MAR DEL PLATA.- Un intento de robo, en principio protagonizado por dos motochorros, terminó con un comerciante asesinado de un disparo. Si bien no se confirmó la identidad de la víctima, sería la misma persona que el año pasado, en una circunstancia similar, había salvado su vida milagrosamente: le dispararon y el proyectil quedó incrustado en un paquete de chicles.

Así lo informaron fuentes de la investigación. El fallecimiento se constató dentro de un quiosco situado en la avenida Peralta Ramos casi Irala, a unos 600 metros del Estadio Mundialista. Allí atendía un hombre de unos 50 años y que en aquella oportunidad, a comienzos de abril pasado, se había defendido de los asaltantes con un aerosol con gas pimienta.

Personal de Policía Científica trabajaba en la escena del crimen, donde poco antes un equipo de emergencias médicas del Servicio de Atención Médica de Emergencia (SAME) constató que la víctima estaba sin vida.

Paralelamente, se inició la investigación y búsqueda de los autores del crimen a partir de registros de cámaras de video con las que instaladas en el quiosco y otras del sistema público municipal y de comercios vecinos, con las que se intentan reconstruir los movimientos previos y la fuga de los asesinos.

El intento de robo ocurrió poco antes de las 16 y fueron vecinos los que dieron aviso al servicio de emergencias 911, con pedido de ayuda inmediato, tanto para presencia policial como de médicos para que asistan al comerciante.

Motochorros asesinaron a un comerciante en Mar del Plata

El fiscal Alejandro Pellegrinelli, a cargo de la investigación, confirmó que el ataque quedó registrado por las cámaras del propio local y habló de una secuencia muy breve de tiempo, con más gritos que palabras entre víctima y sus asesinos.

“Hay un objetivo de robo y quizás la reacción de la víctima desenlaza la tragedia”, afirmó en declaraciones a la prensa. El representante del Ministerio Público confirmó un único disparo que podría ser de un revólver calibre 32 o 38, según anticiparon los forenses.

Se trata de una zona muy comercial, sobre una avenida muy transitada, y de un local que funciona como polirubro y que además tiene habilitada una caja de cobro de servicios, por lo que tiene un movimiento importante de dinero aunque muchas de esas operaciones son electrónicas, con mínimo manejo de efectivo.

Tras aquel caso en que salvó su vida cuando le dispararon también en circunstancias de un intento de asalto a mano armada, el comerciante a cargo del lugar había asegurado que no estaba dispuesto a quedarse quieto frente a los delincuentes. “Manoteé el gas pimienta y le empecé a tirar al primero que estaba enfrente, el que disparó, y después al que estaba al lado”, dijo mientras exhibía el pequeño paquete de chicles en el que quedó incrustado un proyectil calibre 22, del que era destinatario.