La conexión emocional entre una persona y su mascota es profunda e inquebrantable. Convivir con un perro significa compartir años de lealtad, amor y compañía, por lo que enfrentar el momento de la despedida es una de las experiencias más dolorosas que se pueden vivir. Ya sea por la vejez, una enfermedad o un accidente, la pérdida de un compañero de cuatro patas deja un vacío inmenso en el corazón de quienes lo aman.

En esos últimos instantes, cada gesto y cada palabra adquieren un significado especial. Lo que se dice en ese momento no solo impacta la experiencia emocional del dueño, sino también la del animal. Por ello, elegir bien las palabras puede marcar la diferencia en cómo transcurre la despedida.

La partida de un perro puede ocurrir de distintas maneras, y cada una conlleva su propia carga emocional. Algunos perros fallecen de manera natural en casa, debido a la vejez o a una enfermedad terminal. En estos casos, los dueños tienen la oportunidad de acompañarlos hasta su último aliento y asegurarse de que se sientan amados y tranquilos.

Otros, sin embargo, enfrentan situaciones en las que el sufrimiento se vuelve insoportable. Cuando no hay tratamiento posible y la calidad de vida del perro se deteriora, los veterinarios pueden recomendar el sacrificio humanitario. En estos casos, la eutanasia asistida permite que el animal parta sin dolor, en un ambiente de calma y rodeado de afecto.

La eutanasia asistida permite que el animal parta sin dolor

Por otro lado, existen pérdidas repentinas, causadas por accidentes o enfermedades agresivas. Estas situaciones dejan a los dueños sin la posibilidad de despedirse, lo que puede generar un duelo más difícil de procesar.

Para el primer ejemplo, cuando la muerte se aproxima, el cuerpo del perro comienza a dar señales. La pérdida de energía y desinterés por el entorno, la falta de apetito, la dificultad para beber agua, la respiración irregular y la mirada perdida son algunos de los signos que indican que el final está cerca, según el medio especializado PetMD.

En estos momentos, la presencia del dueño es fundamental. El perro necesita sentir cercanía, amor y tranquilidad. Pero, además de la compañía, las palabras juegan un papel crucial en su bienestar emocional en ese instante final.

Cuando la muerte se aproxima, el cuerpo del perro comienza a dar señales

La frase que no se debe decir

Ante la angustia de la despedida, muchas personas sienten la necesidad de disculparse con su mascota y decirle “lo siento” o “perdón”. Sin embargo, aunque la intención sea noble, esta frase puede transmitir tristeza, culpa y angustia.

Los perros son extremadamente sensibles a las emociones de sus dueños. Si perciben un tono de voz cargado de dolor y culpa, es posible que experimenten ansiedad en lugar de tranquilidad. En cambio, existen palabras que pueden hacer que este momento sea menos estresante tanto para el animal como para su humano. Algunas de las más adecuadas son:

  • “Te amo”.
  • “Fuiste un buen perro, gracias por todo”.
  • “Estoy acá con vos”.
  • “Podés descansar, todo va a estar bien”.

Estas expresiones ayudan al perro a sentirse acompañado y a partir en paz, transmitirle que su presencia fue valiosa y que no está solo en su último momento. Aunque no se puede conocer con certeza qué experimenta un perro al morir, estudios sobre comportamiento canino sugieren que perciben las emociones de quienes los rodean hasta el final, según la ONG American Kennel Club.

Los perros son extremadamente sensibles a las emociones de sus dueños

Recomendaciones para un adiós en paz

Para que la despedida sea, dentro de todo lo posible, una experiencia tranquila y llena de amor, los expertos sugieren:

  • Hablar con voz suave para transmitirle calma y amor.
  • Acariciar al animal de forma constante para brindarle seguridad.
  • Evitar llorar de manera descontrolada, ya que los perros perciben el estado emocional de sus dueños.
  • Crear un ambiente tranquilo, sin ruidos fuertes ni distracciones.
  • Permitir que descanse en su lugar favorito, con su manta o juguete preferido.
  • Permanecer con él hasta el final, para que no se sienta solo.
  • Despedirse con gratitud por los buenos momentos compartidos.