El término cardenal in pectore se usa para aludir a un sacerdote elevado a esa condición por el Papa pero cuyo nombre se mantiene en secreto por algún motivo. Estos casos, aunque raros, han suscitado numerosas especulaciones y teorías, debido a la naturaleza confidencial de la designación, que no es revelada públicamente hasta que el Papa decide hacerlo. En la película Cónclave, dirigida por Edward Berger y basada en la novela de Robert Harris, esta figura adquiere un rol central en la trama, al presentar a un cardenal mexicano, Vincent Benítez, que se ve envuelto en una situación de gran tensión política y religiosa tras la muerte del sumo pontífice.
La película explora las implicaciones de este nombramiento secreto en un momento crucial para la Iglesia Católica, cuando el mundo se enfrenta a un cónclave para elegir al sucesor del pontífice fallecido.
Figura del cardenal in péctore
In péctore en latín significa “en el pecho” y se refiere a un cardenal que ha sido nombrado por el Papa de manera confidencial. El nombrado goza de la misma autoridad y derechos que cualquier otro prelado, pero su identidad permanece oculta.
Dayvid da Silva, teólogo y pastor ordenado en la Iglesia Metodista Unida, explica que esta designación se emplea generalmente cuando existen razones de seguridad o cuando la revelación del nombre podría suponer un riesgo para la persona designada o para la institución, especialmente en regiones donde la Iglesia enfrenta persecución.
El cardenal in pectore no posee diferencias jerárquicas respecto a otros cardenales, pero sus derechos se limitan en la medida en que su nombramiento no se hace público. En cuanto a la función, tiene acceso directo al Papa, puede ser consultado sobre cuestiones de relevancia y participar indirectamente en diversos asuntos de la Iglesia, como la redacción de documentos o encíclicas.
Sin embargo, este cargo no le otorga el derecho a participar en el cónclave o en otras ceremonias papales hasta que el Papa decida hacer pública su existencia.
El tratamiento que se le da en “Cónclave”
En la película, la figura del cardenal in pectore se presenta como parte de una trama de suspenso e intriga cuando Benítez, un clérigo de origen mexicano, se presenta ante la orden con un documento que certifica su nombramiento secreto por parte del Papa fallecido.
A partir de ello, el film permite explorar los dilemas y las tensiones que surgen cuando la identidad de un cardenal tan influyente es desconocida para los demás miembros del cónclave. Este giro narrativo plantea la pregunta sobre si el hecho de portar un documento que confirma su nombramiento le otorga automáticamente la legitimidad para participar en la elección del nuevo Papa.
La diferencia entre ficción y vida real
Reuberson Rodrigues Ferreira, profesor de la PUC-SP e investigador de la historia del catolicismo, señala que el nombramiento in pectore pierde automáticamente su efecto si el Papa no revela el nombre del cardenal antes de su muerte. De ser así, éste no podría participar en un cónclave, ya que su nombramiento carecería de validez canónica sin la publicación oficial del sumo pontífice.
La película, al integrar este misterio, ofrece una visión dramatizada del modo en que una figura “secreta” podría influir en un evento tan trascendental como la elección papal, pero también refleja las complejidades y limitaciones de este nombramiento en la vida real.
Historia y uso en la Iglesia
El nombramiento de cardenales in pectore tiene una larga historia en la Iglesia Católica. Aunque la práctica comenzó en el siglo XVI, fue en el siglo XVII cuando se consolidó como parte del derecho canónico. Rodrigues Ferreira explica que el uso de este mecanismo fue formalizado en el Código de Derecho Canónico de 1983, el cual otorga al Papa el derecho exclusivo de designar cardenales en secreto. A lo largo de diferentes épocas, muchos papas recurrieron a esta práctica, especialmente en contextos de persecución religiosa o en situaciones políticas complejas.
Los ejemplos incluyen al Papa Clemente VIII, que nombró a cardenales in pectore a figuras clave como Antonio María Gallo en el siglo XVI, y al Papa Juan Pablo II, quien también empleó este mecanismo en casos de riesgo para los nombrados, como el cardenal chino Ignatius Kung Pin-mei.
Este tipo de nombramiento ha sido utilizado no solo para proteger a aquellos en territorios hostiles, sino también para reconocer a individuos cuyo nombramiento público podría generar tensiones dentro de la Iglesia. Aunque el uso de este mecanismo ha sido menos frecuente en tiempos recientes, sigue siendo una opción válida. No obstante, el Papa Francisco no dio indicios claros de haberlo usado.
Función y limitaciones de un cardenal in pectore
Aunque en potencia posee la misma autoridad e influencia que cualquier otro cardenal, su participación en los asuntos del Vaticano está restringida hasta que su nombramiento sea hecho público. Mientras el nombramiento siga en secreto, el cardenal no tiene derecho a participar en un cónclave, ya que el derecho canónico establece que solo aquellos cardenales cuyo nombramiento ha sido formalmente divulgado pueden votar en la elección del Papa. Esto limita su influencia en eventos cruciales de la Iglesia, a pesar de que el Papa puede consultarlo o involucrarlo en ciertos procesos internos.
Una vez que el Papa hace público el nombramiento, el cardenal in pectore asume plenamente sus responsabilidades y derechos, que incluyen no solo la participación en cónclaves, sino también el ejercicio de otras funciones dentro de la jerarquía eclesiástica.
Este mecanismo refleja una de las complejidades del sistema vaticano: la discreción y protección de ciertos individuos en momentos de conflicto, pero también subraya las limitaciones inherentes a un cargo que, mientras permanezca secreto, no puede ser ejercido en plenitud.