Tras recorrer serpenteantes carreteras o aterrizar luego de un vuelo, un turista, ya sea peruano o extranjero, pisa un territorio que ostenta mucha historia. Sin necesidad de preguntar en el terminal o el aeropuerto, más de uno sabe que ha llegado a Arequipa, una ciudad llena de encantos, entre ellos uno visible desde cualquier punto.
En un espacio abierto, basta alzar la vista para descubrir una imponente montaña de forma casi cónica y perfecta, cuya presencia deslumbra a todos: el volcán Misti, que se eleva aproximadamente 5.822 metros sobre el nivel del mar.
A medida que pasan las horas, el turista se topará con la Catedral de Arequipa, el intrigante Monasterio de Santa Catalina y una serie de casonas coloniales. Estas edificaciones evocan la sensación de un viaje en el tiempo, recordando que por esas calles han circulado generaciones con sus historias y leyendas.
Las calles, adornadas con edificaciones de sillar, esa distintiva piedra volcánica blanca, son testigos de un carácter peculiar. De un tiempo a esta parte, ha cobrado fuerza la idea de que los arequipeños son orgullosos, una percepción que ha traspasado fronteras, generando intensos debates, especialmente en su propia tierra.
¿Son los arequipeños los más orgullosos de todo el Perú?
Antes de abordar esta pregunta, es importante indicar que hay muchas razones para que un arequipeño se sienta orgulloso. Famosa por su arquitectura colonial y la imponente presencia del volcán Misti, Arequipa ofrece una amplia variedad de atractivos turísticos, desde el emblemático Monasterio de Santa Catalina hasta el Cañón del Colca.
Cada agosto, su gastronomía tradicional cobra protagonismo, con platos como el rocoto relleno, el adobo y los camarones, que se disfrutan al compás de la música y las danzas típicas, entre ellas el carnaval arequipeño.
El orgullo arequipeño también se ve reflejado en su reconocimiento internacional. El 2 de diciembre del 2000, el casco antiguo de Arequipa fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco, un logro que resalta su valor histórico y arquitectónico. Además, la ciudad es cuna de Mario Vargas Llosa, uno de los más grandes escritores a nivel mundial, quien en 2010 fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura.
Ahora bien, para responder a la pregunta, resulta pertinente citar al escritor arequipeño Orlando Mazeyra Guillén, quien escribió un artículo titulado “¿Es cierto que los arequipeños somos los más orgullosos de Perú?”. “Hay que decir, de una vez, que el arequipeño es quizá el más orgulloso y el más regionalista del Perú (por su genuino y descomunal amor a su tierra, por considerar que nacer en Arequipa es un privilegio insondable)”, escribió en BBC Mundo.
¿Qué significa ser una persona orgullosa? Un ciudadano orgulloso experimenta una profunda satisfacción por sus logros, cualidades o pertenencias. Este sentimiento puede manifestarse de forma positiva, como una sana confianza en sí mismo, o negativa, cuando deriva en arrogancia o menosprecio hacia los demás.
En este contexto, es menester mencionar que los arequipeños sienten un gran orgullo por su identidad y tradiciones. Sin embargo, cuando expresan este orgullo de manera directa, pueden generar reacciones intensas. Por ejemplo, afirmar que “las picanterías auténticas solo existen en Arequipa” podría provocar desacuerdos, especialmente si un peruano de otra región escucha esta declaración.
En pleno intercambio de ideas, puede surgir una frase peculiar pronunciada por los arequipeños. “No en vano se nace al pie de un volcán”, suelen decir los arequipeños. Este mensaje reflejaría el espíritu de los lugareños, cuyas emociones y energía brotan con la fuerza de una erupción volcánica.
Energía como la que tuvo Mariano Melgar, el joven arequipeño que dejó la pluma para empuñar las armas, convencido de que la poesía y la patria compartían un mismo ideal: la libertad. Su fervor lo llevó al campo de batalla en Umachiri, donde, a los 24 años, entregó su vida. Su sacrificio transformó su existencia en un poema eterno, escrito con sangre y honor en las páginas de la historia del Perú.
En otro apartado del artículo del literato Mazeyra Guillén, se lee lo siguiente: “El poeta César ‘Atahualpa’ Rodríguez, en su célebre ‘Canto a Arequipa’, es muy visceral: ‘Aquí, respirando ancestro, se forjó mi loco empeño; yo no he nacido peruano; yo he nacido arequipeño’”.
Más información:
El toro Legendario que enorgullece a Arequipa
Menelik, el legendario toro que llena de orgullo a los arequipeños, dejó una impronta más allá de las arenas de pelea. Sus presentaciones no solo emocionaron a multitudes, sino que también permitieron recaudar importantes sumas de dinero destinadas a obras de infraestructura en la región. Nombrado en honor a Menelik II, emperador de Etiopía, este astado se consolidó como un símbolo admirado por todos, representando el espíritu y la historia de Arequipa.
Con una presencia imponente y una mirada desafiante, Menelik reunía hasta 15 mil espectadores en cada presentación. Su fama trascendió las plazas de toros, ganándose un lugar especial en la historia de Arequipa. Hoy, su legado vive en la escultura ubicada en la avenida Socabaya N° 206, un punto de interés para turistas nacionales e internacionales. Además, en Paucarpata, en la calle Colón N° 180, se encuentra un museo dedicado a este extraordinario animal.