Llegamos a este edificio después de cuatro meses de girar con un bolso. Habíamos puesto en venta nuestro departamento para comprar otro y un día antes de firmar saltó una complicación con las escrituras. Como el nuestro ya lo habíamos vendido de palabra, tuvimos que irnos igual”, se acuerda el arquitecto Julio Oropel. Corría el año 99 o 2000, no existía Airbnb y la solución más sencilla fue mandar sus cosas y las de su pareja, el diseñador José Luis Zacarías Otiñano, a un depósito y empezar una nueva búsqueda.

El juego de sillas perteneció a la abuela de José, pero lo actualizaron lavando la madera. Lámpara (Isamu Noguchi) traída de su último viaje a Japón.

Me acuerdo que entramos acá y nos encontramos con un departamento completamente distinto; todo estaba laqueado en negro con una estética muy ochentosa que en ese momento veía con peores ojos que hoy.

José Luis Zacarías Otiñano, diseñador y dueño de casa

Ubicado en un edificio racionalista patrimonialmente protegido sobre la calle Juncal, todo en el departamento indicaba que valía la apuesta.

Cambio de lenguaje

Decididos a devolverlo a su esplendor, encararon la primera de las tantísimas reformas que le hicieron en el cuarto de siglo que ya llevan viviendo acá.

José Luis (parado) y Julio en la chaise longue de hierro y mimbre que él mismo creó. A su lado, otro de los diseños de Noguchi que trajeron de Japón.

Al negro se lo reemplazó por un blanco que le devolvió la luz natural. Baño y cocina se equiparon con muebles de álamo en diseño minimalista, que combinado con objetos artesanales y texturas naturales suavizan la impronta racionalista y lo dotan de una calidez contemporánea propia de sus dueños.

“En casa la decoración es espontánea: las cosas confluyen inconscientemente, porque vienen de una selección previa y de un gusto compartido”, comparte Otiñano.

Sincretismo cultural

“Las lámparas son un poquito un leitmotiv en casa: ponemos mucha atención en cada diseño y les damos un lugar importante en cada ambiente”, confiesa Julio. De sus propios diseños en asta y hierro a las lámparas de papel firmadas por Isamu Noguchi que trajeron de su último viaje a Japón, las piezas son protagonistas.

Las figuras de pájaros son ilustraciones de la artista Alicia Esquivel impresas sobre melamina.

Trajimos las esculturas que están contra la ventana desde Tilcara; fueron hechas en chaguar por un cacique. Yo soy muy de investigar. Me gusta viajar, conocer a los artesanos y las técnicas que se manejan en cada lugar.

Julio Oropel, arquitecto, diseñador y dueño de casa

Sin miedo a combinar objetos de los más distintos orígenes, la pareja combinó una mesa de madera quemada con almohadones de Marimekko, esculturas de chaguar y una colección de morteros tallados en piedra que compran periódicamente a un artesano de Tandil.

El mueble hecho por Oropel en hierro y cuero de ranas de criadero es diseño de Oropel: “Me inspiré en Jean-Michel Frank y diseños en piel de raya”.

Con sello de autor

“Para lo que solía ser, después de la última reforma el departamento quedó bastante despojado. Lo que pasa es que nos traemos prototipos y muestras de cada trabajo que hacemos”, confiesa Julio.

Chaise longue de mimbre y hierro (Julio Oropel). Lámpara de asta planchada (Julio Oropel). Alfombra persa.

De la instalación de hojuelas de madera en las paredes del comedor, al mueble de piel de rana o la chaise longue de mimbre, los diseños de Oropel y José Luis le dan un carácter único al departamento.

Sumar calidez

La cocina se hizo a nuevo con muebles bajomesada y detalles en la campana en madera de álamo. En vez de alacenas cerradas colocaron estantes, que suman aire y exhiben la colección de vajilla y coloridos objetos de diseño.

Aunque se respetó el estilo racionalista del departamento, se tomaron algunas licencias que lo actualizaron y sumaron calidez, como la incorporación de muebles y estantes de álamo en la cocina.

Anexado a la ducha un pequeño patio interno hace de entrada de luz.

El baño mantiene la materialidad de la cocina, con revestimientos, pisos y mesadas de Travertino. Al incorporar un patio interno y revestirlo en madera, se logró darle cierta calidez además de una entrada luz natural.

En álamo

Los medallones sobre el respaldo de álamo son de una línea de objetos de Oropel, en cuero con fileteado de clavos de bronce.

El respaldo de madera se superpuso con uno de mica laqueada. Ropa de cama (Compañía del Comercio), almohadón traído de Bolivia.

Tanto en la cocina, el dormitorio como en el escritorio, se recurrió a la madera de álamo, que por sus características permite sacar piezas muy largas sin corte.

 Sillas de aluminio Toleto (Interieur Forma)

En el escritorio, la mesa de trabajo es de una sola pieza de cinco metros de madera laminada de álamo y se acompañó con unas sillas “Toledo” de Jorge Pensi y una alfombra india bordada a mano.

Sillón vintage tapizado en lino, pelotas de telgopor revestidas con cientos de tachas (diseño de José y Julio) y máscara de látex de un pájaro que compró José en París.

Laboratorio en casa

Investigadores natos, imposible pasar por alto la cantidad de inquietudes de los dueños de casa. De los trabajos junto a artesanos de todo el país a sus hobbies particulares, la casa es una invitación a lo desconocido.

La instalación de las paredes fue hecha por Oropel en Misiones. Cada elemento se colgó por separado en la pared: “Son hojuelas de un enchapado grueso de madera cortadas con pantógrafo”.

Un rincón con menos luz natural se aprovechó para instalar una pecera con sarracenias, unas plantas carnívoras que Julio cultiva.