En el firmamento del pop latino, María Becerra se erige como una de las estrellas más resplandecientes. Tras un 2024 colmado de triunfos, la cantante conocida como La Nena de Argentina, encontró un equilibrio entre el vértigo del éxito y la construcción de una identidad artística propia, marcada por su autenticidad y determinación.
En las últimas semanas, Becerra celebró su nominación a los Latin Grammy 2024, presentó colaboraciones de alto impacto como “Pa qué volviste” junto a Elena Rose y “Sexo es la moda” con Yandel, y ofreció un multitudinario concierto en Rosario. A días de su próximo show en Montevideo, programado para el 30 de noviembre, María se permitió una pausa en su apretada agenda para visitar programas en España, entre ellos La caja de Música, donde habló con sinceridad sobre los desafíos y decisiones que marcaron su carrera.
La descripción que el equipo del programa español le dedicó a la oriunda de Quilmes refleja no solo su destreza como intérprete, sino también su esencia humana. “Es una artista crecida a cincel, paciente, con un talento infinito y sin límites. María Becerra se exige y exige, y cuando sube a un escenario lo devora con la fiereza de una artista indomable y la fragilidad de una niña que pone todo al servicio de los sueños que cumple a cada paso”, expresaron, al subrayar su capacidad de combinar originalidad, humildad y una seguridad arrolladora.
La conversación giró en torno a uno de los puntos más discutidos de su reciente trayectoria: la decisión de no compartir escenario durante sus shows en River. Un tema que encendió debates y que María abordó con su característica frontalidad.
“Me da mucha paja que eso sea mal visto”, señaló la intérprete de “Automático” al responder por qué optó por no invitar a otros cantantes a sus conciertos. “Me ha pasado que un artista me diga: ‘Voy a hacer mi Movistar Arena’, y yo ofrecerme a cantar, y me respondan: ‘No, creo que lo voy a hacer solo’. Y está perfecto. Cada uno está en su camino y en su experiencia. Cuando uno empieza a sentir obligaciones por compromisos o por miedo a que el otro se enoje, pierde la esencia”.
Con una mezcla de serenidad y firmeza, explicó que su show fue concebido como una obra integral, una experiencia narrativa con bloques, actuaciones, visuales e interacciones que exigían una coherencia conceptual. “Es mi espectáculo, y una lo monta como quiere. No te podés enojar porque no te invité a cantar. Tal vez tenía ganas de emprender este camino sola, mi pequeña gran obra de teatro. Y así fue. Hubo mucha gente que se lo tomó mal, pero allá ellos. Jamás hubo mala intención ni ganas de faltarle el respeto a nadie. De hecho, de esto se habló antes”, cerró.
María también destacó la importancia de la comunicación y el respeto en estas decisiones, aunque reconoce que las interpretaciones ajenas pueden desviar el foco. “Que cualquiera lo quiera interpretar como lo interprete, pero la comunicación y el respeto están”.
En un mundo donde la colaboración parece ser la norma para consolidar el éxito, la postura de María Becerra resalta como un acto de afirmación personal. Su decisión de hacer de cada show una expresión única y propia reafirma su búsqueda de libertad artística. Sin embargo, también expone las tensiones que surgen cuando las expectativas externas chocan con las elecciones individuales.
En sus palabras, se refleja, además del carácter de una artista madura, el temperamento de una joven que comprende la naturaleza efímera de la fama y reconoce la importancia de mantenerse fiel a sí misma. Porque cada paso que da, cada canción que entona, es una declaración: María no solo canta, narra su vida. Y lo hace, como siempre, a su manera.