Egresada del centro de formación del Teatro de la Universidad Católica, Karina Jordán se hizo conocida por su protagónico en la telenovela Ana Cristina, en el 2011, junto al actor Segundo Cernadas. A sus 38 años, la artista peruana ha llegado a consolidarse como una de las actrices más destacadas de la escena teatral, cinematográfica y televisiva en Perú.
Actualmente, presenta la obra ¡Casa, llegué a cariño! en el Teatro Británico, donde interpreta a Judith, un personaje que la ha desafiado y le ha permitido explorar un universo muy distinto al suyo. Esta obra, que va de jueves a domingo hasta el 1 de diciembre, habla de las acciones que tomamos para enfrentar la vida, y los peligros de idealizar tiempos pasados.
Su personaje Judith disfruta ser ama de casa, esperar a su esposo con la comida hecha y vivir en una burbuja de los años 50′s, pese a que no lo sean. En conversación con Infobae Perú, Karina Jordán revela que al inicio tuvo conflictos con el personaje, ya que es diametralmente opuesta a su propia visión de la vida.
“Estaba un poco peleada con Judith, porque yo me considero una mujer de casi 40 años, con una línea de pensamiento, me considero una persona activista, feminista, involucrada en la conquista de los derechos de las mujeres, aquí en Latinoamérica que falta tanto por conquistar. Y de pronto, me estaba tocando interpretar a una mujer conservadora, que quiere como irse para el otro lado”, confesó la actriz, resaltando que su primer desafío fue entender qué pasaba con Judith, con el fin de sentir lo que ella sentía y poder interpretarla.
“Decía, tengo que entender y buscar dentro de mí. Ella me mostró que Karina es muy machista. Ahí es donde quiero como escaparme de mi realidad. Me he criado en un hogar con un padre con conductas machistas, una madre de conductas machistas”, reflexionó la artista, indicando que así como Judith, son muchas las personas que quieren escapar de la realidad y vivir una burbuja.
La actriz encontró un punto de conexión con su personaje, recordando un periodo de su vida en el que también se sintió incomprendida y fuera de lugar en la sociedad. Sobre todo cuando aún no le diagnosticaban PAS (Persona Altamente Sensible).
“Primero que crecí en una familia de no artistas en donde mi sensibilidad era vista como algo raro. Todavía no habían diagnósticos para personas PAS. Siempre fue una niña que sufrió mucho porque sentía que mi sensibilidad me hacía diferente y que era malo esa diferencia. Cuando encontré a otros seres humanos dedicándose a esta carrera del arte escénico, con esa misma sensibilidad, dije, ‘este es mi lugar’. Había más gente así, pero recién encontré un sitio después del colegio. Viví toda mi niñez sintiéndome que no parte o era rara”, contó Karina Jordán.
Sin embargo, esos sentimientos regresaron cuando empezó a vivir entre Alemania y Perú, dos culturas diferentes que le hicieron entender lo atrasada que estaba nuestra sociedad. Para Karina Jordán, es indignante que hayan tantas trabas para que el matrimonio de personas del mismo sexo sea legal, o el hecho de que no se conciba despenalizar el aborto.
“El conservadurismo de la extrema derecha no deja que avancemos en ciertas conquistas de derechos. No entiendo por qué dos personas del mismo sexo no pueden casarse en Perú, por qué una mujer no puede decidir sobre su propio cuerpo. No se legalizan ciertas drogas. En Alemania, por ejemplo, fumar marihuana es legal en la calle. Eso ha hecho que bajen los negocios clandestinos en torno a la venta de marihuana. Pongo ejemplos así porque en esos momentos me siento no parte, porque no lo entiendo”, cuestionó.
Karina Jordán señaló que son muchos los que prefieren vivir en una burbuja con el fin de no enfrentarse a la realidad. No es lo ideal, pero trata de entenderlo. “No existe lugar perfecto para vivir en el mundo, pero sí creo que hay ciertas cosas que nos sacan tres o cuatro vueltas a la manzana”, acotó.
El amor entre Alemania y Perú
Estas experiencias vividas, cuenta Karina, le hicieron entender mejor a Judith y a identificar el motivo de su resistencia a abrirse al mundo exterior. Respecto a su vida sentimental, Karina Jordán abrió su corazón frente a la relación que tiene con su esposo Diego Seyfarth, actor peruano-alemán con quien mantiene una relación a distancia.
Desde que se casaron, hacer tres años, Karina Jordán ha tenido que vivir entre Alemania y Perú. Este tiempo le ha hecho decidir qué es lo que quiere la actriz peruana para su vida. En conversación con Infobae, la artista indicó que, a pesar de gustarle Alemania y su sociedad, no tiene intención de trasladarse ni de formar una familia allá, pues sus lazos con América Latina son más fuertes, decisión que Diego llegó a comprender.
“Creo que ya pasó suficiente tiempo como para tomar una decisión. Porque en un momento era como, vamos a ver si es que Karina tal vez quiere hacer una vida y echar raíces en Alemania. Ahora Karina ya está segura de que no. Estoy segura de que no voy a maternar en Alemania, lejos de mi familia de acá, las cosas ya están más claras”, indicó Karina, resaltando lo complicado que ha sido para ella dominar el idioma ante su inestabilidad en el país. Además de la nostalgia que le da alejarse de Latinoamérica y su gente.
Las cartas ya están echadas, indicó la artista, dejando claro que su esposo está de acuerdo con ello. Sin embargo, el hecho de seguir viviendo entre Alemania y Perú todavía seguirá por un par de años más. Al menos hasta que logren estabilizarse en el país o en algún territorio de Sudamérica.
Los celos y la importancia de las terapias
Mientras tanto, la pareja seguirá enfrentando los desafíos que implican vivir en diferentes países. En un acto de honestidad, Karina Jordán confesó que ella y Diego han tomado terapia de pareja para manejar los celos y fortalecer su vínculo. La actriz considera que la ayuda profesional ha sido crucial para construir una relación basada en la confianza y el respeto mutuo, a pesar de la separación geográfica.
“Es un poco difícil. Es que cuando vives separado de tu pareja, si no vas a terapia a trabajar tus celos, entonces mejor divórciate. Tienes que aprender a trabajar la confianza, él vive a siete horas en el futuro y es un acto de fe, de confianza. No es fácil, no es para todo el mundo. No es como un camino de rosas, tengo mis días, dependiendo de qué fase del ciclo estoy. Hay días en los que me siento más ansiosa, hay días en los que necesito conversaciones más largas, o necesito poner en palabras mi enojo, mi frustración, mi extrañarlo. Tiene que haber mucha comunicación”, explicó Karina, señalando que las peleas existen, sin embargo, sirven para avanzar y logran un objetivo, el bien de su relación.
“Nos está ayudando muchísimo el espacio terapéutico que tenemos. Confiamos y trabajamos en ello, eso nos hace bien y nos sostiene”, sentenció Jordán, quien volverá a reencontrarse con su esposo el 10 de diciembre para pasar Navidad, junto a Clara, su hijastra.