En 1994, los padres de la escritora CJ Hauser se fueron de vacaciones a Arizona y llevaron cactus de recuerdo para ella y su hermana menor, Leslie; al cabo de un mes, los dos se habían muerto: el de Leslie, seco y encogido, murió de sed; el de CJ, podrido y blando, murió por exceso de riego. “Nuestros padres se miran, como si ya supieran que el amor no va a ser fácil para nosotras. Que estamos las dos jodidas, cada una a su manera”, escribe ahora CJ en La novia grulla, un libro de memorias en forma de pequeños ensayos que acaba de publicarse acá y que explora las posibilidades del amor y la identidad en tanto perdure un mandato arcaico: que todos nacimos para casarnos.

Diez días después de cancelar su boda, CJ se fue de expedición a Texas para estudiar a la grulla trompetera, una de las especies de aves más antiguas del planeta. Estaba investigando para una novela y al regreso escribió un artículo sobre la experiencia que tuvo más de un millón de vistas en el sitio de la revista The Paris Review: ese ensayo hoy integra este libro, junto con un análisis de la personalidad de Katharine Hepburn en la comedia Historias de Filadelfia, el recuerdo de sus peores encuentros en Tinder o una indagación sobre los devaneos entre Mulder y Scully en Los expedientes secretos X.

CJ Hauser combina en

Aquella exploración en búsqueda de la grulla tomó la forma epifánica de cualquier anécdota para el que sufre por amor: cree que todo habla de él (o ella). “Parece ser que, si quieres salvar una especie, no te dedicas a quedarte mirando al pájaro que quieres salvar”, escribe CJ: “Te fijas en las cosas de las que depende su existencia”. ¿Hay aquí lo suficiente para sobrevivir? La respuesta se le insinuó unos días antes de su boda fallida cuando su futuro no-esposo le regaló una tarjeta de cumpleaños en blanco para poder usarla otra vez.

“Es increíble que quienes no encontramos el amor de jóvenes reunamos valor para intentarlo de nuevo”, escribe CJ a sus cuarenta años. En La novia grulla combina recuerdos desordenados de su vida familiar con piezas breves de crítica cultural y del revoltijo sobre romances, fracasos e intimidades se cuela una revelación: como le pasaba a Hepburn en la película, que tenía tres pretendientes que la obligaban a elegir entre ser “diosa, reina o estatua”, a veces el abanico de opciones de la identidad de una mujer se limita a lo que le ofrecen los hombres. “De ahí que las opciones no sean tan ideales”, piensa CJ, en sintonía con una época en que el Presidente nos dice que el matrimonio “es un tipo de contrato que da aversión”. ¿Qué pasaría si pudiéramos liberarnos de la idea tradicional del amor romántico?

El cuento “La novia grulla” es un clásico del folklore japonés y, aunque existen muchas versiones, la más popular habla de una grulla que se enamora de un hombre y le hace creer que es una mujer para seducirlo y casarse. Con el objetivo de que él la quiera, ella se pasa todas las noches arrancándose pluma por pluma con el pico y a la mañana vuelve a ser mujer pero sabe lo que le espera cuando termine el día. “Seguir siendo una mujer requiere el enorme esfuerzo de borrarse a sí misma”, concluye CJ: “Hay maneras de resultar herida y maneras de sobrevivir a las heridas, pero nadie puede sobrevivir negando sus necesidades. Ser una mujer grulla es insostenible”.

ABC

A.

La idea contemporánea del amor romántico nació durante el siglo XVIII, cuando a las personas se les permitió vivir según sus emociones.

B.

El amor cortés fue predominante en las épocas anteriores: las relaciones eran transaccionales y eso se daba en todas las clases sociales.

C.

Algunos antropólogos opinan que el amor romántico existió en todos los tiempos porque responde al instinto natural del cortejo y la cópula.