Cambió el curso de la Fórmula 1. Diez años atrás, con su debut; ahora, al firmar el cuarto título consecutivo en el Gran Circo, a pesar de no haber alcanzado el podio en el Gran Premio de Las Vegas. Max Verstappen modificó las reglas a los 17 años y una década más tarde dominó el inicio del curso, enseñó la fiereza que lo caracteriza cuando se siente amenazado y en la primera oportunidad que se le presentó para festejar el tetracampeonato no vaciló y definió la temporada. A los 27 años emparejó la marca de Alain Prost y Sebastian Vettel y en la estadística solo lo superan Juan Manuel Fangio, Michael Schumacher y Lewis Hamilton. El neerlandés exhibió talento y temple para sortear un año en el que Red Bull Racing quedó envuelto en escándalos internos, pulseada por el poder, la fuga de ingenieros que marcaron los dos ciclos sobresalientes de la escudería de Milton Keynes, un compañero de garaje que rindió examen en cada gran premio y un auto que a partir de la mitad de la campaña quedó relegado, sin el empuje arrollador del año pasado. Un campeón que martilló en la pista y levanta la voz ante algunas decisiones de la Federación Internacional del Automóvil (FIA).
El mejor piloto en el mejor auto es una frase que resalta las razones de los ciclos dominantes que se establecieron entre hombres y máquinas a lo largo de la historia de la F.1. Red Bull Racing, con Verstappen, desanda la segunda etapa de poder: antes Vettel, entre 2010 y 2013, ahora el neerlandés. Dos tetracampeonatos, dos ilustres. MadMax dejó su rúbrica en cada consagración: la polémica definición en Abu Dhabi 2021 dio paso a un reinado con solvencia, en el que apabulló a los rivales en 2022 y, en particular, el año pasado, con el modelo RB19, un coche que por performance y estadística está entre los mejores de todos los tiempos del Gran Circo. Verstappen exprimió las bondades del diseño de Adrian Newey -el mago de la aerodinámica y que a partir del próximo calendario trabajará para Aston Martin, tras una tarea brillante de dos décadas en Milton Keynes- y los números resaltaron aquella fusión: ganó 19 grandes premios, el mayor número en una campaña, superando su récord de 15 éxitos de 2022; estableció la marca de diez victorias consecutivas y el mayor porcentaje de triunfos en un curso (86,36%); obtuvo la mayor cantidad de puntos en un año y una diferencia de 290 unidades sobre su compañero Sergio Checo Pérez, el subcampeón…
El tetracampeonato, en cambio, exaltó las virtudes del piloto. Explotó el viento de cola que el modelo RB20 traía de su antecesor para enseñarse preponderante en la primera mitad de la temporada, donde con siete éxitos en 10 fechas se apuntó como principal candidato a la corona. Cuando la debacle envolvió al equipo y la racha negativa encadenó una decena de grandes premios sin subirse al escalón más alto del podio, la perspicacia de Verstappen para minimizar los daños -beneficiándose del reparto de festejos que establecieron los pilotos de McLaren, Ferrari y Mercedes- hizo la diferencia. Y cuando los planetas se alinearon nuevamente en favor suyo, no vaciló y tomó la oportunidad, como en Interlagos: entre la lluvia y la bandera roja, MadMax descubrió el modo de romper el hechizo y firmar una remontada épica, la más destacada de los últimos 19 años en la F.1. Avanzó desde la posición 17 para cruzar primero la meta, tras la caída de la bandera a cuadros; para encontrar una remontada de ese estilo hay que viajar a Japón 2005, con la victoria de Kimi Raikkonen.
La coraza que se gestionó Verstappen permitió al neerlandés no enredarse en el peligroso juego interno por el mando que se desató en Red Bull Racing, tras la denuncia por conducta inapropiada de una empleada que envolvió a Christian Horner -jefe de la escudería y que tuvo el respaldo de Chalerm Yoovidhya, el mayor accionista de la empresa de bebidas energizantes- en la antesala del calendario. Jos Verstappen, padre de Max, apuntó con fiereza sobre el ingeniero británico para socavar la autoridad y por pasajes encontró el apoyo de Helmut Marko, asesor y quien maneja con mano de hierro el programa de desarrollo de pilotos. El enfoque del piloto se concentró en los circuitos y en advertir las deficiencias que presentaba el RB20, que fueron puntualizadas por Checo Pérez, aunque la racha ganadora del inicio de la temporada hizo que la voz del mexicano fuera desoída en Milton Keynes. “Convirtieron el auto en un monstruo”, se quejó Verstappen, que durante el año manifestó que el problema del equipo era el coche y no su compañero de escuadra. La voracidad por el éxito era su única obsesión.
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— Formula 1 (@F1) November 24, 2024
En soledad defendió el liderazgo del equipo entre los Constructores, aunque la consistencia de las alineaciones de McLaren y Ferrari torcieron el rumbo. Sin Checo Pérez como ladero para la batalla y en desventaja mecánica, hizo del juego psicológico un argumento para desestabilizar a Lando Norris (McLaren), cuando el británico se convirtió en un peligro para su reinado. Y no titubeó en estirar los límites: en Spielberg (Austria) provocó la colisión con Norris, maniobra que dejó fuera de combate el retador y aunque recibió una penalización de 10 segundos sumó 10 puntos contra ninguno del oponente. En México, la dirección de carreras impuso dos castigos de 10 segundos, aunque no perdió posiciones, y en la Sprint Racing de San Pablo le aplicaron un recargo de cinco segundos -cayó del tercer al cuarto puesto- por no respetar las normas del Virtual Safety Car. Las penas lo afectaban fuera de las pistas, en las carreras él marcó el pulso y con su ferocidad debilitó a quienes se relamían por un trono que es suyo desde 2021.
La tirantez de la relación con la FIA no es nueva, aunque en 2024 se hizo más marcada. El organismo rector sancionó a Verstappen, tras el Gran Premio de Singapur, por la utilización de palabras malsonantes. “Trabajos de interés público”, se dictaminó para el neerlandés, que como respuesta optó por boicotear las ruedas de prensa obligatorias y luego, camino al garaje, ensayar una conferencia con los medios por fuera del programa. El peso de la voz del tetracampeón también se hizo escuchar tras el cambio, a falta de tres fechas, del director de carreras: Rui Marques reemplazó a Niels Wittich. El calendario de 24 fechas es otro punto en el que resaltó su inconformismo.
De aquel polémico estreno, sin cumplir 18 años, que derivó en controversias por la entrega de la superlicencia a ensayar un reinado en las pistas y a comprometerse en cuestiones sensibles que afectan desde los pilotos a los mecánicos en la F.1. Max Verstappen, el tetracampeón que sofocó las batallas internas y fue impiadoso con aquellos que amenazaron su reinado.