PINAMAR (Enviada especial).– Antonio y Rachele Sanna tenían 12 y 5 años cuando dejaron su pequeño pueblo en la isla de Cerdeña, Italia, para venir con sus padres –que querían cambiar de vida– a Valeria del Mar, destino que eligieron para que el choque cultural no fuera tan abrumador. Además, optaron por el país más italiano después de Italia, la Argentina. Quince años después, a fines de 2023, los hermanos y sus respectivas parejas, Karla y Sergio, fundaron Il Gatto Nero, una pizzería estilo napolitana que arrasa con sus reservas solo por el “boca en boca” de los vecinos y turistas de Pinamar.
La pizzería que encontró su nombre en su gato Nerone y por el símbolo anarquista de Estados Unidos (muchos de los que integraban ese grupo político eran italianos) está repleta un martes a la noche en la segunda quincena de enero. Alejado del centro de Valeria del Mar, el restaurante de 30 mesas se ubica sobre la Avenida Espora y desde su apertura es difícil conseguir un lugar sin anticipación. Solo abren a la noche, ya que a las 10 empiezan con las preparaciones para el día.
“Vivimos arriba, en unos departamentos de la parte de atrás. Estoy atendiendo a la gente en mi casa. Es algo muy especial”, expresa Antonio, el fundador y dueño de Il Gatto Nero a LA NACION. “Anteriormente, este era el local de mis papás, un depósito de tapicería. Rachele y mi cuñado [Sergio] estaban trabajando en Europa, y cuando estaban allá nació este proyecto”, suma sobre el origen de la pizzería.
No quisieron montar una pizzería convencional. Dice Antonio también que, al radicarse en Valeria del Mar, considera que él y su familia “están muy alejados de las tendencias gastronómicas de Buenos Aires”. Por eso, decidieron hacerle honor a la tradición familiar y servir pizza y pasta de la que se come solo en Italia.
El menú ofrece al menos 12 variedades de pizza, entre ellas, la clásica margarita, la de pepperoni, de cuatro quesos, la de mortadela con pistachos (una de las más solicitadas), hongos y panceta (la estrella), y la de jamón y morrones. La carta también incluye una pasta seca con pesto o con ragú de cordero.
La sección de postres es un capítulo aparte: cannoli sicilianos rellenos de crema pastelera y pistachos, la sfogliatella (masa hojaldrada rellena de pastelera), el icónico tiramisú para compartir y un dulce no conocido de Cerdeña, la seada, consistente en una masa de hojaldre redonda frita rellena de queso pecorino, macerado con naranja y limón, y bañado en miel.
Los propios dueños atienden, amasan y hornean con productos importados y preparados en el día. La pizza pasa por el horno a leña apenas un minuto y, para el amasado, utilizan la técnica contemporánea: más compleja y con utilización de prefermentos. Como resultado, el borde queda grueso y totalmente vacío. “Como una nube”, describe Antonio.
A diferencia de otros restaurantes exitosos, Il Gatto Nero se rehúsa a habilitar las reservas por internet. Algunos escriben un mensaje al propio comercio, otros le hablan directamente a Antonio. “Queremos conservar la atención personalizada, la gente conoce este lugar por el boca en boca y solo con eso estamos llenos todas las noches”, expresa el dueño.
La pizza ganadora
Il Gatto Nero fue premiado internacionalmente por su pizza carbonara, un sabor a huevo muy particular que normalmente viene con una pasta. El campeonato mundial organizado por la Asociación de Pizzerías y Casas de Empanadas de la República Argentina (Apyce) les dio el oro en junio de 2024 por la compleja categoría pizza en pala, una de las más difíciles de hacer por la hidratación que necesita y su gran tamaño.
“La pizza carbonara es una creación de la casa porque el plato original es una pasta. Quisimos representar el espíritu de la tradición romana”, comenta Antonio, quien corta las pizzas con una tijera de sastrería.
La premiada lleva una base blanca (sin salsa de tomate), mozzarella fior di latte, crema carbonara hecha a base de una emulsión de queso pecorino, yemas de huevo pasteurizados y guanciale (una carne salada parecida a la panceta).
“El campeonato nos ayudó mucho a que se conociera el lugar a nivel local y provincial, ya que estamos muy alejados de las tendencias gastronómicas que reinan en Buenos Aires”, expresa Antonio.
Respecto de los próximos pasos planificados para el restaurante, esta familia italiana tendrá su propia bodega en Valeria del Mar. Su prueba piloto, traer las uvas de Mendoza, hizo que sus vinos caseros sean un furor en el local.