SWANNANOA, Carolina del Norte.- “Todavía no logro entender lo que pasó ese día. Fue espantoso”. Richard Neeb, de 68 años, no puede contener las lágrimas cuando cuenta lo que vivió hace cuatro semanas en Swannanoa, una pequeña localidad cercana a Asheville, en el oeste de Carolina del Norte. Se había levantado temprano por la mañana, cuando vio que llovía a cántaros por el avance de la tormenta tropical Helene. “Al principio no le di tanta importancia, pero el nivel del agua empezó a subir rápidamente. En menos de media hora ya tenía un metro y medio dentro de casa. Una pesadilla”, relata.

Su pareja, Catherine, había salido más temprano en auto. “Nunca más la volví a ver”, señala Neeb, parado en medio de una escena desoladora en la calle Harrison, con casas destruidas, cráteres y vehículos inservibles. “La fuerza del agua y los vientos revolcaron su auto y ella murió. Tenía 52 años”. Neeb quedó solo, perdió su casa –quedó inhabitable- y, desde entonces, vive en el auto de un amigo, cuenta. Recibe ayuda de algunas ONGs que operan en la zona del desastre y de voluntarios locales, y se queja de la falta de apoyo de las autoridades.

Desolación en Swannanoa, en el oeste de Carolina del Norte, tras el paso de Helene

La situación extrema lo llevó a cambiar de parecer sobre su participación en las elecciones del 5 de noviembre entre Donald Trump y Kamala Harris. “Iba a votar a la vicepresidenta [Harris], pero el gobierno federal [de Joe Biden] me decepcionó. No quiero escuchar más nada de política. No votaré”, dice a LA NACION, y apunta sus críticas contra la Agencia Federal de Gestión de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés).

Las inundaciones y deslizamientos de tierra mortales del mes pasado en Asheville y varias localidades cercanas provocaron daños multimillonarios, traumatizaron a miles de personas y agregaron un factor de incertidumbre sobre cómo esta catástrofe natural –de las peores en décadas en Estados Unidos, con 242 muertos- impactará en el resultado en Carolina del Norte, uno de los estados cruciales que podría definir las elecciones. Las encuestas muestran allí a Trump con una leve de luz de ventaja (ganó aquí en 2016 y 2020), pero cualquier factor externo podría hacer inclinar la balanza hacia un lado u otro.

El voluntario Curtis Belamy muestra los daños en una casa en Swannanoa, Carolina del Norte.

Muchos habitantes que aún sufren las consecuencias de Helene –aún perduran los cortes de energía y de agua de red en amplias zonas- ya empezaron a votar de forma anticipada. Y a las inquietudes que se imponen a nivel nacional, como la economía, la migración, la seguridad o el aborto, se suma otra: qué candidato estará más comprometido con la reconstrucción.

Alejandro, un salvadoreño indocumentado que trabaja en un gomería y taller mecánico de Swannanoa, cerca del río de mismo nombre, se para junto a uno de los portones y marca con su mano hasta dónde llegó el agua. “Casi dos metros”, dice. “Perdimos todo: las máquinas, los autos que teníamos adentro. Fue apocalíptico”, recuerda.

Alejandro, un salvadoreño indocumentado que trabaja en un taller mecánico en Swannanoa, Carolina del Norte.

El taller todavía no volvió a abrir, y los empleados aún están en la etapa de limpieza y recuperación de las herramientas de trabajo. “Para los negocios no hubo ayuda directa. Estamos viviendo de ahorros, como podemos”, dice Alejandro, que vive en Asheville desde hace 24 años. Su hermano, que sí tiene la ciudadanía norteamericana y es el dueño del taller, participará en las elecciones. “Votará a Trump. Acá se acercaron más los republicanos que los demócratas a ofrecer ayuda”, cuenta.

El propio expresidente visitó brevemente Swannanoa el lunes pasado, y en un discurso repitió las acusaciones contra FEMA –desmentidas por el gobierno- de que gastaron dinero en inmigrantes no autorizados y no en aquellos que lo perdieron todo por el huracán.

Donald Trump visitó Swannanoa el lunes pasado. (AP/Evan Vucci)

Según cifras oficiales, la agencia aprobó ayudas por 1200 millones de dólares a las comunidades afectadas por Helene. Hubo una asignación para los damnificados de 750 dólares y la posibilidad de pedir créditos, pero muchos lo consideran insuficiente. “¿Qué puedes hacer con ese dinero cuando has perdido todo lo que tenías?”, se queja Bernabé Orellana, un obrero mexicano en Asheville.

En el terreno, las críticas a la ausencia de su personal se hacen sentir. Johnny Rodan, de 33 años, coordina los esfuerzos de ayuda de la ONG religiosa Ministerio de Respuesta a Desastres. Afirma que “FEMA no aparece” en Swannanoa desde hace muchos días, que esa ausencia del Estado “podría influir” en las elecciones.

“Me tocó actuar en varios desastres naturales, pero nunca con esta escala de muertes”, asegura, mientras coordina el trabajo de un grupo de voluntarios mexicanos que viajaron cuatro horas desde Carolina del Sur para ayudar a la comunidad local.

La iglesia de Swannanoa, en Carolina del Norte, fue dañada por Helene

Solo en el condado de Buncombe, donde predomina el Partido Demócrata y situado en Asheville, las impactantes crecidas en los ríos de la zona arrasaron casas, negocios, árboles, autos y hasta puentes –aún en reconstrucción-, y provocaron 42 muertos de los 96 que se contabilizaron en el estado. El resto fueron en su mayoría en Florida, Carolina del Sur y Georgia.

Destrucción en Swannanoa Carolina del Norte , tras el paso de Helene

“Todavía quedan preguntas abiertas. ¿Votarán todos lo que lo tenían planeado? Muchos perdieron todo lo que tenían y quedaron desplazados. Es posible que ni siquiera hayan visto a ningún representante de FEMA. Entonces podrían sentirse frustrados y eso podría llevarlos a votar en contra de la administración Biden basándose en la experiencia traumática que tienen y que tendrán. Pasará al menos un año antes de que algo se vuelva a considerar normal en Asheville y sus alrededores”, señala a LA NACION Timothy Kneeland, historiador y politólogo de la Universidad Nazareth en Rochester, Nueva York, que se dedica a investigaciones sobre el impacto de desastres naturales.

Desolación en Swannanoa, Carolina del Norte, que fue arrasado por el paso de Helene

En biblioteca de Black Mountain, vecina a Swannanoa, varias personas que hacían fila para emitir su voto anticipado contaron que hacía tiempo que habían decidido a quién apoyar para las elecciones. Pero resaltaron que las respuestas federales y estatales al desastre, sumado a la catarata de desinformación en las redes sociales, los habían alentado a ayudar a vecinos afectados para garantizar su voto.

Fila de votantes en la biblioteca de Black Mountain, Carolina del Norte

Camila, una partidaria demócrata de 62 años que hace 11 se mudó aquí desde Florida, contó con orgullo que movilizó cuatro votantes por Harris, y que está intentando con otros dos: sus hijos. “Mis padres y dos amigas ya votaron. Mi hija, de 19 años, me dijo que lo hará. Pero no vive cerca de aquí y tendré que ir a buscarla. Mi hijo, de 22, está desencantado. Se registró demócrata, pero dice que no quiere votar. Estoy intentando convencerlo”, dijo.

“Nunca habíamos tenido este nivel de voto anticipado, es sorprendente”, dice a LA NACION Ed Kramer, delegado demócrata en Black Mountain, una localidad de 8500 habitantes que suele recibir muchos turistas en temporada, atraídos por los bellos paisajes de las montañas Blue Ridge. El último candidato presidencial demócrata que ganó Carolina del Norte fue Barack Obama, en 2008.

Movilización

En radios locales, el grupo conservador pro-Trump America PAC, del multimillonario y dueño de Tesla y X Elon Musk, tiene publicidades en las que ofrece ayuda a los damnificados para ir a sufragar. “Kamala no quiere que votes. Si necesitas transporte a tu centro de votación, contáctanos”, dice uno de los anuncios.

Calcomanías de la fórmula Trump-Vance en Swannanoa, Carolina del Norte.

“Creo que Trump es el que más tiene que ganar en esto por el hecho de que les llevará mucho tiempo a las comunidades recuperarse”, estimó Kneeland. “Respecto a Harris, como parte de la actual administración debe asegurarse de que sus mítines contengan algún tipo de empatía con las víctimas, pero también hablar de algunas historias de éxito de la recuperación gracias al gobierno federal”, añadió.

Brandy Martin, voluntaria en el pueblo de Wilson

Brandy Martin, una enfermera local que cuida de personas mayores, coordina el reparto de ayuda en el pequeño pueblo de Wilson. De 38 años, confiesa que nunca votó en las elecciones presidenciales. “Esta será mi primera vez. Pero aún no decidí si lo haré por Trump o Harris, no sé mucho de política”, dice. “Esperaré hasta el 5 de noviembre, ver si recibimos más ayuda y de dónde viene. Mire si el impacto de la tormenta tiene influencia acá…”, cierra.