El dengue continúa siendo un grave problema de salud pública en Perú, con un inicio de 2025 que ya refleja cifras preocupantes. Según información del Ministerio de Salud, los primeros cuatro días del año se han registrado 1.314 casos de esta enfermedad en el país, siendo las regiones de San Martín y Loreto las más afectadas, con 422 y 335 casos respectivamente.
Este panorama se da tras un 2024 que cerró con el mayor número de contagios de dengue en la historia del país: 280.726 casos y 262 fallecidos, cifras que evidencian una gestión sanitaria insuficiente para controlar la propagación del virus.
De acuerdo con el Centro Nacional de Epidemiología, Prevención y Control de Enfermedades del Minsa, la tasa de letalidad del dengue en Perú durante 2024 fue del 0,09%, superando a países vecinos como Brasil, Colombia, Argentina y Bolivia. Este dato subraya la gravedad del problema, especialmente considerando que la mayoría de las muertes fueron evitables.
San Martín y Loreto lideran las cifras de contagios
En lo que va de 2025, San Martín y Loreto concentran la mayor cantidad de casos reportados, seguidas por Piura con 111 casos, Cusco con 69 y Junín con 58. Otras regiones como Tumbes, Cajamarca, La Libertad y Lima también registran cifras significativas, aunque menores. En el caso de Piura, las provincias de Piura y Sullana son las más afectadas, acumulando el 70% de los casos en la región.
En detalle, la provincia de Piura reportó 39 casos, distribuidos principalmente en los distritos de Castilla (13), Piura (11) y Veintiséis de Octubre (10). Por su parte, Sullana registró 38 casos, con mayor incidencia en los distritos de Sullana (16) y Bellavista (10). Según el especialista en salud pública Julio Barrena Dioses, la incidencia en Sullana alcanza los 10,4 casos por cada 100.000 habitantes, lo que la convierte en una de las zonas más críticas del país.
Falta de agua agrava la situación en Piura
El doctor Julio Barrena Dioses, en declaraciones a Exitosa, explicó que la falta de acceso continuo al agua potable en Piura es uno de los principales factores que contribuyen a la propagación del dengue. Más del 87% de las viviendas en esta región deben almacenar agua, lo que genera criaderos ideales para el mosquito transmisor del virus, el Aedes aegypti.
Además, Barrena señaló que las lluvias estacionales y el aumento de las temperaturas también están favoreciendo el incremento de casos. Estas condiciones climáticas, combinadas con la baja continuidad del servicio de agua potable, crean un entorno propicio para la reproducción del mosquito y la transmisión de la enfermedad.
Impacto por grupos de edad
En cuanto a la distribución de casos por grupos de edad, el 33% corresponde a adultos, mientras que la mayor incidencia se observa en jóvenes, con una tasa de 6,6 casos por cada 100.000 habitantes. Este patrón refleja la vulnerabilidad de ciertos segmentos de la población frente al dengue y la necesidad de estrategias específicas para su prevención.
El especialista advirtió que los casos podrían aumentar en las próximas semanas debido a las condiciones climáticas y la falta de medidas efectivas para controlar los criaderos de mosquitos. Esta proyección subraya la urgencia de implementar acciones inmediatas para evitar que la situación se agrave aún más.
Gestión ineficaz ante el dengue
El cierre de 2024 con cifras récord de contagios y fallecimientos pone en evidencia las deficiencias en la gestión del Ministerio de Salud (Minsa) para enfrentar el dengue. La respuesta ha sido calificada como lenta y tardía, lo que ha permitido que el virus se propague de manera descontrolada en varias regiones del país.
Con un inicio de 2025 que ya muestra un panorama preocupante, las autoridades sanitarias enfrentan el desafío de reforzar las medidas de prevención y control, especialmente en las regiones más afectadas. La implementación de campañas de concienciación, la mejora en el acceso al agua potable y el fortalecimiento de los sistemas de vigilancia epidemiológica son acciones clave para frenar el avance del dengue en Perú.
El dengue no solo representa una amenaza para la salud pública, sino que también pone en evidencia las desigualdades estructurales que afectan a las regiones más vulnerables del país. La gestión efectiva de esta enfermedad será crucial para evitar que 2025 repita los lamentables récords alcanzados en 2024.