Tres hombres señalados de ser presuntos miembros de Los Choneros, una de las bandas de crimen organizado con mayor incidencia en Ecuador, fueron condenados a 34 años de cárcel por ser los responsables del crimen de un ciudadano colombiano, identificado como Luis Eduardo Escandón.
Dos ecuatorianos y un venezolano fueron cobijados con la sentencia emitida por parte de un juez del Tribunal Penal de Santa Elena, que los acusó de ser los autores materiales del asesinato del connacional.
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De acuerdo con la investigación previa que dejó de paso la detención de los tres implicados en el crimen del ciudadano colombiano, los hechos ocurrieron la tarde del pasado 17 de enero de 2024 en una hacienda agrícola situada en la comuna San Rafael, donde Escandón trabajaba en un cultivo de papayas.
Luego de cometer el crimen con arma de fuego, las autoridades que quedaron a cargo de las pesquisas dieron con los tres sospechosos en ese entonces. La aprehensión se efectuó en una gasolinera ubicada en la vía que conecta Chanduy con la ciudad de Guayaquil, en el occidente de Ecuador.
Los criminales fueron sorprendidos mientras se lavaban las manos y la ropa manchadas de sangre, ayudándose con el grifo de agua que hallaron en la estación de servicio, indicó el medio local Extra.
Con los capturados en buen recaudo, la investigación del Ministerio Público arrojó que el día que reportó el homicidio de Luis Eduardo Escandón, el ciudadano colombiano fue abordado por los tres hombres que obligaron a ingresar al connacional al vehículo particular con destino a la plantación de papayas dentro de la hacienda.
En medio de los cultivos se escucharon varias detonaciones con arma de fuego, luego de que los tres hombres habría llamado primero a la esposa del colombiano. La mujer, invadida por el miedo y la importencia al no poder realizar el pago de 4.000 dólares (más de 17 millones de pesos colombianos con fecha a la tasa de cambio del 9 de enero de 2025), que le exigieron para dejar en libertad a su compañero sentimental, hizo lo que pudo pero no evitó el destino fatal de su esposo.
A pesar de implorar misericordia y pedir más tiempo, los ruegos de la cónyuge fueron en vano. Incluso, las mismas autoridades destacaron la mujer se había comprometido a recolectar el monto, pero el crimen ya se había consumado.
Cayeron por culpa de la placa del vehículo en el que escaparon
Cuando los tres detenidos huyeron a bordo del vehículo, no contaron con que los testigos que escucharon los disparos también los vieron alejarse en la camioenta. Fue de esta manera que los lugareños pudieron avisarle de lo sucedido a los oficiales de Policía. y observaron la fuga proporcionaron información clave a las autoridades, incluyendo el número de la matrícula del auto particular.
En medio de la diligencia judicial se encontraron pruebas irrefutables que llevó a los jueces a decidir, de manera unánime, la pena máxima establecida en la ley ecuatoriana.
Los tentáculos de Los Choneros se extienden hasta territorio colombiano
El asesinato de Jorge Luis Zambrano González, conocido como alias Rasquiña, en diciembre de 2020 marcó un punto de inflexión en la historia de Los Choneros, una de las organizaciones criminales más grandes y violentas de Ecuador.
Según un informe de la Policía Nacional, su muerte desató una guerra interna que fragmentó a la banda y provocó enfrentamientos entre sus subestructuras, como Los Tiguerones, Los Lobos, Los Pipos y Los Chone Killer (a la que pertenecía alias Ben 10, que murió en Cali tras un homicidio a bala que desembocó en un accidente de tránsito), que rechazaron el liderazgo de Adolfo Macías, alias Fito, y Junior Roldán, alias JR.
Este conflicto interno ha tenido un impacto significativo en la seguridad del país, intensificando la violencia en varias regiones.
De acuerdo con información publicada por Insight Crime, Los Choneros surgieron a inicios de los años 2000 en Puerto Arturo, un sector del cantón Chone, en la provincia de Manabí. Su fundador, Jorge Bismark Véliz España, conocido como alias Teniente España o Chonero, identificó en el tráfico de drogas una oportunidad para consolidar sus actividades delictivas.
En sus primeros años, la banda se dedicaba al microtráfico, pero rápidamente evolucionó hasta convertirse en una de las primeras organizaciones criminales estructuradas del país. Para 2003, según reportes de la Policía Nacional, Los Choneros ya controlaban las rutas del narcotráfico en la subzona de Manabí, facilitando el traslado de drogas desde Colombia hacia la costa ecuatoriana.
Este control territorial les permitió expandir su influencia y diversificar sus actividades. Para 2011 la organización ya operaba tanto dentro como fuera de las cárceles, gestionando redes de extorsión y coordinando asesinatos por encargo.
El liderazgo de Los Choneros sufrió un cambio significativo en 2007, tras el asesinato de su fundador, Véliz España. En ese momento, el mando fue asumido por Jorge Luis Zambrano González, alias Rasquiña, que ya había sido detenido junto a Véliz España en 2005 por delitos relacionados con el narcotráfico.
Bajo la dirección de alias Rasquiña, la banda amplió su alcance criminal, involucrándose en actividades como el tráfico de armas, el robo y el sicariato, además de fortalecer su posición en el narcotráfico.
Un aspecto clave del crecimiento de Los Choneros fue su alianza con Washington Prado Álava, alias Gerald, considerado por las autoridades como el mayor narcotraficante de Ecuador. De acuerdo con el mismo portal, la banda se convirtió en el brazo armado de Gerald, protegiendo sus cargamentos de droga desde la frontera con Colombia hasta su destino en la costa ecuatoriana. Esta relación se consolidó con la participación de Adolfo Macías, alias Fito, que jugó un papel crucial en la estructura de la organización.
El liderazgo de Rasquiña también se caracterizó por la expansión de la banda a través de alianzas con otras organizaciones criminales. Según la Policía Nacional, Los Choneros lograron establecer vínculos con grupos como Los Tiguerones en Esmeraldas; Los Lobos en Azuay, El Oro y Santo Domingo; y Los Chone Killer, en Durán. Estas subestructuras operaban bajo la autoridad de Rasquiña, lo que permitió mantener un equilibrio entre las distintas facciones.
Sin embargo, este equilibrio se rompió tras el asesinato de Rasquiña en un centro comercial de Manta en 2020. Su muerte generó una crisis de liderazgo dentro de la organización, ya que varias subestructuras se negaron a aceptar a alias Fito y alias JR como los nuevos líderes. Las tensiones internas escalaron hasta el punto de que ambos fueron acusados de conspirar para asesinar a Rasquiña con el objetivo de consolidar su poder.
La fragmentación de Los Choneros marcó el inicio de una serie de enfrentamientos violentos entre las facciones disidentes, lo que ha contribuido al aumento de la inseguridad en Ecuador, marcado por las disputas y el control territorial, las alianzas estratégicas y los conflictos internos que han dejado una profunda huella en la seguridad nacional, provocando un incremento alarmante en las cifras de víctimas por homicidio.