Había salido a dar un paseo cerca de un lago que en esa época del año estaba parcialmente congelado cuando vio algo que la impactó: a unos doce metros de la orilla y atrapado en un pequeño trozo de hielo, divisó a lo lejos la figura de un pequeño gato de pelaje negro y blanco.
Dawn Felicani, la mujer que había visto al animal en peligro en el lago Nabnasset de Westford, Massachusetts, entró en pánico pero tuvo la lucidez suficiente para saber que ella misma no podría ayudarlo. Por eso se comunicó de inmediato con la agencia de control de animales de esa localidad. “La mujer lloraba, yo trataba de mantenerla tranquila para obtener información sobre la ubicación precisa del gato y me decía entre lágrimas que podía escuchar el hielo crujir debajo del animal”, contó Kirsten Hirschler del control de animales a un medio local.
Una noche de tormenta, con solo 3 o 4 meses, se metió en su casa: “Creí que te rescataba pero el rescatado fui yo”
Segundos después ocurrió lo peor, mientras las mujeres hablaban por teléfono, el gato cayó al agua helada. En ese momento, realmente parecía que toda esperanza estaba perdida. Entonces, ocurrió un milagro.
Dos hombres que habían estado trabajando en una casa cercana, notaron lo que estaba sucediendo y saltaron a un bote de remos. Uno de ellos utilizó una pala para desplazarse en el agua, remó lo más rápido que pudo hacia el gato y llegó justo a tiempo.
“El hombre pudo alcanzar rápidamente al gato y lo sacó del agua momentos antes de que sucumbiera al frío gélido”, escribió el Control de Animales de Westford en una publicación de Facebook. Los hombres envolvieron al gato en mantas, lo secaron y le dieron calor. Hirschler llegó al lugar poco después y encontró a un gato sano y salvo, pero muy conmocionado. “No se movía mucho. Respiraba superficialmente. Era evidente que había perdido temperatura y necesitaba atención veterinaria”.
Hirschler estaba decidida a hacer todo lo que estuviera a su alcance para ayudar al gato. Corrió al veterinario y quedó angustiada con el panorama: el estado del animal era tan grave que los médicos no estaban seguros de que lograra salir adelante. “Estaba temblando, letárgico y en estado de shock. Le tomaron la temperatura y ni siquiera se registró en el termómetro”.
Afortunadamente, gracias al rápido accionar del equipo veterinario, el gato empezó a sentirse mejor. El siguiente paso era reunirlo con su familia, pero como no tenía microchip, no había una forma clara de ponerse en contacto con sus tutores.
Hirschler publicó una foto del gato en las redes sociales con la esperanza de que su familia la viera. Poco después, una pareja se puso en contacto diciendo que el gato era suyo y que se llamaba Tiki. Fue en ese momento que se pudo reconstruir la historia: Tiki había conseguido escabullirse de la casa la noche anterior y acabó cerca del lago. Probablemente habría perdido el rumbo y se dirigió hacia el lago congelado, donde acabó atrapado.
Pero las sorpresas aun no terminaban. Cuando la pareja fue a recoger a Tiki, reveló algo increíble a Hirschler y a los veterinarios: Tiki no solo era ciego, sino que además tenía 20 años. La edad de Tiki hizo que el rescate fuera aún más milagroso y demostró la fortaleza del gato. Según los padres de Tiki, ahora que ha vuelto a casa, no actúa como alguien que acaba de pasar por una experiencia que puso en peligro su vida. Es el mismo Tiki de siempre. “No podemos creer que haya sobrevivido. Estamos muy emocionados por tenerlo de nuevo con nosotros”, dijeron.
Fuentes: The Dodo y Westford Animal Control.
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