Nuestros amigos de cuatro patas suelen ser más resistentes de lo que pensamos, pero eso no significa que no sufran dolor. A menudo, los signos de malestar son sutiles o se confunden con simples cambios de comportamiento, como estar más quietos o evitar el contacto. Por eso, reconocer estas señales es crucial para poder actuar de manera adecuada y oportuna.
Los perros, como muchos animales, tienen la tendencia a ocultar el dolor, afirma la Asociación Veterinaria de Canadá. Esta conducta tiene una raíz evolutiva: en la naturaleza, mostrar signos de debilidad puede convertirlos en presa fácil o afectar su lugar en la jerarquía social. Y dentro del entorno doméstico, esta herencia evolutiva persiste, lo que los lleva a intentar esconder cualquier signo de malestar.
Por esto, detectar el dolor en los perros es crucial no solo para aliviar su sufrimiento, sino también para prevenir problemas más graves. Cuando se lo ignora, las enfermedades subyacentes pueden empeorar, y comprometer seriamente la salud del animal. Una detección temprana puede hacer la diferencia entre un tratamiento sencillo y uno prolongado y costoso. Además, un perro que vive con dolor suele tener una calidad de vida reducida, lo cual afecta, entre otras cosas, la relación con sus seres queridos. Ante cualquier indicio, un veterinario puede ayudar a determinar la causa y proporcionar el tratamiento adecuado.
Las señales ocultas
Aunque los perros tienden a disimular su dolor, existen diversas señales que pueden indicar que algo no está bien. Según un estudio de la Universidad de Lincoln, los cambios en el comportamiento son una de las primeras pistas. Un perro que está en dolor podría volverse más irritable, retraído o incluso agresivo. También puede mostrar apatía, falta de energía e incluso aislarse de sus dueños u otros animales, y perder el interés por actividades que antes disfrutaba, como jugar o salir a caminar. Además, pueden presentarse cambios en los hábitos de sueño, como dificultad para dormir o quejidos, y comportarse con agresividad o miedo en situaciones cotidianas.
Los cambios físicos también son una señal importante. La postura del perro es una buena pista: si se encorva, evita poner peso en alguna de sus patas o se recuesta de una manera extraña, es posible que esté dolorido. También se puede notar cojera, dificultad para moverse o subir escaleras, temblores o rigidez al moverse. Además, podría adoptar posturas incómodas, como rigidez o encorvamiento, y podría perder el apetito o aumentar la ingesta de agua. Otros signos físicos incluyen vómitos o diarrea.
La expresión facial del perro puede ser muy reveladora. Aunque los perros no pueden hablar, su cara a menudo dice mucho. Una mirada triste, orejas caídas, ojos entrecerrados, pupilas dilatadas, o incluso la comisura de los labios hacia atrás pueden ser signos de malestar. También se pueden observar muecas o lamidos excesivos de una zona en particular.
Las vocalizaciones también pueden ser indicativas de dolor. Gritos, aullidos o gemidos excesivos son claros signos de que algo anda mal. También pueden ladrar en exceso o sin motivo aparente, lo cual puede ser una señal de dolor.
Otra señal importante son los cambios en el pelaje. Esto puede ser un indicador significativo del estado de salud del perro. Además, un pelaje opaco o áspero puede ser síntoma de malestar prolongado.
Cuáles son las señales de dolor para las enfermedades más comunes en perros
Hay varias enfermedades que afectan a los perros y que pueden manifestarse a través del dolor. Para un sitio especializado en estos animales, estas son algunas de las más comunes y sus síntomas característicos:
- Artritis: Es común en perros mayores y provoca rigidez, cojera y dificultad para levantarse después de estar acostado. El perro podría mostrarse reticente a subir escaleras o a realizar movimientos que impliquen esfuerzo.
- Problemas dentales: Las infecciones o el dolor en los dientes son comunes y pueden llevar a que el perro tenga dificultades para comer, mastique solo de un lado, o babee más de lo normal. También puede presentar mal aliento.
- Problemas digestivos: El dolor abdominal puede manifestarse con gemidos, una postura encorvada o incluso intentos de vomitar sin éxito. También se puede notar pérdida de apetito o diarrea frecuente.
- Otitis: Los perros con otitis suelen rascarse mucho las orejas, sacudir la cabeza constantemente y pueden sentir dolor cuando se toca la zona afectada. También puede haber mal olor en la zona.
- Displasia de cadera: Es más común en razas grandes y afecta las articulaciones de la cadera, lo que causa cojera, dolor al caminar y dificultades para levantarse. Los perros con displasia de cadera a menudo prefieren evitar correr o saltar.