Aunque freír un huevo parece una tarea sencilla y muchos la utilizan como una opción para comer rápido y salir del paso, no siempre queda como se desea. La clara suele expandirse demasiado, la yema puede romperse antes de llegar al plato y, en muchas ocasiones, la cocina termina con un enchastre. Para evitar estos inconvenientes, existen técnicas sencillas que garantizan un huevo bien formado, con la clara compacta y la yema intacta.

En primer lugar, la calidad del huevo influye directamente en el resultado. Los huevos frescos tienen claras más densas, lo que ayuda a que no se dispersen en la sartén. Además, su membrana protectora es más resistente, lo que reduce el riesgo de que la yema se rompa. Para comprobar su frescura se puede sumergir el huevo en un vaso con agua: si se hunde y queda en posición horizontal, está en óptimas condiciones para freírlo; si flota, es mejor descartarlo.

El método de fritura es otro aspecto fundamental. Sacar la cáscara de los huevos en un recipiente aparte antes de llevarlos a la sartén permite verificar que la yema esté intacta y evita que fragmentos de cáscara caigan en el aceite. También, es recomendable colocarlos con suavidad y desde una altura baja para minimizar el impacto.

El huevo frito parece ser uno de los platos más sencillos para cocinar, siempre y cuando se lleven adelante los pasos adecuados (imagen ilustrativa)

Como tercer paso debe revisarse la temperatura del aceite. Si está demasiado frío, la clara se expandirá antes de coagularse; si está demasiado caliente, se dorará muy rápido mientras la yema seguirá cruda. La temperatura ideal ronda los 180 °C. Un truco para comprobarlo es introducir un palillo de dientes en el aceite, si se forman pequeñas burbujas a su alrededor, está en el punto justo.

El momento de sacar el huevo de la sartén es crítico, ya que un movimiento brusco puede arruinarlo en segundos. Para evitarlo, lo ideal es utilizar una espumadera ancha y plana que permita retirarlo de manera uniforme y sin ejercer presión excesiva. La mejor forma de hacerlo es deslizar la espumadera suavemente por debajo del huevo: comenzar por el borde y avanzar poco a poco hacia el centro, lo que asegurará que la clara se despegue por completo.

Si se siente resistencia, un tip seguro es inclinar ligeramente la sartén, esto puede ayudar a que el aceite facilite el proceso. Una vez que el huevo está bien apoyado en la espumadera, se levanta con firmeza y suavidad, y se lo mantiene lo más horizontal posible para evitar que la yema se deslice.

El sencillo truco para sacar el huevo frito de la sartén sin que se rompa

Dado que la yema es la parte más frágil, es importante que quede bien centrada en la espumadera. Si se posiciona cerca del borde, hay más riesgo de que se rompa. Finalmente, para trasladarlo al plato sin inconvenientes, lo mejor es inclinar levemente la espumadera para que se deslice suavemente sin golpearlo.

Freír huevos implica trabajar con aceite caliente, lo que puede generar salpicaduras y quemaduras si no se toman precauciones. Para evitar accidentes, es recomendable utilizar guantes de cocina o un repasador grueso al manipular la sartén, asegurándose de que no absorba demasiado aceite, ya que esto podría hacer que caigan gotas calientes sobre la piel. Además, es conveniente inclinar la sartén con cuidado para reducir las salpicaduras y mantener siempre una distancia prudente al agregar los huevos al aceite.