Titanic es, sin dudas, una de las películas más importantes en la industria cinematográfica. Protagonizada por Leonardo DiCaprio, Kate Winslet, Jack Dawson, entre otros, este film pasó a la historia por contar la historia de un reconocido transatlántico llamado RMS Titanic que chocó contra un iceberg y se hundió varios metros en las profundidades del agua del océano Atlántico.
El inicio del rodaje de esta película se dio en julio de 1996, aunque, previamente, el director James Cameron tomó una decisión para no levantar sospechas entre sus colegas. En primera medida, Cameron no tenía en sus planes hacer el rodaje de Titanic. Le interesaba su historia, las historias de vida de los tripulantes, pero aun así no quería avanzar con ese proyecto.
Sin embargo, una corazonada de querer bajar hasta las profundidades del océano en busca de los restos lo motivó a hacer el film, aunque algunas condiciones estuvieron puestas en la negociación con los directivos de Fox. Al grabar las primeras imágenes en septiembre de 1995 -que luego se sumarían al rodaje- Cameron cumplió el sueño de adentrarse en esta historia que trata de un barco destrozado y de muchas vidas perdidas.
A raíz de obtener imágenes impactantes, el director habló con el estudio encargado de dirigir la película y, ambos, tomaron la decisión de ocultar el rodaje, ni de dar pistas a la competencia.
¿De qué manera? El propio Camerón se encargó de idear una estrategia para confundir al ponerle un título falso al film como “Planet Ice”. De esta forma, la palabra “Titanic”, que suena impactante al escucharla, no apareció en la órbita y confundió al resto, quienes estaban agazapados en querer imitar alguna escena o robar fotos de lo que sería una película histórica.
Esta táctica no solo se implementó para Titanic. Otras películas que tuvieron títulos falsos para ahuyentar a la competencia fueron: Transformers (Prime Directive), Batman (Dictel) y Matrix Reloaded (The Burly Man).
La historia de Titanic es por demás impactante y sorprendente. Todo sucedió el 10 de abril de 1912, cuando el transatlántico zarpó desde el puerto de Southampton, Inglaterra, con destino a Nueva York. Al mando del barco estaba el capitán Edward Smith, un veterano conductor que estaba a cargo de navegar este imponente vehículo acuático.
A cuatro días de su partida, se produjo el fatídico choque contra un iceberg que lo rompió por completo y lo sumergió hasta la profundidad del océano. Aunque, al día de la fecha, se sigan buscando respuestas de lo que fue este accidente fatal, los investigadores coincidieron que el cambio de piloto pudo complicar los planes al no tener noción de la ruta y eso llevó a no poder esquivar la zona donde estaba el gigantesco bloque de hielo.
Un tiempo más tarde de esta tragedia, James Cameron se animó a contar la historia con lujos de detalle. Con la sensibilidad justa para retratar una de las peores tragedias marítimas de la historia, el director se consagró tras el estreno del film que llegó a todas partes del mundo.