ROMA.- La mirada impaciente, la boca cerrada, un gesto casi repentino con la mano derecha que parece salirse del cuadro y un juego de luz inconfundible. Es el retrato de monseñor Maffeo Barberini, pintura perdida y luego reencontrada de Caravaggio, nunca antes mostrada en público y que, después de siglos, por primera vez podrá verse en uno de los salones del espectacular Palazzo Barberini de esta capital.
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“Es un día histórico, por primera vez puede verse en un museo un capolavoro de Caravaggio que todo el mundo quería ver desde hace sesenta años, que en las últimas décadas sólo pudo ser visto en secreto por un puñado de personas, que nunca fue mostrado en público en un museo y esto para nosotros es un sueño que se hace realidad”, dijo Thomas Clement Salomon, director del museo de las Galerías Nacionales de Arte Antiguo del Palazzo Barberini y curador de la muestra Caravaggio, il ritratto svelato (Caravaggio, el retrato revelado), que se abre al público este sábado.
“Maffeo Barberini vuelve a su casa y es un evento extraordinario, una ocasión imperdible y una empresa que parecía imposible”, le hizo eco el arqueólogo Massimo Osanna, director general del mismo museo, que aludió a la historia increíble de esta pintura, que todos los historiadores y expertos coinciden en atribuirle al “pintor maldito”.
El retrato de Maffeo Barberini, monseñor que luego se volvió cardenal (1606) y más tarde, en el papa Urbano VIII (1623), en efecto, formaba parte de la inmensa colección de su noble familia, los Barberini, dueños durante siglos del impactante palazzo homónimo, que hoy es un museo. El retrato se perdió cuando la colección Barberini se disgregó en 1935, en época fascista. Fue el historiador de arte Roberto Longhi quien volvió a encontrar esta pintura en la tienda de un anticuario florentino y quien en 1963 publicó por primera vez en su revista de arte, Paragone, una foto y un artículo sobre este retrato, uno de los muy pocos realizados en su vida por Michelangelo Merisi da Caravaggio (1571-1610). En realidad, según contó Paola Nicita, también curadora de la muestra, en verdad, la obra había sido descubierta antes por el marchand Giuliano Briganti, que le otorgó a Longhi el derecho a publicar el hallazgo. En ese momento, entre 1962 y 1963, la pintura, de amplio formato (124 x 90 centímetros), pudo ser restaurada. Lo cierto es que tras el hallazgo de Longhi, como el retrato fue adquirido por coleccionistas privados de Florencia -que por discreción no estuvieron en la inauguración de la muestra-, la obra volvió a desaparecer ante los ojos del gran público hasta ahora.
“La pintura junta a dos personas extraordinarias: Maffeo Barberini, que era un intelectual y amante del arte de alta esfera social, que descubrió a Bernini y a Pietro de Cortona; y a Caravaggio, pintor a quien le habría encargado no sólo su retrato, sino también, el Sacrificio de Isaac, que hoy se encuentra en los Uffizi”, detalló Nicita.
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La experta también subrayó que la mayoría de los historiadores piensa que el retrato fue realizado por Caravaggio en 1599, después de que monseñor Maffeo Barberini, de unos treinta años, fuera designado clérigo de la Cámara Apostólica, es decir, tesorero. Aunque otros creen, en cambio, que habría sido comisionado unos años después, en 1603, cuando Clemente VIII decidió enviarlo a París como nuncio, en un delicado viaje diplomático que resultó clave en su carrera. “Se sabe que entre 1603 y 1604 Caravaggio recibió cuatro pagos por la ejecución de algunos encargos que le había dado Maffeo, aunque no se especifica cuáles son”, apuntó Nicita.
Viejos escritos que se remontan a 1617 de Giulio Mancini, fuente más que confiable ya que no sólo fue un fino entendedor de arte que había personalmente conocido a Caravaggio, sino también, médico de Urbano VIII, dicen que el pintor “hizo retratos para Barbarino”.
Más allá de estos pequeños “nudos” aún irresueltos, para Nicita la pintura es importante porque llena un vacío en la actividad de Merisi. “La práctica del retrato no fue para nada insignificante para Caravaggio en su período romano. El maestro, según diversas fuentes, realizó muchos retratos, sobre todo de personalidades de la curia y de amigos y conocidos, pero se trata de obras que, en casi su totalidad, se han perdido o destruido”, dijo.
“Por eso esta muestra es una ocasión excepcional, histórica, no sólo para los expertos y los historiadores del arte, sino también para los que aman a Caravaggio, el más grande pintor de todos los tiempos”, agregó Nicita, que destacó las características del capolavoro. “El retrato crea intimidad con el espectador, es un retrato ‘hablado’, en movimiento con esa mano que parece atravesar el cuadro, con un juego de luz, lleno de tensión, magnético, monumental, pero sin retórica, en el que hay pocos elementos que le dan fuerza a la obra: el sillón, un rollo de documento, el hábito talar del monseñor, su birrete”, indicó.
Nunca expuesto al público en un museo, el retrato perdido y ahora desvelado de Caravaggio de Maffeo Barberini, que “volvió a su casa”, Palazzo Barberini, será visible solamente hasta el 23 de febrero próximo. Preguntado si el Museo de las Galerías Nacionales de Arte Antiguo del Palazzo Barberini está pensando o viendo la posibilidad de adquirir este tesoro para que vuelva a estar para siempre “en casa” y disponible para todo el mundo, Clement Salomon contestó: “Disfrutemos de que se haya hecho realidad este sueño de poder verlo… Ya es un punto de partida”.