló que la negativa de los ministros se comunicó al presidente justo antes de la hora prevista para el inicio del Consejo.
Este desacuerdo llevó a una reunión de cuatro horas, mientras el resto del gabinete, que no forma parte de la bancada de Gobierno, esperaba en la antesala. Entre los presentes se encontraba Laura Sarabia, directora del Departamento Administrativo de la Presidencia (Dapre).
De hecho, Iván Cepeda también mostró su descontento, asegurando un total apoyo a los ministros que se mostraron en desacuerdo con el arribo de Benedetti.
“Expreso mi respaldo a las ministras y los ministros de nuestro gobierno que piden una reflexión crítica sobre la llegada de Armando Benedetti a la Casa de Nariño. Existe una serie de hechos que cuestionan severamente la compatibilidad de esa decisión con nuestro proyecto político”, fueron las palabras de Cepeda en X.
El listado de quienes le hicieron plantón al presidente son:
- Iván Velásquez, ministro de Defensa Nacional
- Gloria Inés Ramírez, la ministra de Trabajo
- Andrés Camacho, ministro de Minas
- Daniel Rojas, ministro de Educación
- Juan David Correa, ministro de Cultura
- Francia Márquez, vicepresidenta de la República
- Alexander López, director nacional de Planeación
- Gustavo Bolívar, director del Departamento de Prosperidad Social
- Luz María Múnera, consejera para las Regiones
La situación se complicó aún más debido a las referencias de los funcionarios a amenazas explícitas dirigidas al presidente en audios enviados a Sarabia, lo que incrementó la preocupación y el malestar entre los ministros.
Este episodio refleja las tensiones internas dentro del Gobierno de Petro y la controversia que rodea a Benedetti, quien ha sido una figura polémica en la política colombiana.
De acuerdo con La W, los reclamos ministeriales partieron de las siguientes preguntas: “¿Por qué Armando Benedetti puede hacer parte de ese círculo cercano del presidente? ¿Cómo puede ser presentable que una persona como él sea parte de un Gobierno que proclama el cambio? ¿Cómo pueden el Gobierno y el presidente de la República hacer la vista gorda frente a los abusos pasados en los cargos anteriores? ¿Cómo es posible que se toleren las ausencias suyas en la Embajada en Venezuela? ¿Cuáles son las explicaciones que da frente al uso de vuelos privados? ¿Cómo callar las conductas en las que ha incurrido frente a su esposa y el escándalo sucedido en España? ¿Cómo puede el Pacto Histórico justificarse ante su base cuando una persona como Armando Benedetti está al lado del presidente de la República?”.
En la reunión, el presidente Petro comunicó que Armando Benedetti no tendrá contacto con los ministros, la vicepresidenta ni otros altos funcionarios del Gobierno. Según el mandatario, Benedetti no formará parte del Consejo de Ministros y su rol se limitará a la relación con el Congreso. Esta decisión se produce en medio de tensiones internas y tras la suspensión del Consejo de Ministros, que ha sido reprogramado para el 26 de noviembre a las 11:00 de la mañana.
El presidente Petro dejó claro que Benedetti no dará instrucciones a los miembros del Gobierno ni a su partido político. Esta medida busca aclarar el papel de Benedetti, quien se centrará exclusivamente en la relación con el Congreso, un área que también involucra al ministro de la política, Juan Fernando Cristo.
La situación ha llevado a una reconfiguración de las dinámicas internas del Gobierno, mientras se espera que las investigaciones disciplinarias avancen para esclarecer los hechos. La decisión de Petro busca mantener la cohesión y el enfoque en las prioridades gubernamentales, en un momento en que las tensiones internas podrían desviar la atención de los objetivos principales del gobierno.