El Consejo de Gobierno del Régimen Especial de Galápagos (Cgreg) y la Asociación Ecuatoriana de Lubricantes (APEL) convinieron aplicar un sistema de gestión responsable de residuos peligrosos en el archipiélago de Galápagos. Este acuerdo se fundamenta en el modelo de economía circular de Recoil y busca proteger uno de los ecosistemas más valiosos del mundo mediante la recolección, transporte y tratamiento de aceites lubricantes usados, sus envases vacíos y otros residuos contaminados con hidrocarburos.
El archipiélago de Galápagos, situado a aproximadamente mil kilómetros de la costa continental ecuatoriana, es reconocido como Patrimonio Natural de la Humanidad por la Unesco desde 1978. Estas islas, formadas por origen volcánico, albergan un ecosistema único en el mundo, donde especies endémicas como las tortugas gigantes, los pinzones de Darwin y los lobos marinos conviven en un entorno protegido. Su biodiversidad ha sido objeto de estudio científico durante siglos y sigue siendo un lugar emblemático para la conservación global.
La importancia ambiental de Galápagos radica no solo en su biodiversidad, sino también en su papel como regulador climático y reservorio de vida marina. El Parque Nacional Galápagos, que abarca más del 97% de la superficie terrestre del archipiélago, y la Reserva Marina, que cubre cerca de 138.000 kilómetros cuadrados de océano, son áreas protegidas que requieren un manejo sostenible y estratégico para preservar su riqueza natural.
Sin embargo, este frágil equilibrio ecológico enfrenta múltiples amenazas. Entre ellas, el turismo no regulado, la sobrepesca y la contaminación son factores que han generado preocupación tanto a nivel local como internacional. En este contexto, la gestión adecuada de residuos peligrosos es una prioridad para evitar daños irreparables en un ecosistema donde incluso pequeños cambios pueden tener consecuencias significativas.
Según APEL, este convenio responde a la necesidad de adoptar sistemas innovadores que garanticen la sostenibilidad: “La conservación del ecosistema único de Galápagos requiere soluciones innovadoras como Recoil, que no solo protegen el ambiente, sino que también promueven prácticas responsables a nivel local y nacional”, señaló Valeria Naveda, gerente de Operaciones de Recoil, de acuerdo con EFE.
El convenio destaca la importancia de una gestión integral de residuos, que incluye el cumplimiento de normativas ambientales y el uso de tecnologías avanzadas para garantizar la transparencia y trazabilidad en cada etapa del proceso. Además, la economía circular, que promueve la reutilización y reciclaje de materiales, se presenta como una solución eficiente y sostenible en un entorno que enfrenta grandes desafíos logísticos debido a su aislamiento geográfico.
En los últimos dos años, Recoil ha retirado más de tres toneladas de envases usados de aceites lubricantes de las islas. Con la firma del convenio, que durará 24 meses, se espera que esta cifra aumente, marcando un avance importante en la reducción de riesgos ambientales asociados con residuos peligrosos.
La ministra de Ambiente, Inés Manzano, subrayó el valor de este tipo de iniciativas en un entorno tan sensible: “Este convenio busca un equilibrio y una verdadera relación entre el hombre y el medioambiente; siendo ambos beneficiados en salud y crecimiento”.
La historia de Galápagos también está profundamente vinculada al desarrollo científico. Estas islas fueron la base para que Charles Darwin formulara su teoría de la evolución y selección natural en el siglo XIX. Desde entonces, Galápagos ha sido considerado un laboratorio natural que permite a científicos y conservacionistas estudiar la interacción entre las especies y su entorno en un espacio casi intacto por la mano humana.
A pesar de los esfuerzos de conservación, el aumento de la población y la presión del turismo representan desafíos significativos. El manejo responsable de residuos, como el que propone este convenio, es esencial para preservar las condiciones que hacen de Galápagos un lugar único en el mundo.