¿Quién era el objetivo real? El asesinato de Andrea Vidal, una joven abogada y exfuncionaria parlamentaria, ha destapado una presunta red de prostitución que, según denuncias, operaría en la Oficina Legal y Constitucional del Congreso de la República. Este crimen, ocurrido hace más de un mes, marcó un punto de inflexión que ha sacudido aún más la ya deteriorada imagen del Parlamento.
Entre las irregularidades descubiertas figuran conversaciones de WhatsApp comprometedoras, contrataciones de funcionarias sin experiencia para ocupar cargos clave con altos sueldos y el aparente copamiento de oficinas parlamentarias por ciertas organizaciones políticas. Estos hallazgos han intensificado las críticas hacia el Congreso, cuyas acciones han sido comparadas por algunos sectores con las de un “burdel”.
En respuesta a las acusaciones, los parlamentarios han exigido celeridad en las investigaciones. El presidente del Congreso, Eduardo Salhuana, propuso la creación de una comisión ad hoc para esclarecer el caso, pero la iniciativa fracasó rápidamente, ya que sus miembros renunciaron antes de iniciar labores. La Comisión de Fiscalización asumió la tarea de citar a funcionarios presuntamente implicados, pero estos tampoco han ofrecido respuestas concretas sobre las contrataciones irregulares.
Lo cierto es que a casi más de un mes del asesinato de Andrea Vidal, el Congreso de la República sí tiene una certeza, que su muerte fue producto de la ola de inseguridad ciudadana que azota a nuestro país y que el objetivo real de ese brutal ataque era el taxista venezolano: José Daniel Vargas Briceño.
Taxista acribillado con Andrea Vidal no era amenazado
Apoyándose con una pericia balística y el protocolo de necropsia, el Congreso de la República publicó un comunicado en el que aseveran que el objetivo real del atentado en el que murió Andrea Vidal era el conductor del taxi.
“Nos solidarizamos con la familia de la señorita Andrea Vidal. Tal como ha determinado el análisis balístico de la Policía Nacional del Perú, ha sido una víctima más del sicariato que golpea duramente a nuestra sociedad. En este caso, los criminales tenían como objetivo al conductor del taxi. Instamos a la Fiscalía a acelerar la investigación para esclarecer los hechos y exhortamos a la Policía Nacional a realizar las acciones que sean necesarias para la captura de los sicarios”, indica el comunicado.
La hipótesis de que José Daniel Briceño era el objetivo principal del ataque se sustenta en que su cuerpo presentaba más impactos de bala que el de Andrea Vidal. Sin embargo, el hermano del taxista rechaza esta versión, poniendo en duda las conclusiones del Congreso.
José Briceño, hermano del conductor del taxi, se encuentra camino a Venezuela para depositar las cenizas de José Daniel junto a las de su padre, quien también falleció hace apenas cinco meses. Ahora, debe afrontar la pérdida de otro miembro de su familia en circunstancias poco claras.
José Daniel Briceño llegó al Perú hace seis años, acompañado por su padre y su hermano. Tras regularizar su situación migratoria y obtener su carnet de extranjería, empezó a trabajar como repartidor de delivery. Con esfuerzo, logró ahorrar lo suficiente para solicitar un préstamo y comprar un automóvil, con la esperanza de formar su propia flota de taxis.
El 10 de diciembre, la noche en que ocurrió el asesinato, José Daniel aceptó llevar a Andrea Vidal hasta La Victoria, una carrera que lo acercaba a su destino en La Molina, donde vivía con su nueva pareja. Esa misma mañana había conversado con su hermano sobre problemas mecánicos con su auto, pero en ningún momento mencionó haber recibido amenazas o estar en peligro.
El brutal ataque dejó a Andrea Vidal con impactos de bala en la cabeza, tórax y piernas, siendo el proyectil en la cabeza el que causó su muerte. Mientras tanto, las circunstancias que rodean la muerte de José Daniel Briceño y su relación con el caso siguen generando dudas, y su familia exige respuestas inmediatas.
“Lo que más quisiera es que se sepan los culpables. . Es raro, por las tantas hipótesis que han dicho, qué las cámaras no funcionaban. El atentado no era contra mi hermano. En la Dirincri revisaron los dos celulares de mi hermano y no encontraron nada. Ningún tipo de amenaza a, ningún tipo de problema”, declaró José Vargas Briceño a ContraCorriente.