El sorbete de plástico ha sido uno de los principales objetivos de las políticas contra los plásticos de un solo uso. Sin embargo, las alternativas, como los sorbetes de papel, siguen generando dudas sobre su efectividad y su impacto ambiental (EFE/ Hayoung Jeon/Archivo)

Con la creciente preocupación por la contaminación plástica, gobiernos y empresas impulsaron alternativas para sustituir los productos de plástico de un solo uso, como los sorbetes. Sin embargo, los sustitutos a menudo no cumplen con las expectativas, tanto en términos de efectividad como de impacto ambiental.

A medida que materiales como el bambú y el maíz ganan terreno como opciones más sostenibles, los consumidores se enfrentan no solo a mayores costos, sino también a la incertidumbre sobre si estos materiales realmente ofrecen una solución a largo plazo.

Este dilema es señalado por los especialistas Bhavna Middha, Kajsa Lundberg y Ralph Horne, quienes afirman en The Conversation que las alternativas al plástico no son tan efectivas como parecen.

Los consumidores se enfrentan a la incertidumbre sobre si las alternativas al plástico, aunque más costosas, realmente ofrecen una solución efectiva a largo plazo o si solo perpetúan el problema de la contaminación (Freepik)

El desafío de las alternativas “sostenibles”

Según los especialistas, a pesar de la intención de reducir el impacto ambiental, las alternativas como los sorbetes de papel, el bambú o los bioplásticos no resultan ser soluciones perfectas.

En particular, los sorbetes de papel, aunque más ecológicos a primera vista, a menudo están recubiertos con plásticos como el polietileno, lo que dificulta su reciclaje y sigue contribuyendo a la contaminación.

Además, algunos de los materiales de origen vegetal, como el bambú o el almidón de maíz, pueden contener sustancias químicas conocidas como PFAS (sustancias perfluoroalquiladas), las cuales, según los expertos, son aún más perjudiciales que el plástico tradicional.

Otro aspecto señalado es el aumento de los costos para los consumidores. Mientras que los productos alternativos como el bambú pueden parecer una opción más sostenible, en realidad son más caros de producir que los plásticos, lo que incrementa el precio final para los consumidores.

Este aumento de costos es uno de los principales inconvenientes que enfrentan los sustitutos del plástico, según los análisis presentados por Middha, Lundberg y Horne.

Aunque los sorbetes de papel se presentan como una opción ecológica, su efectividad se ve comprometida por el recubrimiento plástico y los químicos que contienen, lo que limita su capacidad de reciclaje y su impacto ambiental (Freepik)

El problema del reciclaje y la contaminación por plásticos

La contaminación por plásticos es uno de los principales problemas ambientales a nivel global. En su análisis, Middha, Lundberg y Horne explican que los plásticos no solo están presentes en todos los rincones del planeta, desde los océanos hasta los cerebros humanos, sino que la mayoría de ellos no se reciclan.

De hecho, detallan que menos del 10% del plástico producido en el mundo fue reciclado. Además, el plástico se fabrica a partir de combustibles fósiles, lo que contribuye al calentamiento global, y su producción se espera que se triplique para 2050.

Este panorama hace que, según los autores, la reducción del uso de plástico sea mucho más efectiva que simplemente buscar alternativas o intentar reciclarlo después. La dificultad de reciclar plásticos y su persistencia en el medio ambiente son razones por las que los especialistas insisten en la necesidad de reducir su producción desde el inicio.

A pesar de los esfuerzos por reciclar, menos del 10% del plástico producido globalmente se recicla, lo que agrava la contaminación ambiental. La producción masiva de plásticos sigue aumentando, contribuyendo al calentamiento global y a la proliferación de microplásticos en todos los ecosistemas (AP Foto/Dita Alangkara)

Los problemas con las prohibiciones de plásticos

La prohibición de plásticos de un solo uso, como sorbetes y bolsas, es un tema de debate en numerosos países. Sin embargo, según Middha, Lundberg y Horne, estas políticas a menudo no consideran las consecuencias económicas y logísticas de eliminar estos productos.

En algunos casos, las prohibiciones resultaron en un traslado de la carga de gestión de residuos a pequeñas empresas, que se ven obligadas a asumir el costo de los sustitutos, que son más caros de producir.

Este fenómeno se observó en países como India, donde las regulaciones sobre plásticos fueron criticadas por poner el peso del reciclaje sobre los negocios más pequeños, mientras que las grandes industrias siguen siendo responsables de la mayor parte de la contaminación.

Además, los autores señalan que las prohibiciones de productos plásticos de un solo uso no abordan el problema de fondo: la sobreproducción de plásticos. Para ellos, simplemente prohibir ciertos artículos no resuelve el problema más amplio de los residuos plásticos, ya que sigue existiendo una dependencia de productos y envases plásticos en otros sectores.

Las prohibiciones de plásticos de un solo uso, aunque bien intencionadas, no siempre consideran sus efectos económicos y logísticos, como el aumento de costos para las pequeñas empresas y el traslado de la carga de gestión de residuos (Freepik)

El enfoque hacia la eliminación de productos de un solo uso

Middha, Lundberg y Horne explican que el verdadero cambio no reside en encontrar un sustituto perfecto para el plástico, la clave es eliminar el concepto de los productos de un solo uso en general.

Según los autores, los sorbetes, por ejemplo, fueron originalmente utilizados en circunstancias muy específicas, como para niños pequeños o personas con dificultades para beber directamente de un vaso. Por lo tanto, sugieren que su uso debería ser una excepción, no una norma.

En lugar de seguir buscando alternativas para cada producto plástico de un solo uso, los autores proponen un cambio hacia sistemas reutilizables, como el modelo de botellas de vidrio en Alemania. Este enfoque, según explican, además de reducir la necesidad de nuevos plásticos, promovería un modelo económico más circular y sostenible.

Los sorbetes, originalmente diseñados para casos particulares como niños pequeños o personas con dificultades para beber, hoy en día se han convertido en un accesorio innecesario en muchos contextos (Freepik)

La necesidad de una revisión del embalaje

Otro aspecto importante señalado por los autores es la necesidad de reconsiderar el uso de embalajes innecesarios. Aunque algunos plásticos, como los que se utilizan para garantizar la seguridad alimentaria, son necesarios, la eliminación de los envases innecesarios podría tener un impacto positivo en la reducción de desechos plásticos.

En este sentido, destacan la iniciativa de la organización benéfica WRAP en el Reino Unido, que está promoviendo la eliminación del embalaje en frutas y verduras. Para los especialistas, este tipo de medidas podría ser un paso importante hacia un futuro con menos plásticos.

Un cambio de políticas para reducir el plástico

Finalmente, Middha, Lundberg y Horne subrayan que las políticas gubernamentales deben centrarse en evitar que los plásticos lleguen al mercado en primer lugar, y no prohibir productos de un solo uso de manera aislada.

En lugar de depender de la regulación sobre artículos específicos, los autores defienden que las políticas deben enfocarse en crear regulaciones que obliguen a las empresas, especialmente las grandes corporaciones responsables de gran parte de la contaminación, a asumir su responsabilidad en la producción de plásticos y su gestión.

En este contexto, los especialistas sugieren que un modelo similar al de Australia para el reciclaje de neumáticos podría ser replicado para el plástico, creando un mercado nacional de productos reciclados y reduciendo la dependencia de la producción de nuevos plásticos.

Concluyen que un verdadero cambio hacia una sociedad más sostenible no dependerá de la eliminación de productos específicos, sino de una transformación integral de las políticas, las prácticas industriales y las expectativas de los consumidores.