El legado de Johan Santana, uno de los lanzadores más destacados de Las Grandes Ligas de Béisbol en las primeras décadas del siglo XXI, quedó envuelto en una polémica que podría impedirle ingresar al Salón de la Fama de la MLB.
A pesar de su destacada carrera y de ganar dos premios Cy Young, una decisión controvertida que le impidió recibir ese galardón en 2005 despierta preguntas sobre los criterios de votación y su impacto en la percepción histórica del venezolano.
El ascenso de Johan Santana: de Venezuela a la élite de las Grandes Ligas
Johan Santana, nacido el 13 de marzo de 1979 en Tovar, Venezuela, irrumpió en la MLB con los Mellizos de Minnesota, donde demostró ser un lanzador dominante. Con una recta explosiva y un cambio de velocidad letal, lideró la Liga Americana en varias estadísticas clave, lo que lo llevó a destacarse entre los mejores de su generación.
Entre 2004 y 2006, el venezolano acumuló 55 victorias, con una efectividad de 2,75 y 748 ponches. De esa manera, se consolidó como el mejor abridor de ese período según métricas avanzadas.
En 2004, recibió su primer premio Cy Young, galardón otorgado al mejor lanzador de cada liga. Un año después, sus números lo posicionaron nuevamente como favorito, pero la votación tomó un giro inesperado.
Temporada 2005: los números y la polémica
En 2005, Johan Santana lideró la Liga Americana en varias estadísticas. Sin embargo, Bartolo Colón, lanzador de los Angelinos de Anaheim, se quedó con el premio Cy Young tras registrar un total de 21 victorias, aunque con una efectividad inferior a la del venezolano.
La votación priorizó el número de triunfos por encima de métricas como el porcentaje de ponches o las carreras limpias permitidas. Este resultado generó críticas por parte de analistas y fanáticos. Según Athletic, “la victoria de Colón reflejó una época en la que las estadísticas tradicionales, como las victorias, tenían mayor peso que los análisis avanzados”. Para muchos, Santana fue víctima de un sistema de votación desactualizado.
La importancia del Cy Young para el Salón de la Fama
La elección al Salón de la Fama del Béisbol suele basarse en una combinación de estadísticas acumulativas y reconocimientos individuales, como premios y selecciones al Juego de Estrellas.
Santana terminó su carrera con un récord de 139 victorias y una efectividad de 3,20, números que, aunque impresionantes, no alcanzaron el umbral de lanzadores históricos con más de 200 triunfos.
El hecho de no haber ganado el Cy Young en 2005 privó a Santana de sumar un tercer galardón, lo que habría reforzado su caso para formar parte del museo ubicado en Cooperstown. Desde la creación del premio, solo 23 lanzadores obtuvieron tres o más de estos; todos ellos, con excepción de Roger Clemens, tienen un lugar en el Salón de la Fama.
El peso de las lesiones en la carrera de Johan Santana
Otro factor que complicó el camino de Santana fue su corta trayectoria debido a lesiones. En 2010, sufrió una grave complicación en el hombro que lo alejó de los terrenos de juego. Aunque tuvo un regreso memorable en 2012 con los Mets de Nueva York, incluyendo un juego sin hits ni carreras, su rendimiento nunca volvió a ser el mismo.
De acuerdo con el apartado deportivo del New York Times, “si bien Santana tuvo una cima brillante, la falta de longevidad y la ausencia de logros acumulativos le jugaron en contra para ser considerado entre los mejores de la historia”. La votación del Salón de la Fama también tiende a favorecer a deportistas con trayectorias más prolongadas, algo que no jugó a favor del venezolano.
¿Un criterio obsoleto? El sistema de evaluación para el Salón de la Fama del Béisbol
La controversia alrededor del Cy Young de 2005 alimentó debates sobre los criterios para evaluar a los jugadores. Durante años, las estadísticas avanzadas ganaron terreno en la MLB, lo que desafía métricas tradicionales como las victorias, que dependen tanto del rendimiento del equipo como del lanzador.
El caso de Santana es un recordatorio de cómo las percepciones pueden moldear el legado de un jugador. Aunque su dominio en la cúspide de su carrera es innegable, su exclusión del Salón de la Fama plantea interrogantes sobre el papel de las decisiones individuales en el reconocimiento histórico.