El crimen organizado en México ha encontrado en los menores de edad una pieza clave para sus operaciones, aumentando su reclutamiento de manera alarmante. De acuerdo con el periodista Óscar Balderas, quien ha investigado a fondo el fenómeno, los cárteles han desarrollado una estrategia basada en dos factores principales: la conveniencia legal y la fácil manipulación de los menores.
En entrevista para el programa Pie de Nota, conducido por Luis Chaparro, el comunicador destacó que este modelo ha sido perfeccionado por grupos como La Tropa del Infierno, uno de los brazos armados del Cártel del Noreste, que está diseñado específicamente para entrenar y emplear niños sicarios.
Los motivos para acercarse a los niños
Uno de los principales incentivos para el reclutamiento de niños es que en México los menores no pueden ser juzgados como adultos. Según el Sistema Nacional de Justicia Penal para Adolescentes, la pena máxima para un menor que comete un delito grave es de cinco años de prisión, y al alcanzar la mayoría de edad, su expediente se limpia.
Este vacío legal convierte a los menores en recursos desechables para los cárteles. Mientras que un sicario adulto puede enfrentar décadas en prisión, los menores representan un riesgo mucho menor para las organizaciones criminales: “Es complicado consignar a un menor de edad ante un juez, lo que en muchos casos permite que vuelvan a las calles en poco tiempo”, añadió Balderas.
Además de la ventaja legal, los menores son reclutados porque son más fáciles de influenciar y controlar.
Los cárteles los captan ofreciéndoles un estilo de vida basado en lujos aparentes: acceso a camionetas robadas, drogas y pequeñas sumas de dinero: “Algunos aceptan meterse en estas organizaciones por 500 o 2 mil pesos, o simplemente por recibir drogas gratis”, afirmó Balderas. Muchos ni siquiera reciben un sueldo fijo, sino solo bienes que simbolizan estatus en su entorno.
La pobreza urbana es un factor clave en este fenómeno, ya que los adolescentes crecen viendo las riquezas de otros sin tener acceso a ellas. “Un joven en un entorno de carencias ve todo el tiempo los objetos que otros tienen y él no puede alcanzar. El crimen organizado le ofrece acceso inmediato a esos lujos, aunque sea de manera efímera”, explicó el periodista.
Los menores que ingresan a estos grupos rápidamente se ven atrapados en una dinámica de violencia, donde la única forma de ascender es demostrando crueldad.
El caso de La Tropa del Infierno
El periodista Óscar Balderas explicó que la mayoría de los grupos criminales tienen estructuras con distintas funciones: seguridad de líderes, control de territorios o trasiego de drogas. En el caso de La Tropa del Infierno, su función era clara: entrenar y operar con sicarios menores de edad.
Este grupo pertenece al Cártel del Noreste (CDN), una escisión de los Zetas, creada cuando la organización sufrió golpes tanto del gobierno como de otros grupos del crimen organizado, y buscaban fortalecer su poderío en Tamaulipas.
Uno de los casos más representativos de La Tropa del Infierno fue el de Juanito Pistolas, quien ingresó a la organización a los 13 años y se convirtió en comandante a los 16.
Este joven era conocido por su brutalidad en interrogatorios y asesinatos, cualidades que dentro del cártel le valieron ascensos rápidos. Fue abatido en Nuevo Laredo, Tamaulipas, en un enfrentamiento con la Secretaría de Marina.
Lo más preocupante es que su historia no fue vista como una advertencia, sino como una inspiración para otros adolescentes. Un narco rap en su honor suma más de 11 millones de reproducciones, perpetuando el mito de los niños sicarios y normalizando su existencia, instando a que otros menores estén dispuestos a morir por la organización.
Nuevas trampas
El reclutamiento de menores no ocurre únicamente en las calles. Según los periodistas Óscar Balderas y Luis Chaparro, los cárteles han extendido su estrategia a plataformas digitales como en videojuegos como Call of Duty o Roblox, donde integrantes del crimen organizado se infiltran para contactar adolescentes y convencerlos de unirse a sus filas en la vida real.
También han convertido las redes sociales en herramientas de propaganda. En TikTok, Instagram y YouTube, se glorifica la vida de los sicarios, presentándolos como figuras de éxito con dinero, armas y poder. “Muchos adolescentes empiezan a ver esto como un camino legítimo para salir de la pobreza o ganar respeto”, advirtió Balderas.