Desde el 23 de enero y por primera vez, el público argentino pudo experimentar en la pantalla grande una de las películas más impactantes de la animación japonesa: “La tumba de las luciérnagas”. Dirigida por Isao Takahata, esta obra maestra de Studio Ghiblise estrenó en los cines del país, brindando a los espectadores la oportunidad de adentrarse en una historia profundamente emotiva sobre los horrores de la ,Segunda Guerra Mundial vista a través de los ojos de dos niños.
Estrenada originalmente en 1988, la película se destacó por su enfoque realista y desgarrador, narrando la lucha por la supervivencia de dos hermanos en un Japón devastado por la guerra. Basada en la novela homónima de Akiyuki Nosaka, “La tumba de las luciérnagas” trascendió generaciones y sigue siendo un referente indispensable en el cine de animación y en los relatos antibélicos.
Esta proyección en Argentina llega en un contexto significativo, casi un año después de que Studio Ghibli recibiera el Oscar a Mejor Película de Animación por El Niño y la Garza.
Un clásico que marcó la historia del cine japonés
Esta película fue parte de una función doble junto a Mi vecino Totoro, otro de los grandes éxitos de Studio Ghibli. Ambas películas, que marcaron el inicio de la filmografía del estudio, fueron la segunda y tercera producción de la compañía fundada por Takahata y Hayao Miyazaki.
Sin embargo, mientras Mi vecino Totoro se convirtió en un ícono de la animación infantil, La tumba de las luciérnagas destacó por su tono profundamente trágico y su enfoque en las devastadoras consecuencias de la guerra.
La película recibió una recepción crítica excepcional. Fue elegida como la sexta mejor película del año por la revista japonesa Kinema Junpo y obtuvo el Premio a Mejor Película en el Festival Internacional de Cine de Chicago en 1994, compitiendo con obras como “La lista de Schindler” de Steven Spielberg y “El pianista” de Roman Polanski.
Además, fue reconocida en el portal IMDB como una de las 40 mejores películas de todos los tiempos, consolidando su lugar como un referente del cine animado.
Una historia basada en hechos reales
La trama de La tumba de las luciérnagas se centra en Seita, un adolescente de 14 años, y su hermana menor, Setsuko, de 4 años, quienes enfrentan la pérdida, el hambre y la desesperación en un Japón devastado por la guerra.
La película está basada en la novela homónima de Akiyuki Nosaka, publicada en 1967. Este relato semiautobiográfico recoge las experiencias del autor durante la Segunda Guerra Mundial, incluyendo la muerte de su madre adoptiva y su lucha por cuidar de su hermana menor.
La obra de Nosaka fue comparada con otros relatos antibélicos como Sin novedad en el frente, que también fue adaptado al cine en múltiples ocasiones.
El director Isao Takahata, quien falleció en 2018, logró plasmar en esta película una visión cruda y realista de los horrores de la guerra, alejándose de las fantasías y mundos imaginarios que suelen caracterizar al anime. El crítico de cine Roger Ebert calificó a La tumba de las luciérnagas como una de las películas más poderosas jamás realizadas sobre la Segunda Guerra Mundial.
Detalles que hacen única a esta obra
La producción del filme incluyó decisiones artísticas y técnicas que contribuyeron a su impacto emocional. Los animadores optaron por ocultar la boca de Setsuko en la mayoría de las escenas, ya que primero se grabó la voz de una niña de 4 años y luego se animaron las imágenes. Este detalle permitió capturar una autenticidad única en la interpretación del personaje.
Además, la película popularizó los Sakuma Drops, unos caramelos reales que aparecen en la historia como un símbolo de esperanza y consuelo para los hermanos. Estos dulces, que existen desde 1908, lazaron ediciones especiales en homenaje a la película, convirtiéndose en un ícono cultural asociado a la obra.
Adaptaciones y controversias
En 2005, con motivo del 60.º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, se realizó una adaptación live action de La tumba de las luciérnagas. Esta versión se centró en la perspectiva de la tía de Seita y Setsuko, un personaje que en la película original es retratado como una figura severa y poco comprensiva. Esta reinterpretación ofreció una nueva mirada a la historia, aunque no alcanzó el mismo nivel de reconocimiento que la versión animada.
Por otro lado, el director Takahata afirmó en su momento que la película no fue concebida como una obra antibélica. Según sus declaraciones, mostrar las tragedias de la guerra no necesariamente evita que estas se repitan, una postura que generó debates sobre el mensaje subyacente de la película.
Un legado que trasciende generaciones
La tumba de las luciérnagas no solo es una de las películas más emblemáticas de Studio Ghibli, sino también una obra que dejó una huella imborrable en la historia del cine.
Esta película es la única del estudio que no fue distribuida por Disney en Norteamérica, ya que fue producida por la editorial japonesa Shinchosha. Este detalle refuerza su carácter único dentro del catálogo de Ghibli.
Con su llegada a los cines argentinos, esta obra maestra ofrece al público una oportunidad única para reflexionar sobre los costos humanos de la guerra y la resiliencia frente a la adversidad.