Las población georgiana está llamada a las urnas este sábado para votar en unas elecciones en las que renovará los 150 escaños del Parlamento unicameral y en las que decidirá si respaldar el rumbo prorruso del gubernamental partido Sueño Georgiano o, por el contrario, seguir adelante en la senda hacia la integración europea, abandonada en los últimos años por el Ejecutivo.
Sueño Georgiano es la coalición de centro izquierda fundada en 2012 por el multimillonario Bidzina Ivanishvili, quien en las parlamentarias de aquel mismo año logró desbancar del gobierno al Movimiento Nacional Unido y ascendió a la jefatura de Gobierno, aunque poco más de un año después abandonó el cargo y designó a Irakli Garibashvili como su sucesor. Desde entonces, Ivanishvili es considerado como el líder en la sombra.
Tanto Sueño Georgiano como el Movimiento Nacional Unido defienden posiciones parecidas en lo que respecta a la adhesión a la Unión Europea y la OTAN, si bien es cierto que el partido de Ivanishvili defiende una postura más conciliadora hacia Rusia y acusa incluso a sus rivales políticos de integrar el Partido de la Guerra Global, una teoría conspirativa que especula con un supuesto grupo que trata de arrastrar a Georgia hacia el conflicto.
En este punto, Sueño Georgiano ha aprovechado para adoptar políticas sociales de carácter conservador, legislar en contra de los derechos del colectivo LGTB e incluso ha prometido ilegalizar a algunos rivales políticos, a los que considera responsables de la guerra con Rusia del año 2008. Además ha impulsado la polémica ley de agentes extranjeros, que ya en 2023 desató protestas y que finalmente este año ha salido adelante, sorteando incluso el veto de la presidenta, Salomé Zurabishvili.
Por su parte, la oposición considera esta deriva como un acercamiento a las posturas del Kremlin y, de hecho, denuncian que la citada ley de agentes extranjeros es la mayor demostración de este rumbo prorruso, pues es una norma similar a la que rige en Rusia y gracias a la que Moscú ha encarcelado opositores al presidente Vladimir Putin, y reprime con contundencia cualquier conato de disidencia.
Las elecciones se han planteado durante meses como un enfrentamiento entre Sueño Georgiano y el Movimiento Nacional Unido, agrupado en la coalición Unidad. Sin embargo, en las últimas semanas han surgido otros rivales como la alianza Georgia Fuerte, de centro-izquierda y marcado carácter europeísta; la Coalición por el Cambio, liberal y también a favor de la integración europea; y la Alianza de Patriotas, de extrema derecha y euroescéptica.
En este contexto, las encuestas coinciden en que Sueño Georgiano se convertiría en la formación más votada con algo más del 35 por ciento de los votos, si bien la tendencia en los últimos meses es negativa. El Movimiento Nacional Unido se ha mantenido siempre a la zaga del oficialismo, pero desde la creación de Unidad ha bajado a casi un 16 por ciento.
La principal sorpresa podría darse precisamente no tanto en quién es la formación más votada, sino qué alianza será capaz de erigirse como oposición a Sueño Georgiano. La Coalición por el Cambio va al alza en las encuestas y los últimos sondeos le otorgan en torno a un 20 por ciento de los votos, más que Unidad.
Con este escenario en las encuestas, Sueño Georgiano podría estar tranquilo de cara a las elecciones de no ser por una reforma en el sistema electoral impulsada por el propio Gobierno pero que ahora podría tornarse en su contra. El Ejecutivo propuso hace años la implementación de un sistema totalmente proporcional que podría restarle votos a Sueño Georgiano y alimentar la presencia de la oposición en el Parlamento.
Así pues, el oficialismo podría hacerse con la victoria en las elecciones pero este cambio a un sistema proporcional podría fomentar que los grupos de oposición –siempre y cuando superen el cinco por ciento de los votos– sumen más escaños y logren desbancar a Irakli Kobakhidze, actual primer ministro de Georgia después de que su predecesor, Garibashvili, renunciara en febrero de este año en una maniobra para aspirar a presidir el país.
El miércoles la capital acogió un acto multitudinario de Sueño Georgiano que, para los principales líderes del partido, evidenció el gran apoyo del que goza la formación y en el que defendieron la teoría de un «futuro europeo» pero sin renunciar a la soberanía ni independencia propia.
Este acto surgió como contraataque a la manifestación ‘Georgia elige la Unión Europea’, organizada días atrás por los principales partidos europeístas de oposición y que ahora acusan a Sueño Georgiano de sufragar el viaje a ciudadanos de todo el país para congregar a más manifestantes.
ADVERTENCIAS DE LA UE ANTE EL «DETERORIO DEMOCRÁTICO»
Georgia es considerado como un candidato potencial para adherirse a la Unión Europea, si bien las políticas implementadas por el Gobierno del país del Cáucaso en los últimos meses han despertado las alarmas en Bruselas, que ha advertido de que se cerrará la puerta al ingreso de Georgia si sigue adelante con medidas que suponen un «deterioro democrático» como la ley de agentes extranjeros o la reforma anti LGTB.
«La puerta para que Georgia se convierta en miembro de la Unión Europea está abierta, pero si el Gobierno sigue por el mismo camino, sigue haciendo lo que está haciendo, esta puerta se cerrará», manifestó el pasado mes de junio el Alto Representante de la Unión Europea para la Política Exterior, Josep Borrell.
Desde Bruselas han alertado en repetidas ocasiones de que esta deriva política del actual Gobierno georgiano no hará más que ir en contra de los intereses generales de la población georgiana, que será realmente quien «pagará las consecuencias». Otras organizaciones defensoras de los Derechos Humanos, incluida Naciones Unidas, se han mostrado también en contra de la reforma anti LGTB.
El malestar en Bruselas es tal que la Comisión Europea anunció a comienzos de mas que retendrá más de 120 millones de euros en asignaciones a Georgia como respuesta al citado «retroceso democrático». Estados Unidos, por su parte, también ha congelado otros casi 90 millones de euros en ayudas a Tiflis, y ha sancionado a altos cargos gubernamentales y figuras de Sueño Georgiano.
RUSIA SE PONE DE PERFIL Y ABOGA POR LA NO INTERFERENCIA
Mientras que desde occidente se acusa a Georgia de adoptar las posturas del Kremlin, las autoridades de Rusia denuncian que las principales potencias occidentales han tratado de agitar la situación en Georgia a nivel político y social en la previa de las elecciones con el objetivo de crear nuevas tensiones en las fronteras rusas.
Desde el Gobierno ruso han denunciado que, aunque Estados Unidos y los Estados miembro de la Unión Europea han tratado de azuzar la polémica con la ley de agentes extranjeros, en algunos de estos países, incluido en Estados Unidos, «ya existen normas mucho más estrictas sobre este tema».
«Estamos interesados en el desarrollo democrático estable de Georgia. Al mismo tiempo, a diferencia de Estados Unidos y de la Unión Europea, no interferimos en los asuntos internos de los Estados soberanos», aseveró este verano el viceministro de Asuntos Exteriores ruso, Mijail Galuzin.
A pesar de todo, el líder de Sueño Georgiano, el ex primer ministro Gharibashvili, ha asegurado que el Ejecutivo podría revisar la polémica ley sobre agentes extranjeros –la normativa que más crispación ha generado– si finalmente el país acabo ingresando a la Unión Europea, aunque considera que actualmente es complicado porque actualmente el bloque «no está preparado para la ampliación».