El submarino ARA San Juan, con 44 tripulantes a bordo, desapareció en el Mar Argentino dos días después de partir de Ushuaia. Aquel 15 de noviembre de 2017 cambió la historia de miles de personas. En cuanto se enteró Guillermo Tibaldi, retirado de la Armada, identificó la magnitud de la tragedia y “empecé a hacer el duelo un poco antes”, recordó. Hoy, está próximo a cumplir una nueva travesía que denominó “Desde su muelle al fin del mundo” para honrar a sus compañeros fallecidos.
Tiempo atrás, ya había realizado un homenaje similar. En 2019 unió caminando y corriendo la Base Naval Mar del Plata con la cumbre del Cerro Aconcagua en Mendoza, donde llevó una bandera argentina con los nombres de los 44 tripulantes. Ahora el desafío es mayor.
El 6 de julio, cuando el frío austral apretaba con toda su fuerza en la Patagonia, Guillermo Tibaldi emprendió su marcha. Su objetivo parecía casi desmedido: recorrer 3.000 kilómetros a pie desde Mar del Plata (Buenos Aires) hasta Puerto Almanza (Tierra del Fuego), lugar donde se avistó por última vez el submarino ARA San Juan.
El viento patagónico, furioso y helado, ya no le era ajeno, pero esta vez parecía tener una dureza especial. “Me tocó uno de los inviernos más crudos”, aseguró Tibaldi en diálogo con Infobae desde el paraje San Sebastián ubicado en Tierra del Fuego.
Luego de correr y caminar entre el frío, la nieve y granizo, “creía que estaba todo dicho y que la Patagonia no me podía contar nada más. Pero acá, Tierra del Fuego me está contando que el viento es muy duro. Tuve días de 100 kilómetros por hora”, detalla sobre las dificultades climáticas que enfrenta en la travesía que espera culminar el próximo 15 de noviembre.
El Capitán de Navío (RE) Guillermo Oscar Tibaldi pasó diez años navegando a bordo de submarinos y si bien estuvo en diversos cargos, fue comandante del ARA San Juan durante dos años; y por eso, la desaparición del buque con 44 tripulantes a bordo le dejó un vacío profundo.
Guillermo recuerda las horas tensas que precedieron al naufragio. Fue un compañero, desde el Edificio Libertad sede de la Armada Argentina, quien le informó: “Hay un incendio en la batería” del buque. Eran noticias serias, graves. Cuando se rompió el silencio de las comunicaciones, Guillermo entendió que las probabilidades de vida eran escasas. Durante 15 días el mundo buscó el submarino, hasta que la certeza de la tragedia fue inevitable. “Cuando se venció el periodo de comunicaciones, verdaderamente tuve muy poca esperanza”, se lamentó Tibaldi.
“Sabemos que nuestro juramento a la bandera no es un acto protocolar, sino que es una verdadera convicción de defensa patria. Ellos estaban realizando una actividad de control del mar, así que claramente estaban defendiendo los intereses de nuestra Nación. Entonces, considero que deben ser recordados en esa tarea”, planteó el ex comandante.
Cada aniversario vinculado al ARA San Juan, renueva en Tibaldi un sentimiento de nostalgia y memoria por los tripulantes que perdieron la vida. Al cumplirse siete años de la última zarpada del buque, el ex comandante no dudó en describir cómo es ese día en la vida de los submarinistas.
Era el 8 de noviembre de 2017 y solo restaban siete días para la desaparición del ARA San Juan. Puerto Almanza fue testigo clave del submarino, ya que éste navegó por última vez frente a sus costas, después de haber partido del muelle de la Base Naval Ushuaia para regresar a Mar del Plata. “Es el último lugar donde se los pudo saludar” a los tripulantes, recordó.
Puerto Almanza es un pueblo de pescadores ubicado cerca de la desembocadura del río Almanza en la bahía Almirante Brown, sobre las costas del Canal Beagle. Y sus habitantes fueron los últimos en observar cómo el submarino se sumergía en las profundidades del mar.
“Ese mismo día, es el día que ellos remontan el Canal de Beagle y cruzan frente a Puerto Almanza, que es el lugar donde el 15 de noviembre vamos a inaugurar el memorial a través de esta expedición homenaje al Submarino San Juan”, detalló Tibaldi.
Los tripulantes del buque “pasaron frente a Puerto Almanza el 8 de noviembre antes de ingresar al paso McKinley para salir a mar abierto” y “es el último lugar donde se los pudo saludar físicamente desde tierra porque en mar abierto se comunicaron por radio”, detalló el ex comandante.
Si bien ese día el acompañamiento y orgullo fue transmitido a través del avistaje de los pobladores, “no fue la despedida de los familiares, porque era un puerto intermedio. La última zarpada con familiares fue el 25 de octubre”, recordó.
“A mí realmente siempre me gustó conmemorar ese momento que he vivido tantas veces”, expresó. Y el hacerlo recordando a los tripulantes del ARA San Juan “es un momento muy especial porque el buque cambia su condición de puerto a navegación”. Además, “uno se despide de la familia pero va a hacer lo que le gusta, a cumplir su vocación. Hay bromas, hay preparación de mecanismos para zarpar, todo un proceso que hace al sentimiento de cualquier submarinista”.
Último tramo para llegar a Puerto Almanza: entre el viento helado y los guanacos
Tras cumplir más de 120 días de travesía y cerca de 3.000 kilómetros corriendo y caminando por la ruta, el objetivo final es llegar a Puerto Almanza el día 15 de noviembre en el 7º aniversario del naufragio del submarino San Juan.
Hace dos años, Tibaldi viajó a dicha localidad para conocer el último lugar donde se avistó al ARA San Juan antes de ingresar al Paso McKinley. Allí visitó una escuela rural llamada “44 héroes del Submarino San Juan” y decidió instalar un memorial con apoyo de la gente. “Así fue como encaré este homenaje que estoy haciendo”, expresó Guillermo, quien reconoció que iba a iniciar viaje en verano pero “la gente de la escuela me pidió que arribe el 15 de noviembre” para la inauguración del memorial.
Ante la fecha estipulada, la travesía implicó caminar haciendo frente a la rudeza del clima y la inesperada fauna regional. Lejos de opacar el avance, el paisaje lo llevó a guardar recuerdos únicos que se suman a la solidaridad de la gente que a cada paso le brinda aliento o comida.
“Cuando el viento está arriba de 80 kilómetros por hora casi que me voltea. Casi me tiró al piso más de una vez”, contó sorprendido Guillermo sobre el tramo que está haciendo y donde prácticamente no hay cerros que lo protejan, solo una llanura inmensa.
Más allá de la gente que lo recibe o los camioneros que ya lo reconocen en la ruta, Tibaldi se encontró con el inesperado acompañamiento de guanacos. “Está repleto. Hay el doble de ovinos. He visto arriba de 50. Se escapan pero es bastante peligroso para el tránsito. Se manejan en manada y siempre hay uno que se llama Relincho. Ese es el macho alfa, el que protege a la manada y avisa de cualquier peligro y hace un sonido muy parecido al relincho de un caballo. Si está a un lado de la ruta, es probable que cruce con toda la manada. Entonces hay que estar atento con los guanacos acá”, expresó con alegría.
Siendo deportista aficionado y tras haber participado de la competencia Ironman en cada continente, reconoció que “nadie se entrena para correr o caminar 3.000 kilómetros. Es una vida manteniéndose en una actividad deportiva. A mí me gusta ponerme objetivos deportivos por delante y bueno, trato de llevarlos a cabo”. Por eso, consideró afrontar la travesía pensándola como un entrenamiento: “Tengo 3.000 kilómetros para entrenar y creo que a lo largo del camino he mejorado”, expresó entre risas.
Con su convicción y fortaleza, busca homenajear a los tripulantes del buque hundido y por eso remarcó que su deseo es que “la gente recuerde que hubo 44 submarinistas que hicieron gala de su profesión y que hoy están en patria eterna. Yo digo que no fallecieron, sino que zarparon un 25 de octubre de Mar del Plata y hoy siguen custodiando nuestro mar en patrulla eterna”.
Memorial itinerante
Mientras corre en medio de paisajes inhóspitos, Tibaldi lleva consigo la carga emocional y el recuerdo de cada submarinista, cada amigo, en forma de memorial itinerante. A medida que llega a un pueblo o ciudad, es recibido con una ceremonia en su honor y aprovecha a mantener charlas en escuelas y asociaciones civiles donde narra “la vida de un submarinista, la protección de los intereses marítimos, y la memoria de mis 44 compañeros. Entonces, en cada una de esas charlas trato de dejar algo, en especial alguna enseñanza a los chicos sobre el trabajo en equipo como hacemos en un submarino”.
Además, el ex comandante lleva adelante una campaña solidaria. Por cada kilómetro realizado, la idea es donar de manera simbólica tres pañales a un valor de mil pesos. Las donaciones pueden realizarse al alias: CooperadoraUshuaia, cuenta del Hospital Regional de dicha localidad dado que “mi idea es poder donarlos el 15 de noviembre en nombre de mis compañeros a la sociedad de Ushuaia, ya que fue el último puerto donde ellos pudieron pasear”.
De esa manera Tibaldi, quien documenta cada paso en sus redes sociales y en YouTube, continúa viaje a pie y en solitario para llegar al destino donde el mar, el cielo y el recuerdo de los 44 tripulantes se encontrarán en un silencio que, como el viento en la Patagonia, no se puede acallar.