Existe un fenómeno por estos días que es muy frecuente en las redes sociales: la búsqueda de errores, faltas o defectos de los demás.

¿Qué es lo que le sucede a una persona que, de manera constante y compulsiva, necesita analizar, evaluar y juzgar el error ajeno? Ya sea que se trate de un error personal, profesional o espiritual. Te comparto tres ideas al respecto:

1. El placer voyerista

Es el placer de ver. Imagina que te invitan a comer y te presentan un plato de pollo de muy exquisito sabor; sin embargo, no puedes disfrutarlo debido a tu constante búsqueda de huesos en el mismo… La persona con esta actitud no puede disfrutar de lo que ve porque está siempre buscando el error del otro. Sería como ir al hogar de una persona y dirigirse a inspeccionar el receptáculo de residuos en la cocina. Muchos disfrutan observar, analizar (y hasta filmar y compartir) la basura emocional de los demás.

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2. El placer sádico

La persona, en este caso, reacciona con frases como: “¡Qué vergüenza!”, “¡Qué barbaridad!”. Leí hace poco que alguien perdió un hijo y lo compartió en las redes; y la gente le comentaba cosas como: “No lo cuidaste”, “No te preocupaste”, “No le diste suficiente amor”. El sadismo aparece enmascarado a través de la ironía, del sarcasmo, de un comentario inteligente (“te hago reír”); pero también de la agresión directa cargada de furia. Este tipo de placer procura liberar, bajo el rótulo de “una buena causa”, la ira retenida que proviene, vaya a saber, de qué frustración personal.

3. El placer narcisista

Aquel que mira la publicación de alguien y la analiza en detalle para criticarla está expresando: “Yo soy mejor que vos, a mí no me pasó eso que te pasó a vos”. En realidad, es un narcisismo encubierto. Por lo general, esta suele ser una típica conducta infantil: el niño que se burla de otro que se cayó porque, en el fondo, está diciendo: “Vos te caíste, yo no; yo soy más inteligente que vos”.

Los buscadores de defectos ajenos se mueven con estos tres tipos de placeres. En cambio, las personas nutritivas, las que le hacen bien a los demás, se enfocan en lo positivo del otro, se alegran del crecimiento y el éxito ajenos y hacen uso de la validación todo el tiempo.