El sistema hídrico de Chingaza suministra el 50% del agua potable a Bogotá y a varios municipios de la región - crédito @AcueductoBogota/X

El páramo de Chingaza, una de las principales fuentes de agua potable para Bogotá y varios municipios de la Sabana, enfrentó en 2024 un récord alarmante que superó los registros históricos de sequía. Durante más de cinco décadas, el año 1995 había sido señalado como el más seco en esta región, pero el 2024 marcó un nuevo hito preocupante debido a la drástica disminución de las precipitaciones.

Según la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá (Eaab), el caudal promedio registrado en el sistema de Chingaza fue de apenas 8,74 metros cúbicos por segundo, una cifra considerablemente inferior a la de 2023, cuando alcanzó los 10,19 metros cúbicos por segundo. La diferencia fue significativa, sobre todo al considerar que el año 2023 fue afectado por el fenómeno de El Niño, conocido por reducir las lluvias en muchas regiones del país.

Ahora puede seguirnos en nuestro WhatsApp Channel y en Facebook.

En 2024, Chingaza alcanzó un caudal promedio de 8,74 metros cúbicos por segundo, el más bajo jamás registrado - crédito Eaab

Natasha Avendaño, gerente de la Eaab, expresó su preocupación ante esta situación al resaltar la importancia vital del sistema de Chingaza para el abastecimiento de agua. “Esta situación es alarmante si tenemos en cuenta que el 50% del agua que consumimos en Bogotá y en varios municipios de la Sabana proviene del sistema Chingaza”, afirmó.

Durante décadas, el sistema hídrico de Chingaza ha sido la columna vertebral del suministro de agua potable para Bogotá, pero las condiciones extremas de sequía en 2024 evidenciaron su vulnerabilidad. Este sistema, compuesto por los embalses de Chuza, ubicado en el páramo de Chingaza, y San Rafael, en La Calera, junto con la planta Francisco Wiesner, enfrenta retos significativos a lo largo de los años, aunque ninguno como el reciente déficit hídrico registrado. Hasta antes de esta crisis, el año 1995 fue considerado el más seco en los registros históricos.

En 1995, una intensa sequía redujo los niveles de los embalses en un 71%, lo que obligó a Bogotá a someterse a un racionamiento de agua. Los aportes hídricos de ese periodo cayeron a 8,75 metros cúbicos por segundo, aunque las lluvias abundantes de 1994, que dejaron un registro de 13,52 metros cúbicos por segundo, ayudaron a mitigar parcialmente los efectos de la crisis. Según el Acueducto de Bogotá, este contexto climático favorable evitó que la ciudad enfrentara una coyuntura tan complicada como la de 2024.

Antes de esta crisis, la mayor sequía documentada en la región ocurrió en 1995, con niveles reducidos en un 71% - crédito Carlos Ortega/EFE

Los datos históricos reflejan que el flujo promedio en el sistema Chingaza durante los últimos 55 años es de 11,89 metros cúbicos por segundo. Sin embargo, en 2024, el caudal descendió a 8,74 metros cúbicos por segundo, evidenciando un déficit de 3,15 metros cúbicos en comparación con el promedio. Esta cifra situó al 2024 como el más seco registrado, superando incluso la crisis de 1995. La situación señaló la urgencia de proteger el páramo de Chingaza, principal fuente de agua para Bogotá, y de implementar medidas para mitigar el impacto del cambio climático en la región.

En medio de la crisis, la planta Tibitoc desempeña un papel crucial en la mitigación de los efectos del fenómeno, contribuyendo de manera significativa a la reducción de la presión sobre el sistema Chingaza. Con una capacidad renovada gracias a los trabajos de optimización, Tibitoc, que forma parte del Agregado Norte, incrementó el caudal de agua tratada.

Tibitoc es un componente clave de este agregado, que incluye los embalses de Neusa, Sisga y Tominé, y capta agua del río Bogotá. Hoy en día, esta planta suministra la mitad del agua consumida por Bogotá y abastece también al menos 11 municipios cercanos. Esta diversificación en las fuentes de agua es fundamental para asegurar el suministro durante la emergencia.

El fenómeno de El Niño en 2023 ya había disminuido lluvias, pero no alcanzó el impacto extremo del año siguiente - crédito Alcaldía de Bogotá

A esta estrategia de optimización se sumaron los esfuerzos de ahorro y consumo responsable. Gracias a un racionamiento organizado en ciclos de nueve turnos diarios y una disminución notable en el consumo de agua por parte de los bogotanos, se logró generar un ahorro significativo. De acuerdo con el Acueducto de Bogotá, se alcanzó un incremento del 22% en las reservas, con más de 23 millones de metros cúbicos de agua disponibles, en comparación con el año anterior.