Las plantas trepadoras representan verdaderas joyas del jardín, capaces de transformar cualquier espacio con elegancia y exuberancia. Aunque muchas personas piensan inmediatamente en la glicina al hablar de trepadoras, existen otras opciones igual de impactantes y mucho más fáciles de cuidar.
Este tipo de plantas no solo aportan belleza, sino que también poseen características que las hacen prácticas y funcionales. Al crecer de manera vertical sobre muros, cercas o estructuras, las trepadoras son perfectas para decorar fachadas, pérgolas o balcones.
Pero sus beneficios no terminan ahí. Además de su atractivo estético, pueden mejorar considerablemente el entorno: proporcionan sombra y frescura en días cálidos, crean barreras naturales para mayor privacidad, e incluso contribuyen a la reducción de la contaminación sonora y a la mejora de la calidad del aire, de acuerdo al sitio web especializado Ambius.
No obstante, es importante considerar que algunas especies pueden presentar desventajas, como requerir cuidados constantes, podas frecuentes o, en algunos casos, volverse invasoras si no se controlan adecuadamente. Es el caso de la glicina que, a pesar de sus espectaculares racimos de flores moradas y fragancia cautivadora, va acompañada de muchas exigencias. Además, necesita condiciones específicas de suelo y clima para florecer en todo su esplendor, lo que puede desanimar a jardineros principiantes.
Si la glicina parece demasiado demandante, la Santa Lucía surge como una opción más accesible, sin sacrificar belleza ni encanto. Esta planta combina facilidad de cuidado con una apariencia vibrante, que la convierte en la aliada perfecta para interesados de todos los niveles.
Conocida científicamente como Lonicera sempervirens, esta trepadora es originaria de Norteamérica y destaca por su resistencia y adaptabilidad. Y a diferencia de la glicina, esta planta es mucho más sencilla de manejar. Otra ventaja de la Santa Lucía es su capacidad de prosperar tanto en climas templados como en regiones más frías, siempre que reciba protección adecuada durante el invierno. Esta versatilidad también se refleja en sus necesidades de luz, ya que tolera tanto el pleno sol como la semisombra, lo que la hace ideal para diferentes tipos de jardines.
En cuanto a su desarrollo, la Santa Lucía puede alcanzar entre 3 y 6 metros de altura, según el soporte que se le proporcione. Sus hojas de color verde oscuro, combinadas con sus llamativas flores tubulares, de tonos cálidos como rojo, naranja y amarillo que atraen mariposas y colibríes, crean un contraste visual encantador que embellece cualquier espacio. Aunque no todas las variedades son fragantes, algunas emiten un perfume suave y agradable, ideal para quienes buscan un toque aromático en el jardín.
Para garantizar el éxito en el cultivo de la Santa Lucía, es importante seguir algunas pautas básicas, según explica el medio especializado The Spruce. Esta planta prefiere suelos bien drenados y ricos en materia orgánica, además de una ubicación con buena exposición al sol para asegurar una floración abundante. Al plantarla, se debe cavar un hoyo amplio para que las raíces se extiendan cómodamente.
En términos de cuidado, el riego debe ser moderado, pero con mayor frecuencia durante las primeras semanas tras la plantación. Una poda ligera a finales del invierno puede estimular su crecimiento y ayudar a mantener su forma. Además, aplicar un fertilizante balanceado en primavera favorece una floración más abundante. Por último, es recomendable vigilar la aparición de plagas, como pulgones y ácaros, y tratarlas con insecticidas naturales en caso de ser necesario.
Otras plantas trepadoras fáciles de cuidar
Pero la Santa Lucía no es la única planta trepadora que es fácil de cuidar, ya que otras ofrecen su belleza natural sin la necesidad de podas excesivas. El medio especializado Better Homes and Gardens comparte una lista con algunas de las mejores opciones:
- Jazmín estrella: Esta trepadora ofrece una fragancia intensa y deliciosa, así como un follaje perenne que garantiza verdor durante todo el año. Es ideal para cubrir estructuras como cercos o pérgolas.
- Clemátide: Su floración abundante y colorida en primavera la convierte en una excelente elección para dar un toque vibrante al jardín.
- Buganvilla: Destaca por sus colores vibrantes, que van del fucsia al naranja, y su tolerancia a la sequía, ideal para climas cálidos.
- Madreselva: De rápido crecimiento, emite un aroma dulce y delicado que atrae mariposas y abejas al jardín.