El caso de envenenamiento masivo en Texas en 1974 cambió para siempre el concepto del

Hace 50 años se produjo uno de los casos criminales de Halloween más notorios en la historia de Estados Unidos, que dejó una persistente inquietud entre los niños que salen a pedir dulces. Ronald Clark O’Bryan, un diácono de iglesia en Deer Park, Texas, fue hallado culpable de envenenar dulces con cianuro potásico, en un intento por matar a sus dos hijos pequeños, Timothy y Elizabeth, según informó People.

El fatídico Halloween de 1974 se desató una persistente lluvia en la región de Houston, lo que hizo que los planes de cientos de niños se adaptaran para seguir recolectando dulces. A pesar del mal clima, O’Bryan decidió llevar a sus hijos los tradicionales paseos en busca de golosinas y, tras volver a casa, permitió a Timothy, de ocho años, elegir un dulce de los recolectados.

El niño eligió un Pixy Stix, comentando que su sabor era amargo. Según el Toronto Sun, O’Bryan manifestó a los detectives: “30 segundos después de salir de la habitación de mi hijo, lo oí gritarme: ‘Papá, papá, me duele el estómago’”.

Associated Press informó en su momento que O’Bryan ayudó a su hijo a abrir el tubo de caramelos y le proporcionó un vaso de Kool-Aid para suavizar el sabor, antes de dejarlo en la cama. Sin embargo, Timothy casi inmediatamente comenzó a vomitar y luego a convulsionar, falleciendo menos de una hora después. El inquietante hecho llevó a la intervención de detectives de homicidios, quienes determinaron que el clérigo había envenenado varias golosinas, luego de que los agentes lograron recuperar las que no consumieron.

Por qué O’Bryan envenenó a sus hijos

Durante el juicio, se destacó que O’Bryan tenía un motivo financiero detrás de sus acciones: había contratado un seguro de vida valorado en 31,000 dólares para sus hijos. Según United Press International (UPI), Vic Driscoll, fiscal del condado de Harris, testificó que el diácono “tenía una mala reputación”, describiéndolo como alguien que “usó a su hijo y lo sacrificó en el altar de la avaricia”.

El acusado mantenía su inocencia, afirmando que había recibido los dulces envenenados durante el paseo con sus hijos. Sin embargo, su versión resultó inconsistencias, y el jurado solo tardó una hora en condenarlo a la pena de muerte en 1975, de acuerdo con UPI.

Una insistente leyenda urbana sobre dulces contaminados fue aprovechada por O'Bryan para desviar sospechas. (Imagen Ilustrativa Infobae)

Antes de su ejecución en marzo de 1984, AP relató que el sujeto conservó la calma, proclamando que su ejecución era un error. O’Bryan permaneció firme en su inocencia, informó la agencia, mientras una multitud de alrededor de 300 personas se reunió afuera del edificio, algunos a favor y otros en contra de la ejecución. También se reportó que una serie de golosinas fueron lanzadas contra quienes se oponían a la muerte del culpable.

Unas de las hipótesis contrastadas para entender por qué el hombre realizó este crimen el 31 de octubre fue mencionada por el experto cultural David Skal al Toronto Sun, quien sugirió que O’Bryan aprovechó la leyenda urbana de los dulces envenenados de Halloween para desviar las sospechas hacia un anónimo.

El infame ataque perdura, conocido con los sobrenombres macabros de “El hombre que mató Halloween” y “El hombre de los dulces”. Lo que una vez fuera una simple tradición de pedir algún caramelo en Halloween se ha teñido de precaución y temor, un legado del horror de sus acciones que persiste cinco décadas después en Estados Unidos.

Desde cuándo se celebra Halloween

Halloween se celebra desde hace cientos de años, derivando de la antigua festividad celta de Samhain, que marcaba el final de la cosecha y el inicio del invierno. Esta tradición llegó a los Estados Unidos en el siglo XIX, donde se popularizó y evolucionó en la celebración moderna que conocemos hoy.