Saltarse comidas o ingerir alimentos en horarios irregulares puede parecer una práctica inofensiva, pero sus efectos en el organismo son más profundos de lo que se cree, especialmente en personas mayores de 60 años. Según informó Banner Health, una cadena de asistencia sanitaria en Estados Unidos, este hábito puede alterar los procesos metabólicos del cuerpo, lo que podría resultar en un aumento de peso y en dificultades para mantener una salud óptima.
De acuerdo con los expetos, cuando las personas no comen con suficiente frecuencia, los niveles de azúcar en la sangre, también conocidos como glucosa, pueden disminuir drásticamente. Amanda Spina, nutricionista registrada de la misma institución, explicó que la glucosa proviene directamente de alimentos y bebidas que contienen carbohidratos, o bien de las reservas y la producción de glucosa en el hígado, por lo que es importante su consumo a diario, sin llegar a excederse.
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El ayuno a corto plazo no suele tener un impacto significativo en el metabolismo general. Sin embargo, cuando esta actividad se prolonga o se convierte en un hábito recurrente, el cuerpo entra en lo que se conoce como “modo de inanición”. En este estado, el cerebro envía señales al organismo para ralentizar sus funciones metabólicas con el objetivo de conservar energía, lo que puede resultar en una disminución de la quema de calorías y, paradójicamente, en una recuperación rápida del peso perdido.
Además, saltarse comidas puede generar una sensación de fatiga y falta de energía durante el día, lo que afecta tanto el rendimiento físico como mental. Según los expertos de Banner Health, mantener un patrón de alimentación constante no solo ayuda a evitar estos efectos negativos, sino que contribuye a una mejor regulación del peso y a una mayor estabilidad en los niveles de energía.
Consejos para evitar saltarse comidas
Para aquellos que enfrentan agendas ocupadas o dificultades para organizar sus horarios de alimentación, existen algunas recomendaciones que pueden ayudar a mantener una dieta equilibrada y constante. Una de las estrategias más efectivas es planear sus comidas del día con anticipación, así como tener a mano refrigerios saludables, como frutas frescas, zanahorias pequeñas, yogur o nueces, pues esto puede convertirse en una solución rápida y nutritiva para evitar largos periodos sin comer.
Otra sugerencia es preparar los ingredientes de las comidas con antelación, es decir, para la semana. Lavar y cortar verduras, así como dividir en porciones hierbas y condimentos, facilita la preparación de alimentos cuando tiene prisa y evita que se quede sin comer. Para las personas que tienen dificultades con el desayuno, los especialistas recomiendan opciones como avena, yogur o huevos duros.
Cocinar porciones más grandes durante la cena también puede ser una estrategia útil, pues la comida restante puede almacenarse en recipientes y utilizarse como almuerzo. Además, se debe tener un horario específico para el almuerzo, evitando compromisos que interfieran con este tiempo.
El impacto de los hábitos alimenticios en la salud se vuelve más evidente con el paso de los años. Así que proporcionar al cuerpo los nutrientes adecuados en horarios regulares es esencial y especialmente importante después de los 60 años, cuando el metabolismo tiende a ralentizarse y el cuerpo se vuelve más susceptible a los efectos negativos de una dieta desordenada en la juventud.
En ese orden de ideas, mantener un horario de comidas constante puede contribuir a una mayor esperanza de vida y a una mejor calidad de vida en general. Los expertos enfatizan que pequeños cambios en la rutina diaria, como los mencionados anteriormente, pueden marcar una gran diferencia en la salud a largo plazo.