“El camionero Héctor Romero fue la última persona que mantuvo contacto con María Cash”. Los investigadores llegaron a esa certeza luego de dudar y analizar cada foja, declaración y evidencia en el expediente por la desaparición de la diseñadora de 29 años, el 8 de julio de 2011, en Salta. No tienen los elementos suficientes para aseverar que el chofer sea responsable de un crimen, pero creen que cuentan -por primera vez en trece años- con una hipótesis firme para desandar.
El día de la desaparición, Romero “levantó” en un camión Mercedes Benz blanco con acoplado y la leyenda “Catita” a la joven que hacía dedo a un costado de la Ruta Nacional N°34, en la rotonda del cruce de Torzalito, General Güemes. El chofer dijo que llevó hasta un sector conocido como la Difunta Correa, en el Paraje Palomitas, y luego siguió camino a Joaquín V. González.
El Cuerpo Especializado de Investigadores de la Provincia, comandados por el fiscal federal Eduardo Villalba, estima que Romero miente sobre el desenlace que tuvo el episodio y que, las múltiples versiones que se sucedieron una tras otra en la causa aportaron al desconcierto y beneficiaron la coartada del ahora principal sospechoso. “Cada testimonio alejó del foco a quien podría ser el responsable de la desaparición, tal como ocurrió con Loan (Peña)”, indicaron a Infobae.
“Hubo quienes declararon haberla visto por la recompensa, otros porque realmente lo creyeron así, pero se registraron más de 4000 alertas de personas que dijeron haberla visto”. Incluso, puntualizaron que el abogado Carlos Cuéllar y su hijo Hugo, aseguraron haber visto a Cash en la Difunta Correa a las 17 del día de la desaparición. “Es falso que la vieron como declararon porque sus líneas telefónicas impactaban a esa hora en otro lugar”, indicaron. Los fiscales también ponen lupa sobre el testimonio de Miguel Segura, empleador de Romero. Sospechan que lo benefició con su declaración.
La falta de colaboración de Romero (pese a que el caso había tomado repercusión pública no se presentó de forma espontánea a declarar), las contradicciones que, según los investigadores, tuvo durante sus testimoniales, la llamativa descripción que dio sobre María Cash, la imposibilidad de realización de la maniobra que alegó hacer en la gruta de la Difunta Correa, donde dijo haber dejado a la joven, y la ruptura de patrones de conducta que registró el día de la desaparición son aspectos de la causa que acrecentaron las sospechas e impulsaron una serie de medidas. Entre ellas, intervenciones telefónicas, a su línea y a la de sus allegados.
Fuentes del caso detallaron que el último 8 de julio, Romero y su hermano David tuvieron una conversación que resultó de interés para la investigación. Hablaron sobre la reactivación del caso. “¿Ha visto el quilombo otra vez de la hija de puta esa que se ha perdido?”, le habría dicho David a Héctor, según las fuentes. El camionero le respondió que estaba pensando en “eso” porque había sido un 8 de julio cuando “supuestamente” la había “levantado a esa” en la ruta, detallaron.
Luego, David aconsejó a Romero en caso de que lo citarán: “Tenés que declarar lo mismo que has declarado”, deslizó. Romero se despegó: “Yo nunca dije que era ella”. En sus declaraciones previas, el camionero había admitido que subió a una mujer en la ruta, pero negó haberle visto la cara “porque estaba despeinada y porque el pelo suelto le tapaba la cara”, aunque otros testigos detallaron que María Cash llevaba el pelo recogido.
Al mismo tiempo, se mostró molesto porque había trascendido una foto suya, sin estar imputado. También por el comentario de su hermano sobre un abogado. “¿Para qué buscar un abogado si yo no he hecho nada?”, preguntó y relacionó la reactivación de la causa a la desaparición de Loan.
Cuatro meses después de esa charla, David Romero acudió al Juzgado Federal N°2 de Salta para declarar como testigo. Lo que dijo sorprendió a los investigadores. “Si se mandó una cagada, que se haga cargo”, dijo sobre su hermano. En ese momento, para los investigadores, “se rompió el pacto de silencio”.
Romero tiene otro frente abierto: la familia Crespín, los moradores habituales del paraje donde se encuentra la gruta de la Difunta Correa y dueños de una gomería en la zona, aseguraron que, de haber bajado una persona en el lugar, su presencia habría sido advertida por ellos. Sin embargo, esa tarde no vieron a nadie.
Hay quienes creen que el camino que conduce al camionero es otro callejón sin salida. Sin embargo, los investigadores dejaron claro que no están dispuestos a que la desaparición de María Cash sea un caso sin resolver.