Muchas personas tienen un limonero en su casa y, cada primavera, se preguntan cuál es el secreto para que estalle de frutos y regale una cosecha abundante. Lo cierto es que con un método simple como utilizar cáscaras de huevo se puede proporcionar a este árbol los nutrientes clave que necesita para alcanzar su máximo potencial.
El limonero es un árbol frutal que florece principalmente en primavera, siempre que las temperaturas sean templadas y oscilen entre los 15 y 30 °C. De acuerdo a los especialistas de Patch Plants, también, necesita un suelo bien drenado, ligero y rico en nutrientes. Por eso, requiere entre 6 y 8 horas diarias de sol directo y un riego frecuente, pero sin encharcar el terreno, ya que el exceso de agua puede resultar contraproducente.
También es posible cultivarlo en macetas, siempre que estas sean suficientemente grandes para que las raíces puedan desarrollarse. En caso de que sea plantado de esta manera requerirá más atención, sobre todo en cuanto a riego y abono, pero con los cuidados adecuados, también pueden florecer y dar limones generosos.
El abono es fundamental para asegurar que este árbol dé limones en abundancia. Sin los nutrientes adecuados, el árbol puede dar pocas flores o incluso no llegar a producir nada. Por eso, abonar de forma regular se convierte en una de las tareas imprescindibles para cualquier jardinero que quiera sacar el máximo provecho de su árbol.
Cómo abonar el limonero con cáscaras de huevo
Una de las formas más efectivas y naturales para llevar adelante esta tarea es con dos ingredientes claves: cáscaras de huevo y café. Para preparar este abono, se deben triturar las cascaritas junto con otra cáscara de alguna fruta disponible, preferentemente banana. Luego, se mezcla todo con un poco de café molido. El producto natural resultante es un potente abono que aportará al limonero una buena dosis de calcio, importante para la formación de las paredes celulares; potasio, para mejorar la floración; fósforo, para el crecimiento de las raíces; y nitrógeno, para mantener un follaje saludable.
Vale aclarar que, de acuerdo con el medio especializado Pete and Gerrys, las cáscaras de huevo que se descomponen en pedazos pequeños o en un polvo fino tienen el beneficio adicional de aumentar inmediatamente el perfil de nutrientes del abono. También es menos probable que las cáscaras de huevo finamente molidas, atraigan plagas donde se encuentra el limonero. Entonces, para obtener el mejor resultado, se sugiere usar un mortero para procesar las cáscaras de huevo lavadas y secas antes de mezclarlas con el resto de los ingredientes.
La aplicación de este abono es sencilla: se debe esparcir una pequeña cantidad de la mezcla alrededor de la base del limonero, sin tocar el tronco. Luego, se riega ligeramente para que los nutrientes se integren en el suelo. Este abono puede aplicarse una vez cada dos o tres semanas. Según los especialistas de Architectural Digest, la primavera es el mejor momento para abonar, ya que es el momento que más necesita un aporte extra de energía para producir flores y frutos.
El abono a base de cáscaras de huevo también puede ser utilizado en otras plantas, especialmente aquellas que necesitan un suelo rico en calcio, como los tomates, las berenjenas y los morrones. Incluso plantas ornamentales como las hortensias pueden beneficiarse de él, ya que el calcio y el fósforo ayudan a mejorar la floración y fortalecer la estructura de la planta.
Otros ejemplos de abonos naturales para los limoneros
Además del abono mencionado, existen otros que también son naturales ideales para el crecimiento de limoneros y otras plantas frutales:
- Té de compost: se debe llenar un saco con compost maduro y sumergirlo en agua durante una semana. Luego, se diluye el líquido concentrado para regar las plantas, lo que enriquece el suelo con nutrientes y microorganismos vitales.
- Humus de lombriz: se obtiene mediante vermicompostaje, donde las lombrices procesan desechos orgánicos. Este humus se mezcla con la tierra para incrementar su fertilidad y mejorar la estructura del suelo.
- Estiércol bien descompuesto: se prepara al almacenar y dejar curar durante al menos seis meses. Se utiliza mezclado con la tierra de las plantas para aportar una rica cantidad de nutrientes y mejorar la textura del suelo.