La ministra de Relaciones Exteriores de Colombia, Laura Sarabia, presentó su renuncia protocolaria al presidente Gustavo Petro, en un movimiento que se sitúa dentro de los cambios anunciados por el mandatario para su gabinete a menos de un año y medio de culminar su mandato. La decisión de la mano derecha del mandatario llega en un momento clave, justo después de que el presidente comunicara a través de su cuenta en X la necesidad de realizar ajustes dentro de su equipo de trabajo.
A través de un mensaje en sus redes sociales, Sarabia expresó su compromiso con el servicio público y dejó claro que su decisión responde a una solicitud directa del presidente: “He expresado en repetidas ocasiones que no hay mayor privilegio ni honor que servir a los y las colombianas. Con el propósito de que pueda tomar las decisiones que considere más adecuadas, me permito presentar mi renuncia protocolaria al presidente @petrogustavo”.
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El anuncio realizado por el presidente Petro en redes sociales, en el que instaba a sus ministros y ministras a presentar sus renuncias, ha generado diversas interpretaciones en el ámbito político y social. Aunque la razón oficial del cambio es dar paso a decisiones adecuadas para la administración en lo que resta de su mandato, la renuncia de Sarabia también coincide con un momento de alta presión política para el Gobierno marcado por diversas dificultades internas y desafíos en la implementación de sus políticas.
Laura Sarabia, la mano derecha de Petro, que flaqueó con el tiempo
A sus 30 años, Laura Sarabia ha logrado una trayectoria política que pocos han conseguido en tan corto tiempo. Desde su llegada a la presidencia de Colombia con Gustavo Petro en 2022, se convirtió rápidamente en una de las figuras más poderosas y cercanas al mandatario, desempeñándose en roles clave dentro de su administración; sin embargo, su camino estuvo marcado por controversias que pusieron en cuestión su integridad y el ejercicio del poder en el Gobierno.
Sarabia inició su carrera política como jefa de gabinete de la Presidencia, un cargo de alto perfil en el que mostró su capacidad organizativa y de gestión, pero, a los pocos meses, su nombre estuvo vinculado a un escándalo de corrupción y abuso de poder que sacudió el Gobierno de Petro.
El incidente comenzó cuando un maletín con una considerable suma de dinero desapareció misteriosamente bajo su responsabilidad, lo que generó una crisis en la Casa de Nariño. A este hecho se sumó el caso de Marelbys Meza, una de sus empleadas, que fue forzada a pasar por un polígrafo en los sótanos del Palacio de Nariño. Junto a otra trabajadora, ambas fueron tratadas como criminales del Clan del Golfo, una situación que involucró a la Policía Nacional y levantó serias acusaciones sobre el abuso de poder por parte de la administración de Petro.
Este escándalo culminó con la renuncia de Laura Sarabia a su puesto como jefa de gabinete, pero lo que siguió no fue una salida del radar político. En lugar de desvanecerse, la mujer pronto retomó un papel importante en la administración, al ser nombrada directora de Prosperidad Social, una de las entidades más influyentes en el Estado. Aunque su paso por este cargo no estuvo exento de controversias, ya que muchos la percibían como una figura vinculada demasiado estrechamente con Petro, su presencia continuó siendo destacada.
Poco tiempo después, Sarabia fue designada para dirigir el Departamento Administrativo de la Presidencia (Dapre), una entidad clave en la estructura del poder presidencial. Esta nueva asignación reflejó la consolidación de la mujer como la mano derecha del presidente. Se especuló que la movida también estaba relacionada con la necesidad de fortalecer el control del Gobierno sobre las decisiones administrativas y políticas, ya que el presidente Petro otorgó mayores facultades a quien ocupara este cargo.
La relación cercana entre Sarabia y Petro se consolidó aún más cuando la ministra asumió el cargo de ministra de Relaciones Exteriores. Esta posición se dio en un contexto internacional tenso, especialmente con Estados Unidos, tras la llegada de Donald Trump en a la Casa Blanca. Las políticas migratorias del gobierno, que incluyen fuertes restricciones, fueron motivo de controversia, y Petro mantuvo una postura firme frente a las amenazas económicas provenientes de Washington.