En la oreja, en el labio, en el ombligo… los piercings son perforaciones en la piel que, más allá de lo estético, deben tenerse en cuenta y recibir unos cuidados específicos para minimizar el riesgo de infecciones y garantizar una recuperación adecuada. Los profesionales de la Clínica Mayo recogen cuáles son los cuidados que debe aplicarse en cada piercing según la zona del cuerpo.
Si el piercing es oral, como en la lengua o el labio, asegúrate de enjuagarte la boca con un enjuague bucal antiséptico sin alcohol después de cada comida y antes de acostarte. Además, utiliza un cepillo de dientes de cerdas suaves para limpiar cuidadosamente alrededor de la joya y la perforación todos los días. Esto ayudará a eliminar bacterias y placa, reduciendo así el riesgo de infecciones.
En el caso de perforaciones en la piel, limpia la zona alrededor de la perforación dos veces al día. Para ello, se puede utilizar una solución salina para heridas o agua con jabón suave. Es importante evitar productos agresivos como agua oxigenada, yodo u otros desinfectantes fuertes, ya que podrían irritar y dañar la piel perforada. Desde la Clínica Mayo recuerdan no olvidar lavarnos bien las manos antes de tocar o limpiar la perforación.
Mientras la perforación cicatriza, evita nadar o sumergirte en piscinas, jacuzzis, ríos, lagos u otras masas de agua, ya que estas fuentes suelen contener bacterias que podrían causar infecciones en la herida.
También es fundamental no manipular la perforación innecesariamente. Evita tocarla o girar la joya a menos que estés limpiando la zona. Además, mantén la ropa y otros objetos alejados de la perforación para prevenir irritaciones causadas por el roce o la fricción, ya que esto podría retrasar el proceso de cicatrización.
Por último, recuerda mantener el piercing en su lugar durante todo el periodo de cicatrización. Aunque la mayoría de las perforaciones se curan en aproximadamente seis semanas, algunas más delicadas pueden tardar varios meses o más. Para evitar que la perforación se cierre, no te quites el piercing, incluso por la noche.
Posibles complicaciones de hacerse un piercing
Una de las complicaciones más frecuentes asociadas con los piercings es el desarrollo de reacciones alérgicas, particularmente a las joyas que contienen níquel. Este metal es un alérgeno común y, cuando entra en contacto con la piel, puede provocar enrojecimiento, picazón y descamación en la zona perforada. Para evitar estas reacciones, es recomendable optar por joyas fabricadas con materiales hipoalergénicos, como acero quirúrgico, titanio o oro de 14 quilates o más.
Las infecciones en la piel son otra complicación habitual, especialmente si el equipo no está esterilizado o si no se siguen los cuidados posteriores recomendados. Los síntomas de una infección incluyen enrojecimiento, dolor, hinchazón y secreción de un líquido parecido al pus, según la Clínica Mayo.
Si no se trata a tiempo, una infección leve puede progresar y causar complicaciones más graves, como abscesos o infecciones sistémicas. Para evitarlo, es fundamental limpiar el área perforada con los productos recomendados por el profesional y evitar tocar el piercing con manos sucias.