Desde hace siglos que los gatos son figuras muy importantes para la cultura egipcia, asociados con la divinidad, la protección y la fortuna. Las momias felinas fueron encontradas en tumbas y templos en distintas excavaciones arqueológicas a lo largo de la historia, algo que llevó a buscar respuestas certeras del papel que desempeñaron estos animales en la sociedad del Antiguo Egipto.
Un estudio reciente analizó más de ochenta yacimientos arqueológicos en Europa, África y Asia Occidental para comprender el proceso de domesticación de los gatos y su relación con los humanos. De esta forma fue que se descubrió que las momias egipcias en forma de gato no solo eran un tributo a los dioses, sino que también contenían información genética clave sobre su evolución.
Los investigadores del proyecto FELIX extrajeron ADN de los restos momificados utilizando técnicas avanzadas de biología molecular. Para minimizar el riesgo de contaminación, trabajaron en laboratorios especializados, donde pulverizaron fragmentos de diminutos huesos y dientes y los convirtieron en bibliotecas genómicas. Esta tecnología permitió identificar patrones de mutación genética, que proporcionaron pistas sobre cómo los gatos cambiaron su forma y hábitos a lo largo de los siglos.
Durante años se creyó que la domesticación de los gatos comenzó en el Antiguo Egipto debido a la abundante presencia de felinos en templos y tumbas. Sin embargo, un hallazgo en 2004 en Shillourokambos, Chipre, desafió esta teoría. Se encontró un entierro de hace once mil años en el que un gato había sido sepultado junto a un humano, lo que sugiere que la relación entre humanos y gatos podría haber comenzado mucho antes.
El análisis de ADN llevado a cabo por el equipo FELIX adhirió a esta teoría, ya que descubrieron que los gatos domesticados en Europa tienen en realidad un origen genético en el norte de África. Según sus hipótesis, estos pequeños animales fueron introducidos al continente por los romanos a través del comercio en el mar Mediterráneo.
Uno de los mayores misterios de estas momias es la diversidad genética que presentan. Los expertos en arqueo zoología y biología molecular remarcaron que muchas de ellas pertenecen a una variedad de linajes felinos. Esto lo que sugiere es que en el Antiguo Egipto no solo se veneraban gatos locales, sino que también se “importaban ejemplares de distintas regiones”.
Durante los dos últimos años del estudio, los científicos planearon analizar a fondo el ADN de estas momias y compararlo con el de los gatos domésticos actuales y con los restos de gatos prehistóricos hallados en Europa. Además del análisis genético, los expertos utilizaron estudios químicos del colágeno presente en los huesos para rastrear la dieta de estos felinos.
Así llegaron a la conclusión de que en algún momento de la historia los gatos empezaron a consumir pescado, probablemente debido a que los pescadores egipcios los alimentaban con sobras de sus capturas. Esto fue adoptado a lo largo del tiempo por los felinos, quienes en la actualidad disfrutan de una lata de atún o pequeños pedazos de carne, al igual que sus antepasados.