TEL AVIV.- Por segundo día consecutivo, miles de israelíes salieron este miércoles a protestar en las calles de Israel, un día después de la dramática destitución del ministro de Defensa, Yoav Gallant, partidario de priorizar el rescate de los rehenes en la Franja de Gaza, por sobre el objetivo de aniquilar a la organización terrorista, que es la principal meta del primer ministro, Benjamin Netanyahu.
Los manifestantes se congregaron hoy en la plaza Agrant, cerca de la Knesset (Parlamento), en Jerusalén. Tras la salida de Gallant, a quien el premier reemplazó por el canciller Israel Katz, los miles de personas que llegaron a la plaza piden que se promueva un acuerdo con Hamas sobre los rehenes, que se establezca una comisión estatal de investigación para la masacre del 7 de octubre y que se adelanten las elecciones.
Eran Schwartz, director general de “Libres en nuestro país”, una de las organizaciones que convocó a la marcha afirmó que “lo que vimos anoche es una prueba impactante de las prioridades torcidas de este gobierno. Este maravilloso pueblo no le permitirá sacrificar la seguridad del país en aras de sus intereses políticos”.
Luego agregó que “las multitudes que salieron ayer a las calles en todo el país demostraron que el público está atento y no tiene intención de darse por vencido”.
En una conferencia de prensa transmitida por la televisión nacional, Gallant dijo el martes que había discrepado con Netanyahu sobre tres temas principales: la necesidad de poner fin a las controvertidas exenciones del servicio militar para los ultraortodoxos, la urgente necesidad de llegar a un acuerdo para recuperar a los rehenes y la necesidad de establecer una comisión oficial de investigación sobre las fallas políticas y de seguridad del 7 de octubre, cuando combatientes de Hamas irrumpieron en Israel, mataron a 1200 personas y tomaron a otras 250 como rehenes. Israel estima que unos 100 rehenes permanecen en cautiverio, de los cuales sólo aproximadamente 65 continúan con vida.
El servicio militar es obligatorio para la mayoría de los judíos. Ante ese panorama, Gallant declaró que reclutar a los ultraortodoxos era una cuestión de justicia y seguridad en un momento en que Israel enfrenta tantos desafíos.
Dijo que era necesario alcanzar un acuerdo para liberar a los rehenes “lo más rápido posible, mientras aún estén vivos”, y advirtió que la población no “perdonará” el desatender su rescate. Indicó también que una investigación a fondo de lo ocurrido el 7 de octubre era la única manera de asegurar que el gobierno aprenda las lecciones adecuadas. Netanyahu ha rechazado las exhortaciones para que se efectúe una investigación y dijo que sólo debería llevarse a cabo cuando la guerra haya terminado.
Gallant concluyó su declaración honrando a los soldados que sirven en el Ejército y a aquellos que han muerto en las guerras. Levantó la mano y saludó mientras se alejaba del podio.
Muchas de las familias de los rehenes, junto con decenas de miles de personas que se han unido a las protestas contra el gobierno, acusan a Netanyahu de sabotear un acuerdo para mantenerse en el poder y eludir las causas de corrupción que lo esperan en la Justicia.
Los aliados de línea dura de Netanyahu han amenazado con derrocar al gobierno si hace concesiones a Hamas, lo que incrementa el riesgo de que haya elecciones anticipadas en un momento en que la popularidad del primer ministro es baja.
“Despedir a Gallant en medio de una guerra es un acto de locura”, dijo el líder opositor Yair Lapid en la red social X. “Netanyahu está vendiendo la seguridad de Israel y de los soldados del Ejército israelí a cambio de una supervivencia política vergonzosa”.
El presidente de Israel, Isaac Herzog -cuyo cargo es en gran medida ceremonial y está destinado a ayudar a unificar el país- declaró que el despido es “lo último que Israel necesitaba”.
El martes, en cuestión de horas, miles de manifestantes se reunieron en el centro de Tel Aviv, bloqueando la principal vía rápida de la ciudad y paralizando el tráfico. La multitud -en la que muchos sostenían banderas israelíes y otros tocaban silbatos y golpeaban tambores- se reunió alrededor de muchas hogueras. Varios miles de personas se manifestaron afuera de la casa de Netanyahu en Jerusalén y en otros lugares de la ciudad. Manifestantes se reunieron y bloquearon carreteras en varios otros puntos del país, y canales televisivos israelíes mostraron imágenes de la policía forcejeando con los inconformes.
La destitución llega en un momento delicado. Las fuerzas israelíes siguen estancadas en Gaza, más de un año después de invadir el territorio, en una guerra en la que han muerto más de 42.000 palestinos -incluidos decenas de miles de civiles- y que ha causado una destrucción generalizada, mientras la infantería israelí continúa con una invasión terrestre de un mes de duración contra combatientes de Hezbollah en el Líbano. Cientos de soldados israelíes han muerto en los combates.
Israel también ha chocado con grupos respaldados por Irán en Irak, Siria y Yemen, y enfrenta la posibilidad de otro ataque iraní. Teherán ha jurado vengar un ataque israelí que se produjo en respuesta a una ofensiva con misiles iraníes el 1 de octubre, que a su vez fue una represalia por ataques israelíes previos contra blancos vinculados a Irán.
Agencias AFP y AP