Quizá su nombre no te suene sin embargo, en el último tiempo su rostro se volvió más que popular. Es “la china” de Envidiosa, esa cocinera oriental que se interpone entre el amor de Vicky (Griselda Siciliani) y Matías (Esteban Lamothe) en la serie de Netflix. “Sentía que mi personaje iba a generar algo, pero realmente no esperaba este nivel de masividad y popularidad. La verdad me pone re contenta”, cuenta Débora Nishimoto sobre este papel que marcó un antes y un después en su carrera.
Con Mei (así se llama su personaje) no solo ganó reconocimiento a nivel mundial sino que encontró el amor. “Cuando la gente nos ve juntos es como que quedan descolocados”, confiesa esta argentina -descendiente de japoneses- sobre su relación con Esteban Lamothe; un vínculo que la tomó por sorpresa y que ya lleva siete meses.
Mientras espera el llamado para ser parte de la tercera temporada, Nishimoto se prepara para volver a las tablas con Los miedos, una obra donde no hay nada pactado de antemano y “todo va sucediendo en el momento”. A su vez, esta actriz y emprendedora sigue combinando sabores y aromas con Kaori, ese emprendimiento de cocina que surgió tras un accidente que la llevó a redefinir sus verdaderas pasiones.
-¿Cómo te llega este personaje en Envidiosa?
-Por un casting, fueron dos instancias. Me gustaba hacer este personaje medio dicharachero y espontáneo con el acento; me divertía mucho. Si bien en la primera temporada tenía una historia, en la segunda se desarrolló más. Quería que la gente viera que era más humana, que tenía celos, que podía estar enojada con cara de culo y no siempre contenta como pasaba en la primera.
-¿Pudiste ponerle los matices que querías?
-En el guion se daba esto de que empezaba a ser un poco la contraparte y a estar un poco celosa de Vicky. Pero improvisamos mucho también en las escenas.
-¿Cómo fue cuando la gente empezó a reconocerte?
-En la calle empezó a pasar que la gente me saludaba. De repente, te saludan como si te conocieran y te abrazan y yo como que no estaba preparada. Encima justo me fui de viaje y en el aeropuerto me pasó en la fila del check-in, en el free shop y ahí me di cuenta. Después en España, fui a Sitges a presentar una película, había muchos argentinos así que también lo sentí mucho. Me pasó en varios lugares más allá de la Argentina. Y ahí dije: “ok, esto es un fenómeno”. En redes sociales, también recibo mucho cariño de la gente. Muchos se toman muy en serio la serie y se indignan. Me dicen: “¿Por qué Matías te hace eso?” (risas). Eso me causa mucha gracia.
View this post on Instagram
-Aparte en esta segunda temporada la ficción y la realidad se mezclan…
-Sí, cuando la gente nos ve juntos es como que quedan descolocados (risas).
-Tu relación con Esteban se dio a conocer por una foto que se filtró, ¿cómo lo viviste?
-Obviamente no estoy acostumbrada a ese tipo de popularidad. Ahora ya me acostumbré y al estar con él, que se lo toma de una manera muy liviana, me rio. Cuando vi esa foto habían pasado 12 horas más o menos de esa cena, aparte era una foto toda borrosa. Después como ya decidimos blanquear se calmó todo porque no había nada que ocultar. Pero me causa gracia que cada vez que hacemos algo, algún portal lo levanta. Encima ahora en la ficción estamos juntos, entonces es como que se mezcla un poco todo; traspasó la pantalla. A mí nunca me había pasado y a él tampoco (esto de salir con quien en la ficción hacés de pareja) pero bueno, lo llevamos bien por ahora. No me lo esperaba. Fue algo que pasó al final de la serie entonces me tomó por sorpresa.
-¿Ya lo conocías a Lamothe?
-No, lo había visto hace como diez años, pero nunca había compartido nada. Estábamos en diferentes ámbitos entonces salíamos por lugares diferentes. Cuando lo conocí en la serie dije: “¡Qué divertido que es, por Dios!” Me la subió mucho estar grabando con él porque era una persona con la que cada tiempo muerto era muy divertido. Iba a grabar con ganas. “A ver qué anécdota me va a contar hoy”, pensaba.
-¿Y cómo se dio este amor?
-Al final del rodaje nos empezó a dar nostalgia esto de que no nos íbamos a ver más. Para ese entonces, chateábamos mucho, intercambiábamos libros, hablábamos de música, de recitales. Hasta que él dio el primer paso y me invitó a salir. Fue una jornada antes de que terminara la serie. Encima la última jornada que filmamos fue la de la separación y me agarró una nostalgia… No quería que terminara el rodaje porque pensé que tal vez no nos volvíamos a ver. Sólo habíamos salido una vez, pero por suerte siguió y ya vamos siete meses.
-¿Ya viven juntos?
-Medio que sí, pero bueno, él tiene un hijo y un perro y yo tengo una gata, así que tenemos que ir mechando.
La actuación: una profesión que surgió de casualidad
-¿Cómo nace la actriz en vos?
-La verdad que fue espontáneo. Siento que lo lindo de la vida sucede cuando las cosas no se planean mucho, como el amor. No es algo que de chica dije: “quiero ser actriz” sino que tomé mi primer taller de teatro por recomendación de un amigo en la escuela de Nora Moseinco y ahí me fueron saliendo los primeros trabajos. De chica hacía publicidad porque me gustaba posar y las fotos, pero lo de actuar nació ahí en las clases de Nora.
-¿La familia acompañaba?
-Sí, siempre fueron de apoyarme mis papás y es algo que agradezco mucho. En el primer casting de publicidad tenía 15 y mi mamá me acompañaba y me esperaba una hora y media, y mi papá después me llevaba al rodaje. Ahora están chochos. Compran las revistas, todos los amigos les mandan mensajes y están con el babero (risas).
-Contame su reacción cuando les dijiste que estabas de novia con Lamothe
-Les conté que estaba saliendo con él y después ya se conocieron. Les cayó súper. Hace poco comimos por el cumpleaños de mi mamá. Yo conocí a su familia también. Hay mucho amor desde ambos lados.
– ¿Tus viejos nacieron en la Argentina?
-Sí, son argentinos de origen japonés. Tengo familia en Japón, pero son más lejanos: hermanos de mis abuelos, tíos, primos de mis papás, pero cada vez que voy me reciben muy bien. Siempre es un placer estar ahí y charlar con ellos en japonés.
-¿Tus abuelos vivieron acá?
-Sí, vinieron durante la guerra de Hiroshima y construyeron de cero su vida acá. En ese momento, la Argentina era un país de mucha bonanza. Vinieron con muy poco y se pusieron una tintorería, que era algo muy común en ese momento. Mi padre trabajó de chiquito en la tintorería, pero después estudió para ser piloto y se dedicó a eso. Y mi mamá es docente.
-¿En tu casa no se hablaba japonés?
-No. Creo que había algo (que en un momento se lo cuestioné a mis papás) de que querían que sus hijos formen parte de la cultura argentina. Entonces me mandaron a una escuela recontra argentina, yo no tenía amigas de origen japonés porque estaba esto de “que se integre”. Después de grande uno elige y estudié japonés. Empecé a leer literatura japonesa, a ver cine japonés. Ahora hablo muy bien.
-¿Cuándo fue la última vez que fuiste?
-Hace seis años, siete. Viajé siempre sola, después con un exnovio y ahora este año tengo el plan de viajar con Esteban. Se come espectacular allá.
-¿Cocinás bien comida japonesa?
-Sí, el Onigiri (triangulitos de arroz rellenos) es mi especialidad. Yo tengo un proyecto gastronómico que se llama Kaori, que es mi nombre japonés y significa aroma. Me gusta ponerle un toque japonés a la comida que hago.
-¿Hace cuánto empezaste con este emprendimiento?
-Hace ocho años más o menos. Fue casi al mismo tiempo que la actuación. Empecé a probar diferentes sabores, a experimentar mucho con las texturas y de a poco empecé a hacer cenas en mi casa. Invitaba a mis amigos a comer y después hacía viandas para ellos. Hasta que me di cuenta que era algo redituable y me animé. De chica, siempre fui muy emprendedora. Tenía mi proyecto de serigrafía, hacía collares y los vendía en la plaza. Me gustaba ser mi propia jefa (risas).
View this post on Instagram
-La actuación llegó a raíz de una búsqueda tuya a partir de un accidente en el que perdiste el olfato… ¿la pasión por la cocina también?
– Sí, la cocina y la actuación se dieron en ese momento en el que yo estaba en una búsqueda. Dejé todo lo que estaba haciendo a partir de ese accidente y dije: “Hay algo que mi cuerpo me está diciendo de una manera un poco abrupta” y puse un parate en mi vida. Estaba en un momento de mucho estudio, de mucha exigencia académica. Estudiaba japonés, francés, inglés, hacía Letras y entendí que tenía que conectar un poco más con mi cuerpo, con mis emociones. Ahí fue que hice el taller de teatro por recomendación de un amigo, pero más que nada como terapia. Y bueno, con la cocina pasó lo mismo. Empecé a cocinar porque había perdido el olfato y estaba desesperada porque no sentía los sabores tampoco. Entonces empecé a usar más picante, a ponerle cosas a la comida para despertar mis papilas.
-¿Qué fue lo que te pasó?
-Me bajé de un taxi en movimiento y fue automático… En ese momento, pensé que era un estrés postraumático; eso me decían los médicos. Después de un mes, consulté a un especialista y me dijo que a veces las membranas del olfato son muy sensibles y por un golpe en la cabeza (que fue lo que tuve yo) se pueden desajustar. Y bueno, me rehabilite en el hospital de Clínicas. Iba una vez por semana a oler cosas con los ojos vendados (no distinguía el café de la lavandina) y después de seis meses, lo empecé a recuperar. Ahora tengo el umbral de una persona normal, pero por ejemplo, los olores químicos no los distingo tanto. Es todo un reaprendizaje que hay que hacer.
-Que loco porque tu nombre japonés significa aroma…
-Me gusta pensar que es un destino poético que ya estaba pautado desde mi nacimiento. Siempre intento sacar cosas buenas de todo. Y si bien ese accidente en su momento no estuvo bueno, en retrospectiva pienso que fue de las mejores cosas que me pasó en la vida porque fue un antes y un después.
-¿Tu familia te llama Kaori?
-Solo mis abuelos paternos me llamaban así cuando iba a su casa. Ellos no me decían Débora, me decían Kaori. Ahora por ahí algunas amigas. Débora (significa abeja trabajadora) me conecta con el trabajo y la perseverancia, y Kaori con mi lado más sensible.
-Hay muchas casualidades con Envidiosa donde tu personaje tiene un restaurante…
-Sí, cuando me dijeron que trabajaba en un restaurante y que después se volvía influencer gastronómica, dije: “Esto es espectacular” (risas). Sentía que podía aportar un poco desde ese lado.
-¿Cuánto le dedicás a la gastronomía?
-Unas horas por día cuando tengo pedidos. Durante la pandemia (que no estaba trabajando como actriz) se viralizó mucho y hacía como ocho tortas por día. Ahora cada tanto hago Pop Ups, que es un evento gastronómico en un lugar específico y también algunos talleres. El año pasado di de cocina vegana y otro de fermentos.
-¿Hace cuánto que sos vegana?
-Ahora no lo soy. Lo fui durante mucho tiempo. Fui cinco años vegetariana y dos años vegana, pero yo entreno mucho y sentía que me faltaba un poco de proteína. Con Esteban (que me cocina un montón) fui incorporando ciertas comidas que antes no comía como asado.
-¿Quién cocina mejor, Esteban o vos?
-Tenemos estilos diferentes. Él me hace cosas sencillas que yo necesito como puré de papas con carne y a mí me gusta hacer mucho tapeo.
-¿Cómo sigue tu carrera actoral?
-En abril se estrena una serie para Flow, en donde tengo un papel más dramático. Sucede en la nieve, en la Antártida pero no puedo adelantar mucho. Y estamos viendo de volver en junio con una obra de teatro que se llama Los miedos. Estuvimos todo el año pasado en el Konex. Es una obra con música en vivo, en donde no hay nada pactado de antemano; todo va sucediendo ahí en el momento. Es bastante cómica y absurda; siempre nos da mucho placer hacerla.
-¿Vas a estar en la tercera temporada de Envidiosa?
-No sé mucho. A mí todavía no me avisaron. Yo quiero estar, ¡por favor! Siento que el personaje de Mei fue muy querido. También siento que un personaje con un bagaje oriental habla de otras cosas, habla de otros temas, da otros consejos, es otro el humor que tiene entonces le da otra profundidad a la serie. En la segunda, ella se despide, pero todos a veces nos despedimos y volvemos (risas).