Una herencia sobre ruedas. César Carman pertenece a la tercera generación del mismo apellido que ocupa la presidencia del Automóvil Club Argentino (ACA), después de su padre y su abuelo. A lo largo de las décadas, la historia del club ha corrido en paralelo con los altibajos de la Argentina, enfrentando épocas de oro y momentos de crisis. Desde los tiempos de su abuelo, quien debió enfrentar una de las peores crisis económicas de la institución, cada generación ha tenido que lidiar con desafíos similares a los del país: recuperación tras déficit, reorganización en tiempos complejos y un renovado impulso hacia el crecimiento.

A 120 años de su fundación, el ACA se enfrenta a nuevos desafíos, con un entorno cambiante y un cambio de paradigma en lo que respecta a las nuevas generaciones con el auto. La movilidad ya no es lo que era y esto impacta tanto en las formas de ingresos como en la masa societaria del club. Cuando el abuelo Carman asumió en la institución había cerca de 30.000 socios, y luego de años de crecimiento, en el momento de oro, llegó a tener casi 800.000 miembros, un número alejado de los 550.000 socios que logró mantener su hijo. Ahora, el desafío llega al nieto, pero en un momento en el que las formas de pensar las asociaciones y los clubes por parte de los jóvenes son completamente distintas.

El sedán que llegará dentro de poco a la Argentina y sacó cinco estrellas en seguridad

La familia de productores agropecuarios se vio atravesada por el club toda su vida. Su abuelo, César Carlos Carman, llegó en 1957 a la presidencia del club por primera vez y su padre asumió en 1985. Por estar tan cerca, al actual presidente del ACA le tocó convivir desde chico con esta pasión por los autos y el día a día de la institución, como cuando su abuelo hizo lo posible para hacer coincidir la visita a las estaciones del ACA en Bariloche con el viaje del colegio de su nieto, donde invitó a todo el curso junto a los directivos del club a comer una carne al curanto, la milenaria técnica patagónica.

Además del lazo familiar que lo ata a la institución, para César Carman el ACA también es un exponente del país: “La presencia y la marca de la historia del club no existe en ningún lugar del mundo, vos te bajas en Argentina en cualquier aeropuerto y le pedís al taxista que te lleve al ACA y lo conoce. El impacto el club está en la matriz, en el ADN de la Argentina. Por ejemplo, en un pueblito como San Sebastián -Tierra del Fuego-, está el club con una estación, el Correo Argentino, Gendarmería y hay que dejar de contar, no hay más instituciones. Trasciende un club de socios, es un club de todos los argentinos”.

César Carman adelante de algunos de los vehículos históricos que forman parte del museo.

Los proyectos del ACA

– ¿Qué desafíos tienen actualmente?

Yo quiero capturar gente joven, con un target de 30 a 40 años, pensar cómo los traigo al club. Tenemos muchos servicios, entre ellos el auxilio mecánico que sigue siendo nuestro caballito de batalla y que es un servicio de calidad, de nivel internacional. Con una demora entre 35 o 40 minutos. Por otro lado, en lo que es infraestructura, en este momento terminamos con la estación de Río Gallegos, además de que estamos construyendo otras en Ushuaia y Villa María en Córdoba. Calculo que hacia enero o febrero las vamos a tener listas. Esas son las obras grandes, pero después estamos con un montón de arreglos chicos.

– ¿Cómo buscan llegarle a este nuevo público?

– Tenemos muchas opciones y alternativas en este momento. Una de las cosas que ya implementamos es un beneficio para un sistema de carsharing que es un servicio de alquiler temporario de autos que si sos socio del club te sale la mitad de precio. Estamos también con la idea de armar convenios con gimnasios, de la mano de Sport Club que si Dios quiere, vamos a implementarlo rápido. Otra propuesta bien actual también es la de corredores para motorhomes, con un estilo un poco como lo tienen los estadounidenses. Estamos evaluando la infraestructura que tenemos para potenciarla para eso, para que puedas vos hoy con unos amigos alquilar un motorhome y hacerte un corredor hasta el sur o al norte. Hacemos también un montón de eventos culturales, tenemos el museo con un montón de vehículos históricos y le queremos dar una impronta distinta: un museo vivo que se integre con la comunidad.

– ¿Qué planes tienen para su red hotelera?

– Seguimos teniendo una red hotelera importante, entonces hay que ver cómo aggiornarla y buscarle otra vuelta, con una propuesta accesible. La idea es desarrollar unos eco módulos, que son habitaciones de 4 estrellas, en las que vamos a hacer una prueba piloto a lanzar en Puerto Iguazú, y la idea después es escalarlo también al resto de nuestras posiciones.

– ¿Con cuántos socios cuentan actualmente?

Hoy tenemos 300.000 socios. Tuvimos un cimbronazo grande en la pandemia, perdimos entre 80.000 y 100.000 socios. Pero así y todo seguimos siendo una fuerza importante, sobre todo cuando haces un comparativo con otros clubes del mundo.

– ¿Sigue siendo conveniente, por más que sea importante la conectividad, tener algunas estaciones aisladas que son deficitarias?

– Uno necesita rentabilidad porque si no se te colapsa el sistema, pero digamos, aunque estés en “break even”, mientras te dé el conjunto total no es un problema. Seguimos estando en lugares donde hay días que solo te visita el viento. En Garayalde, en San Sebastián, en Capitán Sarmiento, en la Patagonia estamos en muchos lugares, también en Paso de Jama. Estamos en lugares en los que alrededor de la estación se arma un pueblo, donde aún hoy si desaparece el club el cimbronazo para la comunidad es brutal y son lugares donde sí, muchos de estos son totalmente deficitarios. Hay casos en los que estamos repensando que hemos quedado deficitarios porque o se hizo una autopista y quedamos en la ruta vieja o de golpe YPF hizo una gran estación de la mano de un tercero y nosotros quedamos quizás con una estación más chica. Pero también nos pasa por ejemplo en lugares como Ingeniero Juárez o Bernardo Yrigoyen donde se hace soberanía, donde nadie quiere poner una estación.

Carman en la inauguración del Gran Premio Histórico Argentino, organizado por el ACA.

Electromovilidad

– ¿Cómo enfrentan el desafío de las nuevas formas de movilidad, los autos eléctricos e híbridos?

En la Argentina todo lo que es electromovilidad todavía va despacio, está muy lento, pero sí cambió lo que es el concepto de movilidad: ya no es más el viejo motor a combustión, hoy hay cinco, seis alternativas distintas, la bicicleta, los monopatines eléctricos, Uber, Cabify, el carsharing. Entonces desde ahí estamos viendo cómo nos volvemos a conectar. El desafío del club es innovar, dar servicios que capten a estas generaciones nuevas y no le tenemos miedo a nada. Si tenemos que arrancar también con competencias de carreras de bicicletas, carreras de maratones, volver a realzar la mística del socio de club haciendo campeonatos de golf, estamos abiertos a volver a analizar todo. Siempre con el desafío de bajar el promedio de edad y brindarles a los socios servicios que realmente agreguen valor.

El fenómeno Colapinto

– ¿Qué significa para ustedes el éxito y la oportunidad que enfrenta ahora Franco Colapinto?

– Cómo no te vas a poder contento con Colapinto, después de tantos años volver a tener un piloto en Fórmula 1 y todo lo que eso significa, porque la Argentina es un país súper tuerca, pero lo teníamos adormilado a ese lado. Cuando era chico agarrabas el diario y tenías tres o cuatro noticias de fútbol, una de tenis, una de rugby y dos o tres de automovilismo. El automovilismo pesaba y como que empezó a desaparecer despacito por mil motivos: crisis económicas, quizás algunos errores nuestros y hoy volvemos a acordarnos de quiénes éramos. La Argentina es un país con una historia automovilística fenomenal, en Sudamérica líderes te diría absolutos, en una historia muy previa a los brasileños, que somos los dos que tenemos más fuerza en ese deporte.

– ¿Cómo se puede reavivar esa pasión?

– Y bueno, yo siempre digo: los argentinos tenemos que volver a acordarnos de quiénes éramos para volver a ser, en todos los ámbitos del país. Franco hoy es un embajador y no solo creo que le pueda dar un impulso de publicidad sino que puede ser determinante, no te digo ni el año que viene ni el próximo, pero para que vuelva la Fórmula 1 a la Argentina.

– ¿Considera factible la vuelta de la F1 en un tiempo corto?

Lo veo como una posibilidad cierta, pero con total prudencia. No me animo a dar fechas porque es muy complejo, pero obviamente al tener un piloto en Fórmula 1, aunque el año que viene no esté y vuelva el próximo, la Argentina, que es un país tuerca, tracciona mucho. Yo creo que sí se tienen que alinear varias cosas: el país tiene que estabilizarse y falta un autódromo que tiene que estar en categoría 1 y que va a llevar tiempo por las obras. Cuando digo que falta estabilidad económica es porque generalmente los privados cierran con la Fórmula 1 “deals” de tres años, que son estables en dólares, entonces ninguna empresa te va a poner la plata si no sabe después el año siguiente cuánto va a costar. Además, la estabilidad le da fortaleza al país y a nuestras empresas para que sponsoreen. La tercera condición es que se de un marco favorable con los promotores, de Liberty y de la FIA, y para eso se tiene que dar que en el calendario mundial pueda haber una fecha para la Argentina. Yo creo que pueden pasar cosas. No quiero pecar por ansioso, vamos despacio, pero estamos en muchas mejores condiciones que hace un año.