A las diez y media de la mañana, los gritos sobresaltaron a los vecinos del edificio de Bucarelli 2229; alguien le avisó al encargado, que enseguida fue a ver qué pasaba en el 4°B. Se escuchaban las discusiones, más gritos, golpes… Él y otro vecino intentaron entrar, pero desde adentro algo, o alguien, se los impedía; de pronto, el griterío cesó: la puerta se abrió y un hombre de mediana edad, no muy alto, pero sí robusto, los empujó y salió rápidamente.
Adentro, la imagen era espeluznante: Lucía Martínez, de 70 años, yacía en el piso de departamento, muerta a golpes y puñaladas. Abajo, otros vecinos, con valentía, se animaron a retener al hombre que había bajado raudamente desde el 4° y pretendía escapar. Lo retuvieron hasta que llegaron los agentes de la policía de la Ciudad con jurisdicción en la zona.
El detenido es el sobrino de la víctima. Germán Balma es, además, sargento de la Policía Federal. Revistaba en el área de Seguridad y Custodia del Ministerio de Seguridad de la Nación. Hoy, en su día franco, se convirtió en asesino. El móvil del crimen, según pudo saber LA NACION, sería una cuestión de dinero, una deuda que su tía le reclamaba.
Pasado el mediodía, y entre un fuerte operativo de seguridad montado en la mano impar de Bucarelli, mientras, desde la vereda de enfrente los vecinos y curiosos intentaban ver qué pasaba y procuraban saber algo más del suceso que había alterado la tranquilidad del barrio, Balma fue trasladado en un móvil hasta la alcaidía de Saavedra, adonde quedará alojado hasta su indagatoria.
Marcelo, administrador del edificio, dijo a esta cronista: “Se escucharon ruidos, discusiones y el encargado, con otra persona, intentaron entrar, pero no se lo permitían desde el lado de adentro. Cuando lograron ingresar una persona salió e intentó irse rápido, y ellos encontraron a la propietaria fallecida; al hombre lo redujeron los propios vecinos antes de que se fuera”.
Stéfano, que vive en otro piso, contó a LA NACION: “Me enteré por WhatsApp. Estaba en mi trabajo y vi en el celular mensajes, audios y videos en el grupo de vecinos; enseguida vi un mensaje de mi madre que me decía ‘no vayas al departamento que hay un asesino suelto’. Escuché el audio de un vecino que, exaltado, pedía que nadie saliera de sus departamentos, que habían matado a la vecina». admitió que nunca se había cruzado con el sobrino de la señora, a la que siempre vio sola.
El joven dijo que su relación con la víctima era más bien circunstancial. “Hola”, “chau”, “buenos días”, “buenas noches”… propios de los cruces circunstanciales, de buena vecindad. “La señora era muy educada, muy ‘monona’, siempre bien arreglada, bien presentada”, contó Stéfano, que recién pasadas las 14 fue autorizado por la policía para ingresar al edificio y poder ir a su casa.
Mario, el encargado del edificio de enfrente, la conocía bien: “Una excelente persona; yo le hacía trabajos de refrigeración, le instalaba y reparaba los aires acondicionados. Es terrible lo que pasó, estamos muy conmocionados acá en el vecindario, de no creer”.
Él tampoco conocía a Balma; de hecho, dijo que Lucía, a la que siempre vio sola, nunca le contó que tuviera un sobrino.
El pizzero de la cuadra, Sebastián, vio llegar las ambulancias. “Pensamos que había sido un accidente y no le prestamos mucha más atención; de pronto vimos que también había llegado un patrullero. Ahí me asomé y los mismos vecinos nos contaron que habían matado a una mujer, el sobrino, por un problema de plata; y que ellos mismos lo habían atrapado en el pallier del edificio, que no lo habían dejado escaparse. Escuché que llevaba la plata encima”.
A esta hora trabajaban en la escena del crimen expertos de la Policía Científica y del área de Género de la Policía de la Ciudad. Se esperaba, además, que se produjera el traslado del cadáver de Lucía Martínez a la morgue para la realización de la autopsia.