Siente algunas similitudes con su barrio, pero está a más de 11.000 kilómetros de distancia. Colomiers, una comuna del departamento de Alto Garon, suroeste de Francia, no ofrece a Joaquín De la Vega Mendía la calidez y las costumbres de su pago de origen, pero ahora es su hogar. “Yo la comparo con Don Torcuato. Es un pueblo chico. Yo estoy en las afueras, a cinco minutos de la ciudad y a 15 de Toulouse. Es un pueblo muy chico, no tenés mucho para hacer. Pero para el pueblo, el club es muy importante y la gente lo hace saber en la calle. Son todos fanáticos del club”.
De la Vega Mendía es uno de los cuatro jugadores de las franquicias argentinas del Súper Rugby Américas 2024 que dieron saltos cualitativos en sus carreras. Franco Molina pasó a Exeter Chiefs (Premiership), Benjamín Elizalde llegó a Bristol Bears (Premiership), Efraín Elías se fue a Toulouse (Top 14) y el apertura recaló en Colomiers, que participa en el PRO D2, la segunda categoría del rugby francés y la quinta liga entre las más fuertes del mundo. Subcampeón en Pampas, fue el máximo goleador del último torneo continental, con 161 puntos, y reconocido como el mejor jugador del certamen. En el 2022 tuvo un paso esporádico por Estados Unidos, en Rugby ATL, y a los 25 años atraviesa su primera temporada en Europa, en un club que aspira a ingresar a los playoffs por el ascenso al Top 14.
“Llegué a un club de una cultura parecida a la que estoy acostumbrado a vivir en Hindú, que es animarse a jugar, arriesgarse y mantener viva la pelota. Eso me encanta y va con mi juego”, comenta por videollamada para LA NACION. De la Vega Mendía se asentó como el apertura titular desde su llegada al PRO D2 y lleva acumulados 129 puntos y 3 tries en 13 partidos. Sus condiciones se acoplan a lo que busca su equipo. “En su momento tenía algunas ofertas, pero nada firme como lo de Colomiers. Lo que más pregunté antes de venir fue lo relacionado con el rugby y qué ambiciones tenían. Hoy en día es difícil irse a jugar afuera. Si me hubieran dicho que iba a ser un planteo de defender y patear todas las pelotas, por ahí decía que no… Pero lo que más pesó fue la oportunidad de venir a jugar en este nivel”, cuenta.
–¿Qué es lo que más te costó de la adaptación?
–Antes de venir hablé con muchos jugadores sobre cómo se vive el rugby acá. Es otra cosa respecto a aquello a lo que estamos acostumbrados. Me fui con algunos miedos por mi adaptación, pero en el fondo esto no deja de ser rugby. Es otro nivel que el que venía jugando. Al idioma me adapté muy bien y al club también. Estoy jugando bastante y me siento importante en el equipo.
–¿Por qué en Francia es tan difícil jugar como visitante?
–En la temporada pasada Colomiers jugó 30 partidos. Ganó 14 como local y uno solo como visitante. Es una locura; no podía creerlo. Cuando llegué nos juntamos a plantear los objetivos de la temporada y muchos dijeron “ganar dos partidos como visitantes en toda la temporada”. Yo me decía “¿estamos firmando perder 13 partidos de 15?“. Hoy en día entiendo un poco más. En el PRO D2, los viajes son largos, en colectivo. Se viaja un día antes del partido durante ocho horas, y cansa. Se llega al estadio y no hay nadie del equipo. El público se hace sentir. Pesa mucho la localía. Hay partidos que quizás son planteados para llevarse un punto de bonus defensivo. En Argentina no se me pasaba por la cabeza eso.
–¿Es un salto muy grande respecto al Súper Rugby Américas?
–Es bastante más alto el nivel, sobre todo en lo físico. Los wingers acá son todos de 1,90 metros, muy rápidos, y casi todos los equipos tienen isleños [samoanos, fijianos, tonganos] dando vueltas. Hay mucha diferencia física, sobre todo en el pack. Después, en cuanto a destrezas y a velocidad de juego, no sé si hay tanta diferencia, pero el aspecto físico en un deporte de contacto es clave.
El estreno de De la Vega Mendía en Colomiers
–¿Hablaste con Felipe Contepomi antes de firmar con Colomiers?
–En Pampas nos entrenábamos en Casa Pumas y el staff de los Pumas está casi todos los días. Siempre cruzaba algunas palabras y él me daba una mano. En su momento hablé con él, antes de firmar con Colomiers. Me tomé el atrevimiento de preguntarle qué opinaba. Más allá de que este es, por el momento, el mejor nivel en el que jugué, yo vine a Colomiers para mostrar que quiero jugar en los Pumas. Él estaba de acuerdo con la decisión, pero me dijo que no porque me fuera a Francia iba a jugar en los Pumas. Si jugaba bien en Pampas, también podía estar. Lo que me transmitió es que ve a todos los jugadores, sabe el nivel de cada uno, y que, obviamente, mientras mejor es la competencia, mejor es para la adaptación a los Pumas. Me dijo que no iba a llamarme por el hecho de ir a Colomiers ni por quedarme en Pampas: iba a llamarme si jugaba bien al rugby. Fue muy claro conmigo.
–¿Volviste a tener contacto con él desde que estás en Francia?
–No volví a tener contacto. A mitad del 2024 terminé mi temporada en Pampas y empecé con mi cabeza 100% acá. Pampas fue una de las mejores experiencias que tuve en el rugby, pero salir de la rutina de Casa Pumas me hizo bien para sacarme de la cabeza querer estar en los Pumas y concentrarme en jugar al rugby, que es lo que el día de mañana va a llevar a eso si lo hago bien. Me vino bien hacer la pretemporada completa para adaptarme bien. Si hubiera venido con el torneo empezado, quizás habría sido más difícil. Para jugar como apertura tengo que conocer bien a quién tengo al lado y llevarme bien.
* * *
Si hay un club que se ha caracterizado por formar buenos aperturas en Argentina, ese es Hindú. Desde Juan Pablo Piccardo, excelso jugador durante los años ochentas, pasando por Gonzalo Quesada, Juan De la Cruz Fernández Miranda, Santiago Fernández y Joaquín Díaz Bonilla, que también vistieron la camiseta 10 de los Pumas, hasta De la Vega Mendía. “Siento que el estilo de un apertura sale del club en el que arranca. Mi estilo, bueno o malo, es de Hindú”, se presenta el back, que participó en dos mundiales por los Pumitas, en el 2018 y el 2019.
En su adaptación al plantel superior tuvo que acoplarse a otros puestos. “En juveniles, no tengo ni un recuerdo de haber empezado un partido no siendo apertura. En los Pumitas y en URBA tampoco. En la primera de Hindú debo de tener 70 partidos y apenas cuatro fueron de apertura… Jugué dos como wing, y al principio como fullback. Pero si tengo que elegir un puesto después del de apertura, es el de centro”, se define.
–¿Cuánto te sirvió crecer al lado de un 10 como Santi Fernández?
–Más allá del juego, Santi Fernández es un ejemplo en todo sentido. También tuve la suerte de jugar con Tito Díaz Bonilla, y llegamos a compartir los tres juntos. Yo crecí mirando a la primera de Hindú con Tito como apertura porque Santi ya se había ido a jugar afuera, cuando yo tenía 11 años. No me acuerdo mucho. Terminé jugando más con Santi cuando volvió, en el 2017, y compartir con los dos fue un sueño cumplido. Lo pongo a la par de haber jugado en la primera. Aprendí mucho de rugby, pero si hay algo de lo que me enseña Santi es de la vida: querer al club, ser un hombre del club. Y no sólo de palabras, sino de hechos. A los dos exprimí lo más que pude y los disfruté muchísimo.
–¿Cuáles eran los aperturas que más mirabas de chico?
–Tito Díaz Bonilla fue mi ídolo y ahora es mi cuñado. De afuera siempre admiré a Dan Carter. De Argentina, también a Nico Sánchez.
–¿Y de los actuales?
–Richie M’ounga me encanta. Veo mucho a Marcus Smith y a Damian McKenzie también. Pero el que más miro es M’ounga, sobre todo porque siempre me gustó Crusaders.
–Todos, con las características de animarse a jugar y asumir riesgos…
–Son aperturas intuitivos, a los que les gusta jugar con lo que hay enfrente. Es lo que más miro y más trato de aprender de ellos. Después, veo a Handré Pollard, Owen Farrell y George Ford, y me parecen jugadores increíbles, pero yo no voy de la mano con ese juego. Siento que tengo un estilo diferente. Obviamente, no me comparo con esa clase de jugadores, que son de primer nivel.
–¿Un apertura encuentra la madurez ya de grande?
–Estoy totalmente de acuerdo. Pero siento que el estilo de un apertura sale del club en el que arranca. Mi estilo, bueno o malo, es de Hindú. Y sí: obviamente, para un apertura es clave la madurez… Me veo jugando hace seis años en los Pumitas y ahora tengo otra cabeza. Probablemente dentro de cinco años, cuando piense en esta etapa, también diga que era otra la cabeza. Es un puesto en el que la cabeza es, sin dudas, lo más importante. La combinación de más edad y estar muy bien físicamente es lo mejor para el puesto.
–¿Qué aspecto mejoraste en estos primeros meses en Francia?
–Acá hacen mucho hincapié en jugar adelante; quieren a un apertura que lance al equipo muy adelante. Eso es lo que estoy tratando de mejorar: jugar arriba y que el 10 no sea sólo un pasador, que sea un atacante más y fije marcas. Estoy jugando más arriba, tomando decisiones con menos tiempo y en un rugby más físico que el que venía jugando.
* * *
Sus características cuajan con la búsqueda de Felipe Contepomi para ese rol en el seleccionado argentino. En el 2024 Tomás Albornoz aprovechó su chance y se consolidó como el apertura de los Pumas. Santiago Carreras es la segunda opción, seguido por Juan Cruz Mallía. Los dos cordobeses, fullbacks naturales, son esas amenazas en ataque que quiere el entrenador para el puesto. Más atrás aparece Gerónimo Prisciantelli, que dejó buenas impresiones en los entrenamientos de noviembre. Por su nivel en Francia, De la Vega Mendía es uno de los contendientes por un lugar en las convocatorias del 2025. También Julián Hernández, que sigue en Dogos XV, y Domingo Miotti, de Montpellier, pero tienen otras rasgos de juego que los que prioriza Contepomi.
–Desde fuera, ¿cómo viste el 2024 de Argentina?
–Soy amigo de muchos de los jugadores de los Pumas y todos me hicieron hincapié en el grupo que están armando. La pasan muy bien. Los resultados que tuvieron fueron muy positivos y se ve un equipo que juega muy bien al rugby.
–¿Y el puesto de apertura, que comenzó ocupado por Santiago Carreras y en el que terminó afianzándose Tomás Albornoz?
–Tomi Albornoz tuvo un año increíble. Habrá llegado a jugar su mejor nivel en los Pumas, y eso no es poca cosa. Con Santi Carreras tuve la suerte de jugar en los Pumitas; es un jugadorazo. ¡El puesto está muy bien cubierto! El Negro también puede jugar como fullback, y eso está buenísimo. Desde hace rato a Tomi Albornoz vienen llamándolo; que se le haya dado así es espectacular para alguien que la remó tanto, que comió banco y jugaba poco. Es un ejemplo de perseverancia, de ser constante y no desenfocarse. No es nada fácil en ese nivel.
–¿Cómo trabajás el factor mental?
–Lo mental va mucho más allá de lo físico, de las destrezas y de cualquier cosa. Es lo más importante. Cuando se está bien de la cabeza, se puede haber practicado más o menos en la semana pero uno se siente bien en el partido. Cuando se está mal, por más que se haya entrenado y hecho todo, no hay vuelta atrás. Yo trabajo con Fernando Guatieri desde hace cinco años. Hablamos una vez por mes, me ayuda mucho. No es psicólogo; él hace biodescodificación. Me acompaña en mi camino como jugador de rugby y hablamos mucho de la vida, pero también de rugby, porque somos dos fanáticos.
–En Francia se habla de un posible pase tuyo a Castres. ¿Qué chances tenés de dar el salto de esa forma al Top 14?
–Tengo dos años de contrato en Colomiers, pero hay una cláusula económica que no es muy alta como para irme en el caso de que llegue algo concreto. Uno siempre quiere jugar en el nivel más alto posible, y me encantaría jugar en el Top 14, pero la realidad es que por tener que adaptarme a otro equipo siendo apertura y queriendo ser líder, lo más sano para mí es que juegue dos años en Colomiers, siga adaptándome acá y siga elevando mi nivel. No porque salgan algunas oportunidades quiero irme corriendo. Acá estoy jugando mucho y estoy feliz. Puede pasar irse a otro equipo, no adaptarse y no jugar. Por más que uno esté en el Top 14, no jugar no está bueno. Yo siempre prefiero estar en la cancha.