Despojo, soledad y una pizarra para comunicarse: los últimos días de Victoria Ocampo

Victoria Ocampo, una de las figuras más influyentes de la cultura argentina del siglo XX, vivió sus últimos años enfrentando desafíos tanto personales como profesionales. Según informó el medio original, la escritora y editora, conocida por su papel al frente de la revista Sur, pasó sus últimos meses en un delicado estado de salud,

Postrada en su cama y con escasas visitas. Así pasó sus últimos días Victoria Ocampo. Ya era quien sería: una de las grandes escritoras de la historia argentina, una gestora cultural implacable y sobre todo el nexo fundamental entre su país y los círculos intelectuales y artísticos del mundo. Murió el 27 de enero de 1979 de un cáncer de laringe.

Pero los problemas de salud empiezan 16 años antes: en 1963, cuando, durante un viaje a París, experimentó fuertes dolores en la boca. Al año siguiente, fue diagnosticada con cáncer bucal, lo que la llevó a someterse a una cirugía en el Instituto del Diagnóstico. Desde entonces, utilizó una prótesis que le permitió comer, beber y hablar.

Aunque logró mantener cierta estabilidad, sufrió una recaída durante un viaje a Estados Unidos, lo que requirió una nueva operación y tratamiento. En 1968, una fractura en la pierna la obligó a guardar reposo en su residencia de Mar del Plata —hoy convertido en centro cultural—, lo que marcó el inicio de un periodo de salud cada vez más frágil.

Victoria Ocampo, fotografiada por su amiga Gisele Freund

Fulgor y ocaso de Sur

A pesar de las dificultades físicas, Victoria Ocampo continuó trabajando. En 1970, tras años de planificación, dedicó tres números de la revista Sur a la temática de la mujer, los cuales fueron publicados en un volumen en 1971. Escribieron Indira Gandhi, Golda Meir, Alicia Moreau de Justo, Ernesto Sabato y Roberto Arlt, entre otros.

Además, esos números cuentan con reveladoras encuestas sobre el papel de la mujer en el mundo y cuestiones como el control de la natalidad y el aborto. Según Doris Meyer, este número especial de Sur se adelantó a los objetivos del Año Internacional de la Mujer, transmitiendo un mensaje de solidaridad.

Sin embargo, en noviembre de 1970, el diario La Nación informó sobre el cese de la publicación de la revista Sur. Aunque diez meses después apareció un nuevo número, este fue el último editado activamente por Ocampo. Los números posteriores se limitaron a reeditar antologías de trabajos ya publicados.

Victoria Ocampo, de joven

Despojos y una pizarra

En 1973, ante la llegada del peronismo al poder y los problemas económicos, las hermanas Ocampo decidieron donar sus residencias, Villa Ocampo y Villa Victoria, a la UNESCO. Victoria expresó su deseo de que estas propiedades fueran utilizadas para actividades culturales, literarias y artísticas que promovieran la cooperación internacional y la paz.

Ese mismo año renunció al Fondo Nacional de las Artes argumentando que la popularidad no siempre era sinónimo de calidad. En 1975, fue invitada como huésped de honor al Congreso del Año Internacional de la Mujer, pero decidió no asistir debido a las tendencias marxistas del evento, enviando un mensaje a través de Fryda Schulz de Mantovani.

En junio de 1977, Victoria Ocampo se convirtió en la primera mujer elegida como miembro de la Academia Argentina de Letras, un reconocimiento que marcó un hito en su carrera. Ese mismo año, en su residencia de Villa Ocampo, se llevaron a cabo las Jornadas del Diálogo de las Culturas, cuyo material fue recopilado en la edición 342 de la revista Sur.

Aunque asistió a todas las jornadas, su salud ya estaba gravemente deteriorada. Según sus allegados, se negaba a tomar calmantes para evitar la obnubilación, lo que intensificaba su sufrimiento. A pesar de su delicado estado, en 1978 logró publicar una traducción de Oda jubilar, de Paul Claudel. Sus últimos meses fueron de aislamiento: pasó las fiestas sola.

“En un país y en una época en que las mujeres eran genéricas, ella tuvo el valor de ser un individuo”, dijo Borges en el funeral de esta gran escritora argentina

Los últimos días no podía hablar. Su sobrina, Dolores Bengolea, recordó que Victoria utilizaba una pizarra para comunicarse. El 24 de enero de 1979 su salud se agravó tras recibir un tratamiento médico que no pudo soportar. Finalmente, el 27 de enero, ingresó en coma y falleció a las 9 de la mañana. Tenía 88 años.

El valor de ser un individuo

Los restos de Victoria Ocampo fueron sepultados en la cripta familiar del Cementerio de la Recoleta al día siguiente de su fallecimiento. Durante el funeral, Ángel Battistessa, presidente de la Academia Argentina de Letras, destacó su legado al afirmar que “a veces basta la desaparición de una persona para que toda una generación quede disminuida”.

Por su parte, Jorge Luis Borges expresó su gratitud hacia Ocampo, señalando que “en un país y en una época en que las mujeres eran genéricas, ella tuvo el valor de ser un individuo”. El fallecimiento de Victoria Ocampo marcó el fin de una era en la cultura argentina, pero también inauguró otro: su legado sigue más vivo que nunca.