En un contexto en el que el crecimiento de edificios inteligentes es constante, el mercado latinoamericano alcanzó, según un reciente estudio, un valor aproximado de casi US$6000 millones en 2023, y se calcula que llegará a los US$16.000 millones en 2032.
Esta tendencia se desarrolla dentro del marco más amplio del mercado inmobiliario, que, incluso en las estadísticas más conservadoras, es responsable de más del 35 % de las emisiones de CO₂ a nivel mundial y en el cual se estima que se desperdicia aproximadamente un 30 % de la energía, principalmente debido a la falta de herramientas adecuadas para su gestión. Este panorama presenta enormes desafíos ambientales que han llevado a un creciente compromiso de las empresas para desarrollar soluciones tecnológicas innovadoras.
En este sentido, el mercado de los smart buildings se destaca al integrar tecnologías diseñadas para mitigar el impacto ambiental, proteger los activos naturales, las economías y la calidad de vida de las personas. Así, se impulsa un nuevo modelo en el que los smart buildings prosperan cada vez más.
Para colaborar con la gestión eficiente de energía e impactar al mismo tiempo en la meta global de descarbonización, los desarrollos en digitalización y automatización apuntan a que las nuevas edificaciones se realicen cada vez más bajo un modelo de electrificación que busque una menor dependencia de combustibles fósiles y permita una utilización energética más controlada, en pos de lograr la optimización de los consumos.
Por su parte, los propietarios y operadores de construcciones tienen la oportunidad de reducir el desperdicio de energía y modernizar los edificios mediante la electrificación de los consumos.
Dada la madurez tecnológica de los dispositivos IoT (Internet de las cosas) para la distribución eléctrica y de los sistemas de recolección de datos para su transformación en información simple de interpretar, se ha agilizado la toma de decisiones y armonizado tanto la oferta como la demanda de energía. Incluso, hoy en día, esto se ve potenciado por la introducción de la Inteligencia Artificial (IA), que incrementa las alternativas eficientes e integrales para agregar valor y descarbonizar las estructuras existentes, un atributo que posiblemente impactará en la competitividad del mercado inmobiliario en el corto plazo.
Para anticiparse a esa tendencia, existen plataformas que, mediante potentes herramientas analíticas basadas en IA e IoT, optimizan la gestión energética y la automatización mediante el modelado térmico, la gestión de los entornos y la administración de la demanda de energía, mejorando tres variables clave: eficiencia, sostenibilidad y confort.
Cabe destacar que la inversión requerida para eficientizar el consumo energético en edificios no es una barrera en la transición, ya que las herramientas de adaptación y reutilización son escalables y adaptables a cada estructura. Además, estas soluciones ofrecen información procesada sobre la conversión, lo cual permite profundizar de manera progresiva en la implementación.
Los costos de mantenimiento y de consumo energético representan más del 70 % de los costos totales de un edificio y son una parte muy importante del consumo total de energía del país, representando un desafío importante en términos de eficiencia energética y sostenibilidad. Así, sin dudas, en un futuro cercano, los edificios inteligentes se posicionarán como el estándar de la construcción, no solo por su eficiencia energética, sino también por el incremento en el precio de alquiler o venta debido a su capacidad para adaptarse a las necesidades cambiantes de un mundo cada vez más digitalizado. La inversión en estas tecnologías no es solo una elección, sino una apuesta por un futuro más sostenible, resiliente y digital.
El autor es gerente de Canal & Líder de transformación digital (IoT) de Schneider Electric