Era septiembre pasado cuando personal de la Policía de la Ciudad interceptó un auto Volkswagen Fox que circulaba de forma sospechosa. El conductor era un ciudadano peruano con antecedentes por contrabando de dólares. En ese operativo, los uniformados secuestraron dos kilos de droga y un teléfono celular. Era el puntapié inicial de una investigación que, seis meses después, puso al descubierto una organización narco que traficaba estupefacientes a Uruguay en una lancha que tenía amarrada en la costa de Entre Ríos y que ocultaba 40 kilos de cocaína en el placard de una casa del barrio porteño de Villa Luro.
En las últimas horas, el juez federal Julián Ercolini, magistrado que subroga en la causa a su colega Sebastián Casanello, procesó con prisión preventiva a dos sospechosos de integrar la organización narcocriminal.
Uno de los procesados, según surge del expediente judicial al que tuvo acceso LA NACION, es Hugo Alberto Olmedo Ercila. En su domicilio situado en Alejandro Magariños Cervantes al 5500, en Villa Luro, se secuestraron los 40 paquetes de cocaína, los ‘los ladrillos’ de droga tenían pegada la ilustración de un delfín.
“Olmedo Ercila se dedicaría a la comercialización y/o distribución de material estupefaciente. En el interior de un placard emplazado en la habitación del imputado se secuestraron 40 paquetes de los denominados ‘ladrillos’ de aproximadamente un kilo cada uno, envueltos con una cinta adhesiva color amarilla, en cuyo interior se encontraba una sustancia de color blanca, la que, sometida al test orientativo correspondiente, arrojó resultado positivo de clorhidrato de cocaína. De acuerdo a lo relevado por el personal policial, los paquetes mencionados tenían una imagen de un delfín inserta sobre el cuerpo de la sustancia”, se sostuvo magistrado al procesar al imputado.
Además, en la casa del sospechoso se secuestraron cuatro pistolas nueve milímetros y municiones. Las armas decomisadas no tenían la documentación necesaria para acreditar su legítima tenencia, según se desprende del expediente judicial.
“La gran cantidad de material estupefaciente secuestrado en el inmueble del imputado, la forma en la que se encontraba acondicionado y resguardado, y los demás elementos hallados en los domicilios registrados (dinero en efectivo, armas, celulares y una balanza) permiten afirmar, con el grado de certeza requerido en esta instancia, que su conducta se encuentra inmersa dentro de la cadena de tráfico de estupefacientes. Las constancias incorporadas resultan sumamente convincentes en torno a la acusación formulada, conformándose así un marco de probabilidad contundente y suficiente para esta etapa preparatoria, sobre la materialidad del hecho atribuido y la participación que ha tenido el encartado”, sostuvo el magistrado en la citada resolución.
El juez Ercolini también procesó con prisión preventiva a Jhonny Ariel Camacho Porrez, un ciudadano boliviano que, según pudieron reconstruir los detectives judiciales, cumplió un rol clave en la banda
Las pruebas claves para identificar a Camacho Porrez y a Olmedo Ercila y a otros sospechosos en la trama narco surgieron a partir de la documentación secuestrada en septiembre pasado cuando personal de la Policía de la Ciudad detuvo con dos kilos de cocaína al ciudadano peruano Delio Silva Huamán.
El vehículo en el que circulaba el sospechoso estaba a nombre de un oficial de la fuerza de seguridad porteña pasado a disponibilidad, que tiempo después fue procesado por el juez Casanello.
Además, en el interior del auto que conducía Silva Huamán se halló “un recibo expedido” expedido a nombre de Camacho Porrez. Se trababa del comprobante de pago de una guardería náutica en Concepción del Uruguay, en Entre Ríos.
Por orden del juez se registró y se secuestró la embarcación a nombre del ciudadano boliviano que estaba amarrada en una embarcación de Concepción del Uruguay.
Había más pruebas. En el teléfono celular secuestrado en poder de Silva Huamán había dos contactos telefónicos que resultaron clave para los investigadores: Olmedo y Carmelo Uy.
Eran dos líneas telefónicas utilizadas por Olmedo Ercila. Una la usaba para los “negocios narcos” y la otra para su vida personal, para comunicarse con su familia y amigos, según explicaron a LA NACION fuentes judiciales.
“Hay que moverla al toque compadre”, fue uno de los audios que el ciudadano peruano le envió a Olmedo Ercila pocas antes de ser detenido por el personal policial. Para los investigadores no hay dudas de que se refería a un cargamento de cocaína.
La identidad del contacto Carmelo Uy fue descubierto por detectives del Departamento de Inteligencia Contra el Crimen Organizado de la Policía Federal Argentina (PFA). La identidad del contacto Carmelo Uy fue descubierto por detectives del Departamento de Inteligencia Contra el Crimen Organizado de la Policía Federal Argentina (PFA). Los investigadores judiciales también tuvieron la colaboración de personal de la Policía de Entre Ríos.
“El propietario de la guardería náutica en la que se encontraba amarrada aportó diversa documentación relevante para el avance de la investigación. En primer lugar, del libro de movimientos se desprende que aquella lancha registró 29 salidas con sus respectivos regresos entre los días 17 de marzo y 31 de agosto de 2024, los que, según se plasmó, habrían tenido como destino la isla Cambacua situada sobre el río Uruguay, próxima al país vecino”, según se desprende del expediente judicial.
Informes de las empresas de telefonía celular informaron que las líneas telefónicas de Camacho Porrez y Silva Huamán se activaron en Uruguay.
Al procesar al ciudadano boliviano, el juez Ercolini afirmó: “Estos elementos permitieron sospechar que Camacho Porrez y Silva Huamán podrían haber utilizado dicha embarcación para materializar el traslado de sustancias estupefacientes hacia Uruguay. De hecho, en el teléfono de Silva Huamán se halló un video registrado con fecha 20 de agosto de 2024, donde se visualiza una figura masculina navegando en una lancha de iguales características a la secuestrada”.
Fuentes judiciales destacaron que, a partir del hallazgo “fortuitos” de dos kilos de cocaína, se avanzó y desbarató una organización dedicada al tráfico internacional de estupefacientes, algunos de cuyos integrantes esperan ser juzgados en un juicio.